Bolivia será, en parte, como la miren. Bolivia un país rico, empobrecido por la voracidad sin límites, también de una clase política tradicional desprestigiada hasta el hartazgo, hace tiempo que es sinónimo de inestabilidad institucional en el continente.
Sin embargo, en este país sometido a múltiples tendencias centrífugas las dinámicas más fuertes de fragmentación, resultan alimentadas, curiosamente, no por sus etnias sino por sus oligarquías locales. Un solo muerto hasta ahora es el saldo de esta intensa crisis.
Mucho en sí mismo y nada si comparado con los más de 30 muertos de la “blanca” Buenos Aires en diciembre del 2001.
El desafío mayor del futuro próximo parece vincularse a la capacidad de los movimientos populares de mantener estos niveles de no violencia en medio de una situación que seguramente continuará siendo fluida y conflictiva.
No es de extrañar, que en forma irresponsable los sectores más recalcitrantes y resistentes a cualquier cambio democrático, apuesten hoy como ayer en forma más o menos explícita a la sangre.
Frente a este panorama, por qué no cambiar de perspectiva y preguntarse por el rumbo de los acontecimientos en el resto de la región.
Pocas veces la mayor potencia del planeta, cometió tantos errores en tan poco tiempo y perdió la capacidad de percibir lo obvio. Embarcada en una dinámica de guerra pura en otras partes del mundo, no advirtió que se trataba aquí simplemente de volver a la política como sinónimo del diálogo. Esta torpeza se llevó consigo (y van.. ) cualquier posibilidad razonablede intervención de la OEA.
Paradójicamente, las mejores contribuciones de Brasil, Argentina y Venezuela (para sólo nombrar a los países más activos) consistieron en desalentar burdos intentos de absurdos intervencionismos.
Por el contrario, ninguna propuesta proactiva de estos países contribuyó decisivamente a mejorar la situación.
¿No será hora de mirar las cosas diversamente y concentrar los esfuerzos de análisis en lo que sucede en el resto de la región?
Casi ninguno de los casi doscientos quiebres institucionales que en la historia del país degeneraron en alguna forma de dictadura y entrega de los recursos naturales, dejó de contar en Bolivia con algún tipo de “apoyo” y “preocupación” externa. Claro que casi siempre, las “buenas intenciones” han olido a algún recurso natural no renovable.
Hace ya casi 20 años se estrenó en Argentina un excelente documental titulado “Gerónima”. El mismo consiste en una larga entrevista a una india mapuche que cuenta su historia de vida. Una frase de Gerónima retumba hasta hoy en mis oídos, ” yo no quiero tanto que me den una mano –dice Gerónima- más bien quiero que me saquen las manos de encima”.
¿Tendran las cancillerías de la región salas de proyección?
El autor es abogado y profesor en la Universidad de Buenos Aires
Además en Perspectiva. No es culpable, pero ¿es libre?
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