Pero no es suerte, coincidencia ni mera casualidad, la
elección de un gabinete que rompió esquemas tradicionales,
la formulación de una Ley Orgánica del Poder Ejecutivo
(LOPE) que diseña nuevas estrategias de poder ni la
reducción de sueldos de las principales autoridades del
país.
Cada una de estas medidas ha recibido una andanada de
críticas, desde todos los ángulos, confirmando la frase
cervantina: “Ladran los perros Sancho, señal de que
avanzamos”.
De estirpe burocrática
Para los grupos de poder, la posesión del primer gabinete
de ministros que designó el Presidente Morales Ayma, fue un
escándalo. Un indígena que nunca transitó las alfombras
rojas de la diplomacia encabezaba la lista como Ministro de
Relaciones Exteriores. En Gobierno, nada más ni nada menos
que una mujer. En Defensa, un abogado, sobre el que se
centraron los más duros ataques, a falta de argumentos. Un
dirigente obrero en Trabajo. Una trabajadora del hogar en
Justicia. Una microempresaria en Producción y Microempresa.
Todavía hoy, a dos semanas de esa posesión, se cuestiona la
falta de “profesionalismo” de la Ministra de Justicia, la
presunta parcialidad que tendrá el Ministro del Trabajo
porque es obrero y las dificultades con que tropezará la
Ministra de Gobierno, por ser mujer.
Durante mucho tiempo, el círculo de políticos
profesionales, se acostumbró a mirar sólo hacia sí mismos
para ocupar los puestos de decisión en los gobiernos. Basta
recordar a un personaje que fue ministro del área económica
de un presidente mirista y canciller de otro adenista, la
recurrencia de un viceministro diplomático que transitó por
varios gobiernos y aquel otro que se ocupó de educación en
una administración y pasó a relaciones exteriores en la
siguiente.
Son los políticos “de estirpe”, que hasta llegaron a
considerarse una clase especial: la “clase política”; vale
decir, que se constituyeron en los poseedores de la
sabiduría administrativa del país. Su gestión de veinte
años, dejó a Bolivia en las condiciones económicas,
sociales y políticas en que recibió el gobierno, el
Presidente Evo Morales.
Ahora, aprenderán que, la justicia, es un tema que nos
interesa a todos, porque todos debemos ejercerla y, en
consecuencia, debemos saber administrarla. Aquella “clase
política” descubrirá, en este nuevo tiempo, que el orden y
la seguridad ciudadana no es cuestión de represión, ni
siquiera de solución de conflictos, sino de diálogo que
evite la confrontación. Tendrán que entender, quienes se
creyeron insustituibles, que la producción, en Bolivia,
tiene su mayor concentración en los artesanos que trabajan
en familia. Pero, sobre todo, para escándalo mayúsculo y
contra toda su convicción, sabrán que puede conducirse
relaciones internacionales en un plano de respeto mutuo,
porque Bolivia es soberana y sus hombres y mujeres tienen
dignidad.
LOPE’s mediatizadas
Leo en los periódicos: “Lo cierto es que en este campo (la
organización del Poder Ejecutivo) no se descubrirá la
pólvora, pero sería importante que, a diferencia de lo que
sucedió con las reformas a la LOPE de 1997 y 2002, la que
ahora se apruebe contenga una visión de largo plazo y no
sea que dentro de cinco años volvamos a modificar la
estructura del Poder Ejecutivo”.
Que hay una visión distinta y se proyecta a largo plazo, es
evidente en el proyecto que presentó el Ejecutivo y ya está
corriendo aprobación en el Parlamento. Se trata de
restablecer la atribución del gobierno para organizar el
país, al contrario del propósito neoliberal de “dejar
hacer, dejar pasar”. Establece, también, una decisión de
fortalecer las organizaciones sociales que fueron
disueltas, perseguidas y distorsionadas por los partidos
tradicionales. Marca una gran diferencia entre la política
favorecedora del gran capital transnacional y la voluntad
de fundar la vocación productiva del país.
Pero tampoco se trata de fijar una LOPE que dure cien años.
El proceso de desarrollo nacional requerirá, en forma
permanente, de rectificaciones y reconducciones que vayan
salvando los escollos que pondrán los enemigos y ajustando
los emprendimientos que surjan de las nuevas relaciones de
producción.
La calificación en dinero
Después de veinte años de pregonar que, para tener buenos
funcionarios que conozcan su materia, sean eficientes e
inmunes al soborno, había que pagar buenos sueldos, el
neoliberalismo debiera avergonzarse de los resultados. Los
altos funcionarios que se fijaron pagos elevados,
recibieron bonos ilegales y gozaron de variadas prebendas
en el ejercicio del poder, no fueron más honestos, ni
eficientes. La corrupción campeó en los círculos de la
“clase política” y la mediocridad fue la norma de su labor.
Frente a eso, el Presidente Morales Ayma decidió una
sustancial reducción de los haberes en el gobierno y
demandó, a los parlamentarios, una medida igual. El ahorro
que importará esta medida, no solucionará el déficit del
Presupuesto General de la Nación; no es esa la intención.
Se trata de un claro mensaje dirigido a los sectores más
pobres que han visto cómo, mientras se negaba aumento a los
trabajadores de menores ingresos, los altos funcionarios no
tenían límite para elevar sus ingresos.
Por cierto, aún entre los parlamentarios del MAS, hay
quienes resisten esta reducción. Argumentos no faltan para
defender la mantención de los sueldos actuales. Por su
parte, la derecha, aprovecha esa situación para acusar, al
nuevo gobierno, de “actitudes demagógicas”.
Incluso, buscando recuperarse de su derrota, ha planteado
un desafío: que se rebajen los sueldos jerárquicos en todo
el aparato del Estado y aumenten cinco veces el salario
básico. Saben muy bien que sería el derrumbe del
presupuesto fiscal y de la frágil estabilidad económica que
han dejado.
Como ellos se enriquecieron en 20 años de gobierno, no
tienen ningún problema en reducirse las dietas
parlamentarias y hasta en dejar de percibirlas. Pueden
vivir de sus rentas hasta lograr que, el nuevo gobierno,
fracase en su programa.
Dos más dos son cuatro
Los cálculos de la derecha son errados. Hay un pueblo
movilizado. Las dudas que puedan darse, en los sectores
populares y hasta en el mismo MAS, serán superados por una
definición que ha hecho carne en todo el pueblo boliviano:
tenemos que cambiar y el cambio comienza con nosotros
mismos. Y el 18 de diciembre el pueblo dijo que está
dispuesto a hacerlo.
Los partidos tradicionales tendrán que recibir algunos
golpes más, tanto o más fuertes que el que recibieron, para
aprender estas lecciones.
Por: Antonio Peredo Leigue
Leave a Reply