Una devastadora explosión de una bomba se escuchó en todo el centro de Oslo ayer, matando a por lo menos nueve personas en lo que parece ser el primer ataque terrorista llevado a cabo en la capital noruega. Se trató de un doble ataque, aparentemente coordinado, que apuntó al liderazgo político del país. Además de la bomba un hombre armado, vestido con un uniforme de policía negro, disparó a matar a decenas de personas en un campamento juvenil ubicado en una isla en las afueras de la ciudad, donde el primer ministro, Jens Stoltenberg, debía dar un discurso hoy.
Stoltenberg estaba en un lugar no revelado mientras el ejército noruego establecía un cordón alrededor de Oslo, después que el ataque con la bomba dejara muchos heridos. Las primeras sospechas sobre la autoría de los ataques recayó sobre militantes islamistas, pero los primeros informes sugirieron que la policía había arrestado a un hombre escandinavo después del tiroteo en la isla de Utoya, que dejó a por lo menos diez personas muertas y varias heridas, 35 kilómetros al noroeste.
Al final de la tarde el centro de Oslo, bajo una cortina de humo, parecía un campo de batalla: docenas de ventanas habían volado por la enorme explosión mientras que los habitantes y los turistas, en estado de shock, deambulaban entre los vidrios rotos y los escombros cubiertos de sangre.
La policía dijo que nadie se había adjudicado la responsabilidad por el atentado, que sucedió sin ninguna advertencia previa. Las autoridades noruegas dijeron ayer que sólo recientemente habían sido advertidos sobre la posibilidad de ataques terroristas a raíz del compromiso militar del país en Afganistán.
Hablando por la televisión noruega TV2, Stoltenberg describió el ataque como “muy serio” y dijo que la policía le había aconsejado que no revelara su paradero. Confirmó que todos los ministros del gobierno estaban bien y a salvo. En cuanto al atentado en Oslo, pocos minutos después del estallido la agencia de noticias noruega NTB reprodujo un comunicado gubernamental en el que se confirmaba que Stoltenberg se encontraba a salvo y que no había sufrido ningún daño.
“Nueve personas murieron y dos resultaron gravemente heridas”, declaró el jefe de la policía de Oslo, Sveinung Sponheim, en rueda de prensa. Las primeras investigaciones indican, agregó, que se trataría de una bomba que estalló en un coche estacionado en la zona céntrica de la capital noruega, y que el número de víctimas fatales podría crecer. Al cierre de esta edición, autoridades noruegas hablaban de 87 muertes.
El centro de Oslo fue rápidamente sellado por la policía por temor a otra explosión, mientras que los expertos en bombas registraban el área en busca de otros artefactos. “Había gente cubierta de sangre tirada en la calle. Hay vidrios por todos lados. Es un caos total. Vi que las ventanas del edificio del diario VG y de la sede del gobierno estallaron. Las ventanas de todos los edificios de los alrededores estallaron”, dijo Igunn Andersen, un testigo y periodista de la radio estatal noruega NRK, informando desde la escena. Y agregó que inicialmente pensó que se trataba de un terremoto.
El estallido destrozó la mayoría de los ventanales del edificio de 17 pisos en el que se encuentra la oficina de Stoltenberg, así como ministerios cercanos, incluido el de Petróleo que estaba en llamas, según corresponsales de la cadena de radio y televisión BBC. Los oficiales instaban a los shockeados compradores y empleados de oficinas que despejaran el área. Por televisión se veían las calles cubiertas con una carpeta de escombros y vidrios rotos.
Los foros fundamentalistas islámicos de Internet ayer describieron la explosión de Oslo como “noticia alentadora”. Un usuario fue citado diciendo: “Saquen a sus tropas de Afganistán o verán sangre en las calles”.
Desde la publicación de las caricaturas del profeta Mahoma en un diario danés hace cinco años, Al Qaida declaró su intención de llevar a cabo un acto de venganza en un país escandinavo. Según los informes de una Corte danesa, Ilyas Kashmiri, un importante fundamentalista paquistaní que trabaja con Al Qaida, planeaba llevar a cabo una masacre en Copenhague en 2009.
Sin embargo, el secretario de Estado noruego, Kristian Amundsen, dijo que el viernes era un feriado público en Noruega y los oficinas del centro no estaban tan concurridas como lo hubieran estado normalmente, aunque todavía hay mucha gente en ellas. Siv Hartvigsen, una noruega que está visitando la capital de vacaciones, dijo que había estado haciendo compras en el centro Eger Torget, cerca del Parlamento noruego: “Todo el edificio se sacudió durante un rato. Podíamos ver a los peluqueros en el segundo piso del edificio de al lado”, dijo.
Un grupo extremista islámico, los Partidarios de la Jihad Global, se atribuyó la responsabilidad de los ataques llevados a cabo ayer en la capital noruega, vinculándolos con la nueva publicación de las caricaturas sobre el profeta Mahoma, según informó la televisión pública NRK.
Por Tony Paterson, de The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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