Decidido a revertir las críticas sobre la lentitud y los errores de las autoridades frente a la catástrofe, el presidente George W. Bush regresó este lunes a las zonas devastadas. Visitó un alojamiento provisional en Baton Rouge, Luisiana, y se dirigió a Poplarville, Mississippi.
“Mientras haya una vida en peligro, tenemos trabajo por hacer”, estimó el mandatario, acompañado de la primera dama, Laura Bush. “Cada nivel de la administración hace todo lo posible”, aseguró.
Sin embargo, los efectos del huracán comienzan a afectar las próximas elecciones en el país. Hillary Clinton, senadora y aspirante a la Casa Blanca en 2008, solicitó una investigación independiente sobre la preparación previa y las operaciones de rescate y ayuda, con la creación de la Comisión Katrina.
Incluso el jefe de la mayoría republicana, Bill Frist, aliado de Bush y también potencial candidato a la presidencia, propuso una reunión del Congreso para estudiar la reacción del gobierno luego del paso del huracán.
El periódico New Orleans Times-Picayune, en una carta abierta, pidió a Bush que despida a todos los dirigentes de la Agencia Federal de Manejo de Emergencia.
Craig Roberts, que fue subsecretario del Tesoro durante la administración de Ronald Reagan (1981-1989), aseguró que el presidente Bush debe ser llevado a juicio político por causar “con su incompetencia” la muerte de miles de personas en Irak y en Nueva Orleáns.
Por su parte, la senadora por Luisiana Mari Landrieu amenazó con dar un puñetazo al presidente Bush si vuelve a sugerir, como lo hizo el fin de semana, que los funcionarios locales habían cometido errores.
La gobernadora de Luisiana, Kathleen Blanco, pidió un Plan Marshall para reconstruir el estado, similar al lanzado por Estados Unidos para reconstruir Europa luego de la Segunda Guerra Mundial.
En Nueva Orleáns, el general Russel Honore, a cargo de la coordinación de la ayuda, dijo que el lunes quedaban en la ciudad “mucho menos de 10 mil personas”. Sin embargo, Honore -un general afroestadunidense que suele ser recibido con aplausos de los damnificados en sus recorridos a pie por la zona- reconoció que la ciudad permanece en “fase de crisis”.
La mayoría de los muertos se cuentan entre los sectores pobres y de raza negra, y algunos dirigentes afroestadunidenses afirmaron que el gobierno federal hubiera sido más rápido en responder a la catástrofe si se hubiera tratado de ricos y blancos.
La Casa Blanca declaró hoy el estado de emergencia en ocho estados más -con lo que ya suman 12- para liberar más fondos federales y atender la zona siniestrada. Los estados son Florida, Oklahoma, Georgia, Carolina del Norte, West Virginia, Tennessee, Colorado y Utah, donde encontraron refugio miles de damnificados.
El balance oficial provisorio de muertos es de 218, de los cuales 152 se reportan en Mississippi, el estado más afectado junto con Luisiana. En Nueva Orleáns se cuentan oficialmente 71 muertos, pero las autoridades creen que la cifra final será de varios miles.
Una semana después de que Katrina azotara el área, camiones refrigerados o “morgues móviles”, como las llamó el alcalde de la ciudad, Ray Nagin, comenzaron a circular por las calles de la Nueva Orleáns, aún anegada en 80 por ciento, para retirar miles de cuerpos arrastrados por el agua. Botes, helicópteros y vehículos militares recorrían casa por casa en busca de eventuales sobrevivientes.
Cuerpos hinchados flotaban todavía en las inundadas calles y la policía pedía a la gente que no se acercara demasiado.
En Saint-Gabriel (cerca de la capital de Luisiana, Baton Rouge) se instaló una morgue con capacidad para 5 mil cuerpos. Equipos de forenses trabajarán 24 horas para identificarlos y clasificarlos.
Después de que un alto funcionario local indicó que era posible retornar provisoriamente para inspeccionar las viviendas, miles de habitantes de Nueva Orleáns intentaban retornar hoy sus hogares y crearon grandes embotellamientos sobre la única ruta disponible.
Muchos regresaron portando armas o acompañados de amigos para protegerse de saqueadores que asolaron la ciudad la semana pasada.
Desplazan a 50 mil militares
Un portaviones de la Marina estadunidense se encuentra cerca de las costas del Golfo de México para las operaciones de socorro, en las que ya trabajan más de 50 mil militares y guardias nacionales, anunció el ejército estadounidense.
El USS Harry S. Truman está frente a Biloxi, Mississippi, una de las ciudades más afectadas por el desastre, con lo que son 23 las naves militares que participan en las operaciones.
El ejército estadunidense anunció también que más de 2 mil 800 soldados originarios de Luisiana, actualmente apostados en Irak, volverán a sus casas esta semana para ocuparse de sus allegados, víctimas del huracán.
Según el ejército estadunidense, 545 soldados de la Guardia Nacional de Luisiana perdieron bienes en la catástrofe, mientras que 50 de ellos no conocen la suerte de sus familias.
Pero aunque la situación de seguridad mejora con la llegada de refuerzos policiales y militares, la violencia persiste. La policía mató a dos de seis civiles armados que atacaron a contratistas del ejército mientras cruzaban un puente de Nueva Orleáns para hacer reparaciones.
Al informar del hecho, el subjefe de Policía de Nueva Orleáns, Warren Riley, advirtió que “los saqueadores y todo criminal violento será tratado con toda la fuerza necesaria”.
El dique más importante de Nueva Orleáns, cuyo colapso provocó las masivas inundaciones, ya fue reparado, dijo el vocero del departamento de Transportes y Desarrollo de Luisiana, Cleo Allen.
Por su parte, los ex presidentes Bill Clinton y George Bush, que coordinaron la ayuda estadounidense por el tsunami en Asia el año pasado, lanzaron la operación de recolección de fondos para socorrer a las víctimas.
Las críticas y el padre del presidente
En su visita a los refugiados en el Astrodome en Houston, Texas, los periodistas preguntaron a ambos ex presidentes sobre las críticas que ha recibido el presidente Bush por la supuesta lentitud para enviar ayuda. Bush afirmó que como padre no le gusta escuchar críticas a su hijo, pero “como presidente tiene que aceptarlo”.
Mientras tanto, el Centro Nacional de Huracanes en Miami detectó un nuevo meteoro, el número 13 de la temporada, de nombre María, que se encuentra en el Atlántico, al este de las Islas Bahamas y va ganando fuerza.
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