Saramago abrió aquí su gira para presentar el libro de remembranzas sobre su niñez Las pequeñas memorias, y celebrar el anuncio público -fuera de Portugal- del lanzamiento de la Fundación José Saramago, establecida el 26 de junio pasado y dedicada a promover los derechos humanos, con atención especial a problemas del medio ambiente y el empobrecimiento de la tierra.
La reunión forma parte de las Mesas Literarias organizadas por la alcaldía de Bogotá, dentro de su programa Elogio de la Lectura, y fue auspiciada por la editorial Alfaguara. Esta es la tercera visita del portugués a Colombia.
Luego de guardar un minuto de silencio por los millares de muertos y víctimas de la violencia en Colombia, en cuya memoria se entregaron claveles a los asistentes, Restrepo -premio Alfaguara 2004 e integrante de la Comisión de Paz que impulsó la desmovilización de la guerrilla M-19 en los años 80- entabló un diálogo sencillo y claro sobre la vida y obra de Saramago.
Durante casi dos horas, las dos figuras de la literatura contemporánea y amigos mutuos condujeron a un atento público de casi 5 mil personas mediante juegos de palabras, en portuñol y español, y lecturas puntuales a propósito de aquellos momentos de la vida del autor reflejados en el libro, además de otros temas, como los personajes humildes y valores humanísticos comunes y constantes en la obra de ambos.
Cerraron la noche en medio de un afectuoso, erudito y nunca resuelto debate sobre la dignidad y el futuro de la humanidad. Ella, insistiendo en rescatar las posibilidades de la literatura y el valor y poder trascendental de la dignidad, elemento fundamental en la obra del maestro; él, terco y pesimista, sin visión clara del futuro, presagiando posibles horrores: “el mundo anda pésimo”.
Pesimismo del Nobel
Saramago había expresado este pesimismo ante la prensa nacional y extranjera, en sus opiniones acerca del estado actual del mundo, de la inexistencia de la real democracia a escala global y, en particular, de su desesperanza aparente ante la situación colombiana.
Al preguntarle qué podría sugerir a los colombianos, aclaró: “Tenéis que parir vuestros muertos, sacarlos de esta tierra, parirlos de vuestra conciencia. Parirlos no será fácil, pero cargarlos será seguir en la pesadilla que lleva dos generaciones y ha causado 30 mil desaparecidos y más de 3 mil secuestrados. Es algo monstruoso, que se ha vuelto cotidiano, donde se pierde la medida de la realidad.
“La solución no es militar, es una situación empantanada; hay que ir más allá del acuerdo humanitario. Es fácil decir diálogo, pero, ¿cómo se llega a él? Parecieran no estar dispuestos. Los políticos que hagan (su labor), pero lo importante es que la sociedad civil asuma su papel como parte, que los ciudadanos tomen parte activa; dejen de ser espectadores e intervengan.”
Enfatizó que la Declaración Universal de los Derechos Hu-manos, que incluye lo social y económico, “tiene que ser la brújula”. Si no, no puede haber democracia: “digan la verdad, pierdan la paciencia”.
Concede que la tarea no será sencilla luego de 50 años de conflictos fratricidas, donde muchos no saben vivir sino para y por la violencia. Pero como él mismo dijo al anunciar los propósitos de la fundación: “No os pido mucho, pido a vosotros todo”.
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