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Desastre ambiental en Hungría. “No he visto un nivel de destrucción así en mi vida”

El muro ya ha sido levantado, pero muchos de los vecinos de Kolontár están concentrados ahora mismo en otro tipo de construcciones. Sus casas tendrán que ser derruidas por los efectos de la riada de lodo tóxico que ha convertido en un infierno rojo su tierra. Les han prometido viviendas, pero no saben dónde ni quién pondrá en dinero para poder cobijarse bajo un nuevo techo.

“No he visto un nivel de destrucción así en mi vida”, confiesa Denis Dalmy, un arquitecto encargado de revisar los daños de los edificios. Los peritos, más allá de causa directa de la riada, que ha dañado las infraestructuras de las casas, han destacado que unas 40 tendrán que ser derribadas por los perniciosos efectos de los productos químicos y metales pesados que contiene el barro, informa Nuño Domínguez. “Con tanto lodo, habrá que tirarlas”.

Tibor Dobson, coordinador de la protección civil húngara (OKF), ha confirmado que el Gobierno ha prometido nuevas viviendas a las víctimas, que podrían elegir su ubicación: bien en una zona de la localidad no afectada por la riada, bien en otra población. Los que han corrido mejor suerte tendrán que esperar previsiblemente hasta el sábado para regresar a sus hogares.

Seis metros de alto

Las obras del nuevo dique de contención para proteger del lodo tóxico a las localidades húngaras de Kolontár y Devecser han concluido. En algunos puntos mide hasta seis metros y los materiales empleados han sido rocas y tierra compacta, según OKF.

Por su parte, la portavoz de protección civil, Györgyi Tüttös, explicó que los medios de comunicación y los habitantes no tienen permitido por ahora acercarse a la zona, ya que los niveles de contaminación aérea son tres veces superiores a lo permitido. En un par de días es posible que puedan hacerlo.

Kolontár, el poblado más afectado

Kolontár, en al oeste de Hungría, fue el poblado más afectado por el derrame el 4 de octubre de barro rojo y el levantamiento del nuevo dique de contención tiene por objetivo desviar una posible segunda riada del material corrosivo restante en el reservorio. El muro de unos 1.500 metros de largo está compuesto por unas 40.000 toneladas de rocas transportadas con camiones de gran tonelaje.

Las autoridades húngaras dan por seguro que ocurrirá un segundo vertido, aunque el barro rojo restante es menos fluido por lo que apenas se desplazará unos mil metros de la balsa. Tüttös explicó que las grietas detectadas en el muro norte del dique de la represa no han aumentado desde hace varios días, lo que indicaría que ha disminuido el peligro de un nuevo vertido.


Hungría interviene la minera del ‘vertido rojo’

Los activos de Magyar Aluminium serán gestionados por el Gobierno. El director de la compañía ha sido detenido

El Gobierno húngaro sacó ayer los colmillos ante el peor desastre ecológico que ha vivido el país. La Policía arrestó a Zoltan Bakonyi, director de la compañía propietaria de la balsa de lodos tóxicos que reventó el pasado lunes liberando una letal riada de barro rojo. La empresa, Magyar Aluminium, será nacionalizada y sus activos intervenidos por el Gobierno mientras prosigue la investigación oficial sobre las causas del desastre. Así lo aseguró ayer en el Parlamento el primer ministro magiar, Viktor Orban. “El Estado debe intervenir la compañía responsable del vertido y sus bienes”, argumentó.

El Gobierno nombrará un comisario que se hará cargo de los bienes de la compañía mientras duren las investigaciones y que evitará que la empresa pueda escaparse de sus posibles responsabilidades. “Tenemos buenas razones para pensar que había empleados que sabían que los muros [de la balsa] estaban dañados, pero, guiados por sus intereses, pensaron que no merecía la pena repararlos”, aseguró ayer Orban. El Parlamento aprobó nacionalizar la compañía por 336 votos a favor, uno en contra y 13 abstenciones.

MAL dice que ha gastado 100 millones en mantener las balsas

Magyar Aluminium, un gigante industrial de la época comunista que fue vendido a manos privadas en 1995, sigue manteniendo que siempre ha operado según la legislación vigente y resalta que ha gastado unos 100 millones de euros en los últimos 10 años en mantenimiento y renovación de los diques.

Varios medios húngaros señalaban ayer que las primeras filtraciones en los muros sucedieron hace meses y, según el diario Nepszabadsag, la compañía aumentó tres veces su altura original para dar cabida a más residuos. El secretario de Estado de Medio Ambiente, Zoltan Illes, aseguró anteayer que la compañía debe unos 80 millones de euros en multas por contaminar las aguas con los lodos tóxicos que se filtran de sus balsas.

“El Gobierno ha hecho lo correcto interviniendo a la empresa y señalándola como responsable, eso es exactamente lo que dictan las leyes de la UE”, explicó a este diario Gabor Figerczky, responsable de la organización ecologista WWF en Hungría.


Hungría interviene la minera del ‘vertido rojo’

El Gobierno húngaro sacó ayer los colmillos ante el peor desastre ecológico que ha vivido el país. La Policía arrestó a Zoltan Bakonyi, director de la compañía propietaria de la balsa de lodos tóxicos que reventó el pasado lunes liberando una letal riada de barro rojo. La empresa, Magyar Aluminium, será nacionalizada y sus activos intervenidos por el Gobierno mientras prosigue la investigación oficial sobre las causas del desastre. Así lo aseguró ayer en el Parlamento el primer ministro magiar, Viktor Orban. “El Estado debe intervenir la compañía responsable del vertido y sus bienes”, argumentó.

El Gobierno nombrará un comisario que se hará cargo de los bienes de la compañía mientras duren las investigaciones y que evitará que la empresa pueda escaparse de sus posibles responsabilidades. “Tenemos buenas razones para pensar que había empleados que sabían que los muros [de la balsa] estaban dañados, pero, guiados por sus intereses, pensaron que no merecía la pena repararlos”, aseguró ayer Orban. El Parlamento aprobó nacionalizar la compañía por 336 votos a favor, uno en contra y 13 abstenciones.

Magyar Aluminium, un gigante industrial de la época comunista que fue vendido a manos privadas en 1995, sigue manteniendo que siempre ha operado según la legislación vigente y resalta que ha gastado unos 100 millones de euros en los últimos 10 años en mantenimiento y renovación de los diques.

Varios medios húngaros señalaban ayer que las primeras filtraciones en los muros sucedieron hace meses y, según el diario Nepszabadsag, la compañía aumentó tres veces su altura original para dar cabida a más residuos. El secretario de Estado de Medio Ambiente, Zoltan Illes, aseguró anteayer que la compañía debe unos 80 millones de euros en multas por contaminar las aguas con los lodos tóxicos que se filtran de sus balsas.

“El Gobierno ha hecho lo correcto interviniendo a la empresa y señalándola como responsable, eso es exactamente lo que dictan las leyes de la UE”, explicó a este diario Gabor Figerczky, responsable de la organización ecologista WWF en Hungría.

Mientras, en la zona del desastre, los servicios de rescate encontraban ayer el cuerpo de la octava víctima mortal del desastre. Sesenta personas siguen ingresadas por quemaduras y otras lesiones, 12 de ellas en estado grave.

Los habitantes de Kolontár y Devecser que han perdido sus casas, en todo caso, no han esperado a que la investigación oficial termine y ya están contactando con abogados para denunciar a la empresa contaminante. “Si la compañía resulta ser culpable del vertido, tendría que pagar al menos unos 40.000 euros por cada casa arrasada, aunque es difícil saberlo con seguridad”, explicó a Público Gabor Magyar, responsable de un bufete de abogados de Budapest que ya está procesando las denuncias de varios afectados.

“Esperamos tener cientos de casos [más de 200 casas fueron arrasadas por la riada], aunque aún es muy pronto, porque la gente de la zona apenas tiene acceso a teléfonos”, asegura. Según él, “si se logra probar que la compañía manejaba sustancias peligrosas, no se podrá escabullir de pagar todos los daños”. El proceso podría zanjarse en un año por juicio rápido, asegura.
Muro de contención

En Kolontár, donde ya no queda ningún habitante, unos 1.200 operarios se afanaban ayer en terminar los muros de contención que deben frenar la segunda oleada de lodos tóxicos que llegará cuando se derrumben los muros de la balsa accidentada, algo que el Gobierno da por seguro.

Se trata de tres grandes barreras que abarcan 1.500 metros de largo y tienen un espesor de unos 30 metros, según explicó ayer Gyoryii Tottos, portavoz de los servicios de gestión de la catástrofe, que espera que la obra esté terminada hoy. Nadie sabe si los muros serán suficientes para frenar la segunda ola, que será más lenta (también más tóxica) debido al espesor del barro.

En Devecser, cuya entrada fue abierta ayer durante unas horas, la población local seguía empeñada en la titánica tarea de sacar el lodo que aún anega sus casas a golpe de pala. Las calles del pueblo siguen teñidas de rojo, aunque algunas aceras están ya cubiertas con yeso, que se está usando para neutralizar la causticidad del barro.

NUÑO DOMÍNGUEZ Enviado especial a Devecser (Hungría)

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