Organizaciones ecologistas de todo el mundo se unen hoy a la conmemoración del aniversario cuarenta del Día de la Tierra y lo hacen con reclamos a los políticos por el “fracaso” de la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas en Copenhague (Dinamarca), al tiempo que los instan a que en la próxima cita, que se celebrará en Cancún, México, se llegue a mayores compromisos para frenar el calentamiento del planeta.
Para Yayo Herrero, de Ecologistas en Acción, en España, el planeta sufre aceleradamente problemas medioambientales que los países no parecen estar muy dispuestos a solucionar, como quedó demostrado en la conferencia que se celebró en Copenhague, entre el 7 y el 18 de diciembre de 2009.
Según Herrero, la base del deterioro que sufre el planeta está centrada, en primer lugar, en el desorden global, uno de cuyos efectos es el cambio climático, que se demuestra en la acidificación de los mares, deshielo de los polos, el aumento de los fenómenos naturales, como terremotos, sequías, tsunamis.
En segundo lugar, un proceso de pérdida de biodiversidad, indispensable para la vida humana. Y, por último, la crisis energética.
A estos tres graves problemas, en su opinión, se unirían los múltiples procesos de contaminación nuclear y química. Todo ello significa, a decir del experto, que nuestro planeta se encuentra en un momento muy delicado y que necesita apuestas arriesgadas por parte de los gobiernos.
Al respecto, Aída Vila, responsable de la campaña de cambio climático de Greenpeace, destaca que el Día de la Tierra es un buen momento para recordar a los líderes políticos la necesidad de alcanzar compromisos amplios en cuanto a la reducción de emisiones, alineados con las recomendaciones científicas.
En este sentido, Vila señala que se debe poner sobre la mesa de negociación los elementos necesarios para firmar un acuerdo justo, ambicioso y legalmente vinculante, en la reunión que se celebrará en Cancún (México) a finales de este año.
Por ello, reclama a la Unión Europea que “haga gala del liderazgo que la venía caracterizando años atrás” y aumente sus compromisos de reducción de emisiones hasta el 30 por ciento.
En cualquier caso, destacó que en estos 40 años ha mejorado la “conciencia ambiental” de la sociedad respecto al problema del cambio climático, que entonces, a su juicio, no era tan conocido, ni los riesgos que corre la población mundial eran “tan públicos”. “En los últimos años, esto ha cambiado mucho, pero a nivel de lucha política no contamos con un instrumento internacional que permita decir que vamos a detener el cambio climático”, acota.
También la responsable de cambio climático de la World Wildlife Foundation (WWF), Mar Asunción, elogia que en estas cuatro décadas se han dado “pasos muy importantes” en materia de sensibilización social, pero lamenta que, mientras que la gente entiende que el medio ambiente es algo a proteger y el discurso ha calado en la población, “no está muy claro cómo se traslada a los hechos” y a pesar de este aspecto positivo el problema es mucho más grave hoy.
Por su parte, un grupo de investigadores del Instituto para la Investigación de Impactos Climáticos de Potsdam (Alemania) señala que el “el espíritu de Kioto se difumina” tras analizar los “insuficientes” objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que los países industrializados acordaron en Copenhague.
En un artículo de opinión publicado en la revista Nature, Joeri Rogelj y Malte Meinshausen, principales firmantes, manifiestan que si las naciones industrializadas no son más ambiciosas en las metas, las emisiones se dispararán hasta un 20% por encima de los niveles actuales para 2020.
Y es que los objetivos de los 76 países que hasta el momento han rellenado la “hoja en blanco” que salió de Copenhague con sus propuestas de reducción -naciones que aglutinan el 80% de las emisiones industriales- no son en ningún caso acordes a la urgencia que se requiere para luchar contra el cambio climático, agregan. Tanto es así que los investigadores dicen que es “pasmoso” ver lo poco ambiciosas que son las propuestas.
Así, la Unión Europea se queda en el 20% de reducción para 2020 sobre 1990, lo que en la práctica significa que solo debe hacer esfuerzos anuales menores a los alcanzados en promedio en los últimos 30 años. La propuesta de Estados Unidos, por su parte, de reducir sus emisiones un 17% sobre el nivel de 2005 supone una disminución de solo el 3% si se hace sobre el año base de referencia, 1990. Destacan que solo Japón y Noruega han realizado apuestas importantes: una reducción del 25% el primero, y entre el 30 y 40% el segundo.
Los científicos estiman que los actuales compromisos puestos sobre la mesa nos conducirían a unas emisiones globales de entre 47,9 a 53,6 gigatoneladas anuales a partir de 2020, entre un 10 y un 20% por encima de los niveles actuales y de la horquilla de seguridad fijada por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), que hablaba de una reducción de las emisiones de los países industrializados de entre un 25 y un 40% para 2020.
Este rango suponía avanzar en el camino para que la temperatura media del planeta no se dispare por encima de los 2 grados centígrados a final de siglo. Pero para lograrlo hacen falta metas a medio plazo (2050), que finalmente quedaron fuera del Acuerdo de Copenhague.
Si no se toman medidas contundentes a mediano plazo, los investigadores advierten que hay más de un 50% de posibilidades de que el aumento de temperatura supere los 3 grados centígrados de media en 2100. Incluso, si los países acuerdan reducir a la mitad las emisiones en 2050 sobre el nivel de 1990, tal y como figuraba en el borrador de Copenhague, esto implicaría que los países ricos deberían reducir cada año un 3,5% sus emisiones (sobre las del año 2000) entre 2020 y 2050.
Pero tal disminución requeriría un esfuerzo político, económico y de innovación tecnológica sin precedentes, señalan Rogelj y Meinshausen.
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