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El “alto el fuego” en Ucrania expone grietas y debilidades del imperialismo

El “alto el fuego” en Ucrania expone grietas y debilidades del imperialismo

Estados Unidos ha intentado mostrar liderazgo y una alianza fuerte ante la crisis en Ucrania. Sin embargo, rápidamente surgieron grietas que parecen irreconciliables en su interior.

 

Los asesores de los jefes de Estado de Rusia, Ucrania, Francia y Alemania, que el miércoles se reunieron para mantener conversaciones en París, reafirmaron en un comunicado conjunto su compromiso de mantener el alto el fuego acordado en los llamados acuerdos de Minsk.

Antony Blinken durante semanas estuvo de gira por Europa para mostrar un “frente unido” ante lo que considera una posible invasión rusa a Ucrania. Sin embargo en la alianza de Occidente hay muchas grietas que es necesario desmenuzar.

Recientemente en una declaración conjunta del grupo conocido como el Formato de Normandía, creado en 2014 para buscar una salida a la crisis en Ucrania, reafirmó su apoyo a los Acuerdos de paz de Minsk “como base de trabajo” y se comprometió a intentar “mitigar” los desacuerdos. Desde allí han funcionado como mediadores entre Kiev y Moscú para poner, al menos temporalmente, paños fríos a la crisis abierta.

El encuentro en París buscaba una desescalada de la tensión, tras una serie de conversaciones entre Rusia y Estados Unidos. Washington acusa a Moscú de preparar un ataque inminente, tras haber desplegado miles de soldados en la frontera con Ucrania.

“Pese a todas las diferencias de interpretación”, los participantes estuvieron de acuerdo en que “todas las partes deben mantener el alto al fuego en el este de Ucrania “en virtud de los acuerdos”, agregó el enviado ruso.

Esta maniobra de Francia y Alemania (que se negó a enviar armas a Ucrania) muestra las divergencias que existen, no solo dentro de la Unión Europea, sino también en la OTAN. Sobre todo expone la dificultad y debilidad de Estados Unidos para liderar una coalición occidental ante una crisis de gran relevancia mundial.

Algunos países tienen una historia problemática con Rusia, prefiriendo una respuesta transatlántica, en lugar de una propuesta separada de la UE. Por otro lado, mientras que algunas naciones de la UE han enviado apoyo militar a Ucrania, movilizado tropas y realizado ejercicios militares, otras siguen presionando por una solución diplomática. Los países Bálticos se han dispuesto a enviar equipos al gobierno de Kiev, la OTAN ha desplegado batallones en Estonia, Lituania, Letonia, que tienen fronteras cercanas con Rusia. El Estado español gobernado por la coalición PSOE – Unidas Podemos, ha enviado sus buques de guerra al Mar Negro.

Polonia ha dado un fuerte apoyo al gobierno de Volodymyr Zelensky, entre otras cuestiones por la crisis migratorio en sus fronteras con Bielorrusia, al tiempo que se enceuntra en tensión con la UE. Por su parte Viktor Orban, el primer ministro húngaro ultracoservador, no apoyará a Ucrania ante el actual conflicto con Rusia mientras Kiev siga privando de derechos a la minoría magiar que vive en su territorio.

El Reino Unido, que ya no forma parte de la Unión Europea desde la concreción del Brexit, ha estado enviando ayuda militar a Ucrania sin sobrevolar el espacio aéreo de Alemania. Boris Johnson podría estar buscando escapar de algunas crisis internas.

Francia y Alemania una política común hacia Ucrania

Lo que más preocupa a estos países son las consecuencias de las posibles sanciones duras a Rusia que agita Estados Unidos. Macron y Scholz se están enfocando en revivir las discusiones en el “Formato de Normandía” (Ucrania, Rusia, Francia y Alemania), que esperan que contribuya a una forma de “desescalada”, palabra que ambos hicieron hincapié durante una conferencia de prensa conjunta. Los asesores diplomáticos de los mandatarios de los cuatro países se reunieron este miércoles en el Palacio del Elíseo para intentar desbloquear estas conversaciones.

Hablando sobre el futuro de la seguridad de Europa en un evento en Bruselas esta semana, Borrell reiteró la unidad de la UE con los EE. UU. y la OTAN. “Una mayor responsabilidad estratégica europea es la mejor manera de reforzar la solidaridad transatlántica. No es ni la UE ni la OTAN: es ambos”. Pero lo que importan son los hechos, y sobre los intereses.

Los líderes de la UE han estado discutiendo sobre la imposición de sanciones en caso de una agresión rusa: prohibiciones comerciales, sanciones energéticas y el aislamiento de Rusia de los mercados financieros y de alta tecnología.

Sin embargo, las sanciones necesitan la unanimidad de 27 países de la UE y deben discutirse con EE. UU. y otros aliados occidentales, una cosa en la que la UE puede estar de acuerdo es que si cae Ucrania, también cae toda la arquitectura de seguridad europea, y buena parte de su economía.

Como decíamos en un artículo anterior, excluir a Rusia del sistema global de pagos SWIFT (es lo que mueve el dinero de un banco a otro) o cortar el gasoducto Nord Stream 2, entre otras, medidas que dañarían las economías tanto de Rusia como de la Unión Europea. Esto implicaría, por ejemplo, que no se podrá pagar por el gas, y por tanto no habría suministro (en estos momentos las reservas de gas están en mínimos históricos), lo que traería fuertes aumentos de los precios de la energía.

El gasoducto Nord Stream 2 en el centro de la grieta

El oleoducto de propiedad del gigante ruso Gazprom está en el centro del desacuerdo entre Alemania y EE. UU., que ve el proyecto como una forma de que Moscú aumente su influencia en Europa, y un posible acercamiento estratégico a largo plazo entre ambos países.

Esta obra de infraestructura de 11 mil millones de dólares, alimentaría el aparato productivo alemán, principal socio comercial del resto de Europa, y 26 millones de hogares sin pasar por Ucrania o Bielorrusia que cobran un impuesto por transporte. O sea, se reduciría considerablemente el costo de la energía. Algo que Estados Unidos quiere evitar para favorecer a sus empresas de Gas Natural Licuado (GNL) o de sus aliados como Qatar (el segundo exportador de GNL del mundo), con quien ha tenido conversaciones en caso de sanciones a Rusia.

Desde que inició la crisis un número récord de cargamentos de GNL salió de EE. UU. con destino a puertos europeos durante el último mes, y EE. UU. tiene un fuerte incentivo a largo plazo de forzar a Europa a renunciar a la dependencia de Rusia, y el proyecto de gasoducto Nord Stream 2 , a favor de sus propias reservas de gas de esquisto (hidrocarburos no convencionales).

Esta iniciativa comenzó con Donald Trump cuand anunció en 2017 reforzar, con el impulso de Polonia y en contra de la opinión de Alemania, la alimentación Norte-Sur de Europa transportando gas desde la terminal GNL de Świnoujście (Polonia) hacia el resto de Europa Central, para de este modo hacerle competencia a los gasoductos rusos provenientes del Este.

Esto explica porqué para Unión Europea es un objetivo clave lograr mayor autonomía estratégica de Estados Unidos a largo plazo. Si bien la capacidad de bajar las tensiones al mínimo del Formato de Normandía están cuestionadas al dejar afuera a Estados Unidos como socio directo en las negociaciones, muestra las grietas dentro del imperialismo ante la crisis en Ucrania.

El Gobierno ucraniano busca que Washington desempeñe un papel más firme porque teme que, de lo contrario, se tenga demasiado en cuenta a Moscú y pierda parte de los negocios energéticos.

Para Rusia la guerra en Ucrania es parte de un proceso de pérdida de influencia sobre su antigua esfera de influencia que ha impactado fuertemente en sus ingresos y ha reforzado su dependencia de la venta de hidrocarburos. Sin embargo, Europa y sobre todo Alemania dependen del gas de ruso. El conflicto actual muestra que Nord Stream 2 se ha convertido tanto en un elemento disuasorio para la guerra en Ucrania como en una opción de castigo en caso de una. La crisis en Ucrania se ha transformado en una problema que alcanza las fronteras del imperialismo y expuso sus debilidades, y aunque hayan logrado enfriar las situación todo indica que será momentáneo.

Santiago Montag@SalvadorSoler10

Información adicional

Europa del Este.
Autor/a: Santiago Montag
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Fuente: La Izquierda diario

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