Si en Caracas 2006 – edición descentralizada del FSM- había ocupado un
lugar primordial, en Kenia continuó siendo analizada. La relación entre
los movimientos sociales, la sociedad civil en general, los partidos
políticos y el Estado ocupó varios espacios de discusión en los últimos
días. Confirmando diferencias sensibles entre los dos continentes
–Africa y América Latina – y al interior de los mismos.
Cambiar la perspectiva
“No sólo es un debate esencial, sino un ejercicio imprescindible a
profundizar”, afirma Antonio Martins, militante social , co-fundador
del FSM en 2001 –en representación de ATTAC Brasil- y actualmente miembro
del grupo “facilitador”, que apoya al cónclave africano.
Y cuando habla de esencia, Martins no duda en provocar la ira de
ciertas visiones clásicas de la izquierda tradicional: “hay que revisar esas
concepciones que entienden a los partidos políticos como representantes
y a los movimientos sociales como representados”.
En otras palabras, que le otorgan a los movimientos un “papel
subalterno, en tanto actores que deben, cada cuatro o cinco años, en el
momento de las elecciones, transferir sus decisiones a los partidos”.
Martins, que reivindica el aporte significativo del Foro Social Mundial
como espacio clave para debatir y construir una nueva cultura política
ciudadana, pasa a la ofensiva teórica. “ Sin presión fuerte de los
movimientos sociales no se modificarán los mecanismos de poder”.
Y es al joven dirigente brasilero de enumerar , en “forma telegráfica”
–según sus propias palabras-, algunos de los retos que el Foro Social
Mundial tiene en esta nueva etapa de la búsqueda de alternativas. “Hay
que reinventar la idea de emancipación; re-elaborar el concepto de
democracia a partir de la participación y seguir luchando para
deslegitimar la violencia del sistema”.
Y esos nuevos conceptos –y los cambios que los mismos conllevan- “hay
que implementarlos ya, desde ahora mismo”.
Y los ejemplos abundan: “ la lucha contra el SIDA en Africa para
asegurar la prevención y los medicamentos necesarios a los enfermos;
las nuevas variantes de economía solidaria en construcción o los programas
libres de computación ya expresan retos importantes”.
Si…pero…
“Las relaciones entres los partidos y los movimientos son complejas, y
están condicionadas por el poder”, responde Javier Diez Canseco,
militante del Partido Socialista peruano.
Quien sale a la defensa de las estructuras partidarias, subrayando que
“los movimientos sociales –y no sólo los partidos- tienen
intermediaciones – ndr: negocian- con el Estado”.
Para el militante peruano hoy en Latinoamérica se dan fenómenos
novedosos, tales como “la insurgencia de los pueblos originarios que
tienen otra concepción de la democracia”.
La democracia participativa que esos pueblos defienden y ejercitan,
prueba “que la democracia no es una invención de occidente”, asegura.
Diez Canseco coincide en defender el papel del Foro Social Mundial,
entendiéndolo como el resultado de una construcción colectiva “entre
movimientos y partidos”.
Y propone, de cara al futuro, una serie de códigos que permitan
asegurar la correcta relación entre partidos y actores sociales: la autonomía de
ambos hacia el otro; la transparencia en el intercambio: el mutuo
control y un atento seguimiento a los que detentan el poder” .
La vision africana
Para Leopoldo Mansai, militante social y miembro de una ONG cristiana
de Camerún, “se trata prioritariamente de redefinir la relación de la
sociedad civil de su país con los partidos políticos” que fueron
creados en una etapa reciente y con el objetivo de asegurar siempre la
re-elección de los gobernantes.
Analizando la joven historia política camerunesa – luego de la
independencia-, el analista político subraya el papel de la sociedad
civil, en diálogo con los partidos, para elaborar la actual
constitución vigente desde 1996 . Y para observar las últimas elecciones del 2002,
evitando riesgos de fraude.
La síntesis de dos continentes distantes en cuanto a sus propias
dinámicas actuales la introduce Titi Nwel, miembo de Justicia y Paz de
la Iglesia Católica de ese país del oeste africano. Las prioridades del
trabajo político; el estado diferente de los movimientos sociales y la
diversidad en la naturaleza misma del concepto de sociedad civil,
“expresan las grandes diferencias que tiene Camerún –y una buena parte
de Africa- con América Latina, enfatiza.
Dinámicas diversas que, sin embargo, encontraron en el FSM de Nairobi
un punto de convergencia bastante inusual. No se trataba de la luna y
marte. Sino de dos regiones del planeta que a pesar de los ritmos
sociales, étnicos y culturales diferentes, se reconocen cuando se miran
frente al mismo espejo de la dependencia.
* Colaboración E-CHANGER
ONG de cooperación solidaria
Sergio Ferrari
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