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El Gobierno británico da luz verde a la extradición de Julian Assange a EEUU

El Gobierno británico da luz verde a la extradición de Julian Assange a EEUU

La ministra británica de Interior, Priti Patel, ha firmado la orden necesaria para extraditar al fundador de WikiLeaks. Aún cabe la posibilidad de un nuevo recurso a esta decisión.

 

Llegó el día. El Gobierno británico ha dado el paso que faltaba en el caso Julian Assange. La ministra de Interior, Priti Patel, ha firmado la orden necesaria para extraditar al fundador de WikiLeaks a Estados Unidos.

Assange está requerido por cargos de espionaje por la filtración de documentos secretos, según informó este viernes la cartera de Interior. No obstante, cabe la posibilidad de un nuevo recurso a esta decisión.

Fue el pasado 20 de abril cuando un juez de un tribunal británico emitió una orden de entrega del periodista australiano a EEUU para ser considerada por el Gobierno del Reino Unido.

“En virtud de la Ley de Extradición de 2003, el ministro del Interior debe firmar una orden de extradición si no encuentra argumentos para prohibir que se emita la orden”, indicó un portavoz del ministerio en un comunicado divulgado este viernes.

En dicho escrito se añade que “las solicitudes de extradición solo se envían a la ministra del Interior una vez un juez ha decidido que se puede proceder tras haber valorado varios aspectos del caso”.

“El 17 de junio, tras la valoración de los jueces de la Corte de Magistrados de Westminster y del Tribunal Superior, se ordenó la extradición de Julian Assange a Estados Unidos. Assange mantiene el derecho de apelación en un plazo de 14 días”, continúa el comunicado.

“Las cortes británicas no han encontrado que el proceso de extraditar a Assange sea opresivo, injusto o suponga un abuso de proceso”, ha asegurado el portavoz de Interior.

Asimismo, puntualiza que “tampoco han hallado que la extradición sea incompatible con sus derechos humanos, como el derecho a un juicio justo y a la libertad de expresión, y que mientras esté en Estados Unidos vaya a ser tratado de manera apropiada, como en lo referido a su salud”.

A su vez, en relación con las alegaciones del acusado, Reino Unido espera que Assange reciba un trato “adecuado” por parte de EEUU también “en lo referente a la salud”.

“Esto es solo el inicio de una nueva batalla legal”

Wikileaks ha reaccionado a esta decisión del Gobierno británico en un comunicado difundido en sus redes sociales. “Es un día oscuro para la libertad de prensa y para la democracia británica”, arranca un texto que deja claro: “Hoy no es el final de la lucha, es solo el inicio de una nueva batalla legal”. 

“Apelaremos a través del sistema legal, la próxima apelación será ante el Tribunal Superior. Lucharemos más fuerte y gritaremos más fuerte en las calles, nos organizaremos y haremos que la historia de Julian sea conocida por todos”, anuncian.

“Julian no hizo nada mal. Él no ha cometido ningún crimen y no es un criminal. Es un periodista y un informador y es castigado por hacer su trabajo. Estaba en el poder de Priti Patel hacer lo correcto. En cambio, siempre será recordada como cómplice de Estados Unidos en su plan para convertir el periodismo de investigación en una empresa criminal”, añaden. 

“Cualquiera en este país que se preocupe por la libertad de expresión debería estar profundamente avergonzado de que la ministra del Interior haya aprobado la extradición de Julian Assange a EEUU, el país que planeó su asesinato”, apuntan.

El pasado mes de abril, el abogado Aitor Martínez, del bufete Iload que dirige Baltasar Garzón que ejerce la defensa de Assange, ya apuntaba a que en la “fase gubernativa pueden esgrimirse diversas causales que bloqueen la entrega, como es, por ejemplo, el principio de especialidad, es decir, el temor de que una vez fuese entregado a Estados Unidos pudiera proceder por otras causas penales que no hayan sido sometidas a extradición, algo que parece evidente”.

Asimismo, señalaba que hay más elementos objeto de apelación, como “lo relativo al principio de proporcionalidad, atendiendo a que se dilucidan potenciales penas de 175 años de cárcel bajo la Ley de Espionaje contra un periodista que simplemente desplegó su labor o el abuso de la extraterritorialidad penal, ya que la jurisdicción norteamericana persigue a un ciudadano extranjero, por publicar en el extranjero; o diversos aspectos relacionados con el despliegue de herramientas brutales de espionaje contra Julian Assange en la Embajada de Ecuador en Londres”.

Amnistía alerta del “gran riesgo” para Assange

En el mismo sentido que Wikileaks y su letrado se ha pronunciado la secretaria general de Amnistía Internacional, Agnès Callamard. “Permitir que Julian Assange sea extraditado a Estados Unidos lo colocaría ante un gran riesgo”, ha asegurado en un comunicado.

Asegura además que esta decisión “envía un mensaje escalofriante a los periodistas de todo el mundo”.

Callamard ha apuntado que “si la extradición procede, Amnistía Internacional está extremadamente preocupada porque Assange afronte un alto riesgo de confinamiento en solitario prolongado, que violaría la prohibición de ejercer tortura u otro tratamiento vejatorio”.

Remarca además que “las garantías diplomáticas proporcionadas por Estados Unidos de que Assange no será puesto en confinamiento en solitario no pueden tomarse en serio dado su historial previo”.

“Pedimos al Reino Unido que se abstenga de extraditar a Julian Assange, que Estados Unidos abandone los cargos, y que Assange sea liberado”, ha zanjado


La tortura de Assange y la defunción del periodismo; sin ir más lejos, en Ucrania

por Víctor Sampedro Blanco, catedrático de Comunicación Política en la URJC

 

Un boceto de la artista Elizabeth Cook muestra al fundador de Wikileaks, Julian Assange (derecha), asistiendo a su juicio de extradición en el Tribunal Penal Central. Un juez dictaminó que Assange no puede ser extraditado a Estados Unidos. Foto: Elizabeth Cook/PA Wire/dpa

Por enésima vez los medios publicitan lo que la ONU calificó de tortura: el trato que recibe Julian Assange en el Guantánamo británico en el que está recluido. Debemos haber leído ya una decena de veces que el Reino Unido lo extraditará a EE.UU. Y que, una vez allí, le condenarían a 175 años de cárcel. Eso después de más de una década de confinamiento domiciliario y aislamiento carcelario. Las “noticias” sobre Assange apenas son notas judiciales. Dan cuenta del destrozo que le han provocado. Es un paria enajenado, un asperger deprimido al borde del suicidio.

A Assange lo ajustician en bucle. Los medios que se lucraron con sus filtraciones publicitan su castigo y encubren su gesta. Apenas ejercen de notarios correveidiles y perros falderos de los torturadores. Assange sería libre si tan siquiera uno de los directores que publicaron sus filtraciones – pongamos en El País, Le Monde, The New York Times o The Guardian – se hubiera auto-inculpado de los cargos que pesan sobre el hacker australiano. Asumir como propio el delito de investigar y revelar verdades habilita para ejercer el periodismo. Autoincúlpándose las feministas lograron el derecho al aborto y los insumisos acabaron con el servicio militar.

No abundan los periodistas activistas de la transparencia (algo que les va en el oficio), sino los relaciones públicas del poder. Las redacciones ya no hacen periodismo, sino publicidad corporativa y propaganda política disfrazada de noticias. Solo así se explica tanto silencio cobarde: la aquiescencia del cómplice. Y así también se entiende que la cobertura que recibieron las filtraciones de Wikileaks desactivase su carga crítica. Tras conocerlas, el periodismo y el mundo debieran ser otros: información fundamentada en bases de datos incontestables y una globalización de los derechos humanos defendidos desde un Cuarto Poder en Red.

Eso es lo que el castigo a Assange invisibiliza: la alianza entre filtradores anónimos y medios que colaboran entre sí. Se trata de blindar la privacidad de la ciudadanía con la encriptación. Y de aplicar la transparencia a los poderosos. El último libro de Assange fue la transcripción de su entrevista con Eric Schmidt, el CEO de Google. Una llamada a que la ciudadanía asumiese el control de sus comunicaciones y a que filtrásemos los bancos de datos que desnudan el poder.

La represión de Assange es proporcional a la grandeza de su gesta. No resulta sencillo enterrar la denuncia incontestable, sin réplica posible, de los crímenes de guerra del Pentágono. Tampoco el neo-imperialismo de la red diplomática más poderosa del mundo. Ese era el significado último de los cables de Irak y Afganistán y del Cable Gate. Y hacerlo desde Internet, desde una comunidad libre como es Wikileaks que crea una zona de autonomía insobornable e imparable. ¿Se los imaginan informando sobre Ucrania? ¿Creen que estaríamos en guerra? Ya les digo que no.

Wikileaks practica un periodismo que supera todo ejemplo previo o posterior: se erige en contrapoder mancomunado. Llevamos diez años postulando ese periodismo de código libre. Y Assange, purgando el haberlo hecho realidad.

No ladran, sino que le muerden la yugular, porque aún cabalgan. ¿Quiénes? Los criptopunks que han hackeado decenas de empresas y organismos gubernamentales rusos en represalia por la invasión de Ucrania. Y quienes denuncian la campaña prebélica de Putin y de la OTAN, los crímenes de guerra de ambos bandos, el negocio que generan para los traficantes de armas, los monopolios energéticos y de materias primas… la muerte y el hambre que todo ello provoca. Pero lo hacen sin poder aportar datos.

Las pantallas rusas ensalzan al carnicero Putin. Y las europeas y estadounidenses, al comediante Zelensky. Si es que esos roles no son ya intercambiables. Tampoco es casualidad que el mandato de Donald Trump sentara las bases para masacrar jurídicamente a Assange. Y que sea el gobierno de Boris Johnson (quizás el líder más belicista junto con Putin), el que dé luz verde a su extradición. Reivindicar a Assange es desnudarlos. Solo cabe retomar, ahora con Ucrania, el testigo que el australiano-ecuatoriano recogió. El asumió que el Vietnam de su generación eran Irak y Afganistán. Quien no siga su ejemplo, que entregue el carnet de periodista.

17/06/2022

Información adicional

Autor/a: Página12 / Víctor Sampedro Blanco
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Fuente: Página12 / Público

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