Para el grupo financiero español, propietario de BBVA-Bancomer, el principal grupo bancario de México, “las ventajas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se han agotado”.
El consorcio ofrece una explicación sobre el aletargamiento económico de México en años recientes, especialmente a partir de mediados de la década pasada, cuando la profundización de la apertura comercial y financiera fue mencionada como argumento para sentar las bases de un mayor crecimiento económico.
El jueves pasado, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) reportó que con un ritmo de crecimiento en 2007 similar al de Haití, México se mantuvo en la parte baja del desempeño económico en América Latina y así seguirá en 2008.
De acuerdo con el organismo regional de la ONU, en 2007 la economía mexicana crecerá 3.3 por ciento, un rango similar al de Haití y apenas arriba de Nicaragua (3 por ciento), los dos países más atrasados de la región. El desempeño de México estará 2.3 puntos porcentuales abajo del promedio de la región.
Para 2008, América Latina crecerá 4.9 por ciento, 1.6 puntos porcentuales arriba del pronóstico de 3.3 por ciento para México en el mismo periodo. La Cepal espera que Haití sí mejore su desempeño y logre un crecimiento de 4 por ciento. Prevé que Nicaragua se ubique en 3.5 y Ecuador en 3 por ciento.
Glorias pasadas
En un reporte publicado a finales de noviembre, BBVA considera que México se ha quedado rezagado como receptor de inversión extranjera directa y comenta que en este rubro el país “está viviendo de glorias pasadas”.
Cuando el gobierno de Carlos Salinas (1988-1994) profundizó el proceso de apertura económica y liberalización financiera, uno de los argumentos de quienes promovieron esta estrategia fue que más inversión extranjera propiciaría mayor crecimiento de la economía. Sobre esa línea se negoció el TLCAN.
“Comparado con quienes más avanzan, México se ha quedado rezagado en materia de captación de inversión extranjera. Puede haber diversas explicaciones, aunque la lección parece clara: el deterioro en los niveles de competitividad y el retraso en los acuerdos institucionales que garanticen estabilidad y mayor crecimiento en el mediano plazo han ido cobrando factura.”
Podría pensarse, añade, que el atractivo de México para albergar inversión ha ido en aumento: el monto captado en 2006, cercano a 19 mil millones de dólares, prácticamente duplica al registrado una década atrás (10 mil millones en 1996); representa, además, 20 por ciento del total destinado a Latinoamérica en el mismo año.
Sin embargo, los números absolutos resultan engañosos: si se miden como proporción del PIB, se observa que, luego del impulso del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, que ubicó a la inversión en niveles cercanos a 3 por ciento en 2000, la tendencia ha bajado desde entonces, aunque atenuada por operaciones financieras. El nivel alcanzado en 2006 es de 2.3 por ciento del PIB, algo similar al alcanzado en 1994, fecha de inicio del TLCAN.
De acuerdo con BBVA, sólo una parte de la inversión extranjera directa reportada, alrededor de 50 por ciento, son capitales frescos. El resto corresponde a cuentas entre filiales, reinversión de utilidades e importación de maquinaria. Comparada con la de hace una década, la inversión en nuevos proyectos pasó de 6 mil 400 millones de dólares a 7 mil 500 millones.
“Importantes al inicio, las ventajas que ofreció el tratado comercial con Estados Unidos y Canadá a las exportaciones de México se han venido agotando. La especialización en actividades intensivas de mano de obra y bajo nivel de valor agregado rindió sus mejores frutos en los años 90.
“En la presente década, con la firma de acuerdos comerciales en materia textil entre Estados Unidos y diversos países de Centroamérica, pero sobre todo con la entrada de China a la Organización Mundial de Comercio en 2001, las ventajas relativas de México se han ido erosionando”, considera BBVA.
Por: Roberto González Amador
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