Aunque prefiere que lo llamen “Compañero Evo” y no “Señor Presidente”, Evo Morales Ayma asumirá este 22 de enero el gobierno de uno de los países más pobres y explosivos del continente.
Fotografía: Ap |
Atípica fue su elección en un país con una fuerte carga colonial. Quizá para deslindarse de ese pasado, Evo Morales decidió que antes de la ceremonia oficial de toma de posesión, recibirá el bastón de mando de manos de indígenas bolivianos.
En la celebración indígena, Morales recibirá su mandato descalzo “para tener contacto directo y con los poderes de la Pacha Mama (Madre Tierra)”, de acuerdo con las tradiciones de su pueblo.
De manera similar, en la ceremonia oficial dos columnas de mineros y campesinos flanquearán la caminata del nuevo presidente por las calles de La Paz, simbolizando las fuerzas que le dieron el triunfo al líder indígena y que defenderán a su gobierno. Detrás de ellos, estarán los miembros de las fuerzas armadas y de la policía, encargados oficialmente de la seguridad.
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La elección de Evo Morales como primer presidente indígena en la historia de Bolivia, es la culminación de una revolución democrática ocurrida en el país andino, señala el vicepresidente Alvaro García Linera.
La estabilidad política será un verdadero reto en ese país que ha tenido más gobernantes que los 180 años de independencia. La desigualdad y la exclusión social serán dos problemas ineludibles para el nuevo mandatario, en cuya nación los indígenas aymaras, quechuas, tupi-guaraníes y otros, representan 60% de la población pero han estado relegados del poder y de la riqueza.
Por eso, Morales declaró durante su gira internacional: “Ha llegado la hora de que nuestra revolución democrática y cultural se expanda en todo el continente y por todo el mundo porque lo único que buscamos es dignidad, igualdad y libertad”.
“El gobierno de Evo Morales no habría sido posible sin la lucha heroica de millones de indígenas y sectores populares durante siglos. Con ellos está comprometido”, señala Oscar Olivera, vocero de la Coordinadora de Defensa del Agua y de la Vida en Cochabamba.
“Su triunfo es consecuencia directa del ciclo de luchas sociales iniciado en el año 2000 con la llamada ‘Guerra del Agua’, cuando comienza a quebrarse el modelo político y económico impuesto 20 años atrás”, señala Olivera.
Así lo asume el vicepresidente Alvaro García, intelectual y ex guerrrillero: “Bolivia se ha levantado, esta es una revolución democrática y ha dado una señal clarísima a América Latina y al mundo que apuesta por cambiar este país, y lo va a hacer de manera estructural, sin medias tintas, ese es el mandato del pueblo”.
El sonriente indio aymara hizo una intensa gira por Cuba, Venezuela, España, Francia, Bélgica, Holanda, China, Sudáfrica y Brasil, donde estableció acuerdos y ratificó los lineamientos de su gobierno. Ocupó las primeras planas de los diarios y disgustó a la derecha española por llevar su suéter de lana a rayas al protocolo (hasta el rey de España le regaló una corbata).
“Queremos socios pero no patrones; las riquezas naturales son del pueblo boliviano; combatiremos al narcotráfico sin injerencia extranjera; el cultivo de la coca es ancestral en mi país y queremos venderle hojas a la Coca Cola pero no cocaína; (…) nos asociaremos a los gobiernos que combaten el neoliberalismo y al imperialismo; integraremos el Mercosur (…); estamos dispuestos a mantener relaciones de mutuo respeto con Washington pero no serán de subordinación ni de sometimiento…”, dijo.
Sin embargo, Oscar Olivera advierte que la victoria de Morales “es ante todo la señal de la necesidad y la obligatoriedad de que los gobernantes deben cumplir con la agenda que indígenas, campesinos y sectores populares empobrecidos, han establecido a partir del año 2000: Reapropiación de todo nuestro patrimonio común, fundamentalmente los hidrocarburos; Asamblea Constituyente, popular, sin tutelaje partidario; Reforma Agraria para eliminar el latifundio; Juicio de responsabilidades a los asesinos y vende patrias”.
Para cumplir con ese mandato, Evo Morales tendrá que dialogar y acordar con todos los actores bolivianos: los movimientos sociales que han impulsado cambios en los últimos años, incluida su victoria electoral, la derecha, apoyada por los sectores conservadores, las trasnacionales y Estados Unidos, y sus aliados del Movimiento al Socialismo, incluida la clase media y tecnócratas expulsados del poder.
Según Oscar Olivera, “el movimiento social tiene que consolidar su autonomía respecto al gobierno (…) En cabildos y asambleas surgirá el verdadero mandato para Evo y Alvaro, si el “mandar obedeciendo” expresado por ellos es asumido con transparencia y generosidad”.
En entrevista con el diario Página 12, García Linera sostiene que “el mandato es muy claro: una nueva economía, un nuevo sistema y un nuevo comportamiento político. Nacionalizar los hidrocarburos, recuperar la presencia del Estado. Acabar con las privatizaciones y el debilitamiento del Estado y potenciar la microempresa, al empresariado, la economía indígena y campesina. En lo político: Asamblea Constituyente, fin del colonialismo, presencia de indígenas en el poder. El poncho y la corbata consolidándose como el símbolo de la unidad de Bolivia. Y un Estado descentralizado política y administrativamente que dé paso a un nuevo régimen de autonomías”.
“Se está mostrando que los indígenas tienen el liderazgo moral e intelectual de esta salida que le apuesta a la redistribución del poder entre regiones, grupos étnicos y sociales. Hay una nueva hegemonía histórica que se consagra democráticamente con la elección y debe cristalizarse de forma institucional con la Asamblea Constituyente “, señala García Linera.
De esta manera, Evo Morales y su pueblo tienen frente a sí, la nada fácil tarea histórica de refundar Bolivia.
Por: esús Ramírez Cuevas
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