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Inédita suspensión de la patente de un remedio antisida. Lula decidió quebrar la patente de un remedio de Merck porque se negaba a bajar el precio.

“Entre nuestro comercio y nuestra salud, nosotros cuidaremos de nuestra salud”, aseguró Lula al firmar el decreto por el que suspende al laboratorio Merck la licencia para fabricar el Efavirenz y concede una “licencia obligatoria” que permite al Ministerio de Salud de ese país importar un genérico.

 

Hasta ahora todo se desarrollaba en el terreno de las amenazas, de las retractaciones y de los arreglos a último momento. Sin embargo, esta vez fue diferente. El primer paso lo dio hace unos diez días el ministro de Salud brasileño, José Gomes Temporao, cuando deslizó ante la prensa del país vecino la intención de interrumpir los lazos comerciales con el laboratorio, al dar a conocer las intenciones del gobierno de Lula de declarar de “interés público” este antirretroviral, que actualmente es entregado a 75 mil pacientes, como parte del programa de asistencia gratuita a los cerca de 200 mil pacientes brasileños VIH positivos.



 


En una especie ultimátum, Gomes Temporao por entonces le había dado siete días a Merck para que pusiera sobre la mesa de diálogo una contrapropuesta “aceptable” con una rebaja sustantiva del remedio por el que el estado brasileño paga unos 43 millones de dólares al año (Brasil paga 1,59 dólar por comprimido de Efavirenz). “Ya tuvimos muchas reuniones con el laboratorio y en ningún momento nos presentaron una propuesta seria y consistente”, aseguró Gomes Temporao, sellando con tal afirmación el fin de tres años de negociaciones en la que se exigía un precio similar al que paga, por ejemplo, Tailandia (0,65 dólar por comprimido).


 


El ministro de Salud y Ambiente argentino, Ginés González García, afirmó a Página/12 que el caso brasileño es distinto del argentino, pues la Argentina no reconoció patente en el asunto. “En el país hay tres o cuatro laboratorios que producen el antirretroviral, por lo que hay competencia de precios, a diferencia de Brasil, donde dependen casi exclusivamente de Merck, que impone su valor”, expresó. “La Argentina y Brasil son los mayores compradores mundiales de antirretrovirales y es en donde se han de implementar, como lo hacemos nosotros, políticas muy fuertes contra los monopolios de las patentes.”


 


Brasil ahora puede tomar dos caminos para sustituir el antirretroviral Efavirenz, la droga más utilizado en los tratamientos contra el sida ofrecidos gratuitamente en ese país: o bien fabricar la droga a nivel local o bien importar el genérico de tres laboratorios de India, ya certificados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), a un costo cuatro veces menor de lo que venía desembolsando anualmente a Merck: 0,45 dólar el comprimido, con lo que se ahorrará unos 30 millones de dólares. Aun así Brasil pagará royalties al laboratorio norteamericano, de 1,5 por ciento sobre el precio del remedio importado de India.


 


La respuesta del megalaboratorio norteamericano por supuesto no se hizo esperar: “Como decimosegunda economía del mundo, Brasil tiene una mayor capacidad de pagar por remedios antisida que países que son más pobres o más impactados por esa enfermedad”, expresó Merck en un comunicado en el que insiste en que hicieron una “oferta justa” y que todavía están “abiertos a explorar un acuerdo que pueda ser aceptado por ambos”.


 


La decisión del gobierno brasileño no fue un salto al vacío (legal). De hecho, la concesión de una licencia para un genérico está amparada por un acuerdo –llamado “Trips”– que la Organización Mundial del Comercio firmó en 2001 y que permite a los países en desarrollo desconocer las patentes de medicamentos por motivos de emergencia sanitaria.


 


El Efavirenz es una droga diseñada para controlar, junto a otros medicamentos que conforman un “cóctel”, la replicación del VIH (no lo erradica), con lo cual se puede detener la pérdida de defensas y así impedir el desarrollo de enfermedades oportunistas.


 


Por Federico Kukso

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