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La nueva máquina de la verdad

Hace unas semanas, un ciudadano estadounidense intentó demostrar su inocencia ante un tribunal con imágenes de su cerebro. Las instantáneas mostraban cómo reaccionaron sus neuronas a preguntas sobre su intención de robar a las arcas públicas. Sus abogados dijeron que las zonas que se activaban en su encéfalo a cada pregunta demostraban que el acusado decía la verdad.

No era la primera vez que un abogado intentaba exculpar a su cliente usando la Imagen por Resonancia Magnética Funcional (fMRI, en inglés), una técnica aún experimental que hasta hace muy poco sólo usaban los científicos y los médicos.

Triple asesinato

El año pasado, una aplicación similar fue aceptada por primera vez en un tribunal de EEUU. Fue en el juicio de Brian Dugan, un caso de gran repercusión mediática ya que, tras 20 años en la cárcel cumpliendo dos cadenas perpetuas por dos asesinatos anteriores, Dugan reconoció que fue él quien mató a Jean Nicarico, una niña de 10 años por cuyo asesinato ya se había condenado a otras dos personas. Lo único que pedía el reo es que no le condenasen a muerte y, para conseguirlo, sus abogados estaban dispuestos a usar cualquier prueba.

Fue así como el neurocientífico Ken Kiehl, de la Universidad de Nuevo México, llegó a Illinois para testificar en el caso. Kiehl había escaneado con fMRI a más de mil reclusos que cumplían condena por asesinato y otros crímenes y creía que esa evidencia permitía distinguir a un psicópata de una persona sana. La clave, señaló Kiehl, está en la amígdala, el centro cerebral de las emociones. La mayoría de sus reclusos con psicopatía mostraban una actividad mucho menor en esa zona que los sujetos sanos.

El tribunal no aceptó como prueba el fMRI de Dugan, pero sí dejó que Kiehl lo explicase al jurado. El especialista dijo que Dugan mostraba signos claros de psicopatía.

Otro psicólogo testificó en contra del uso del fMRI y señaló que la mayoría de estudios hechos hasta la fecha se habían realizado con grupos de personas y no con individuos concretos. También dijo que el crimen se cometió en 1983, con lo que el cerebro de Dugan probablemente se comportaba ahora de una manera muy diferente a la de entonces. Tras oír estos testimonios el jurado declaró a Dugan culpable y el juez le sentenció a muerte.

En el caso de Tennessee, el juez Tu Pham, tras 12 horas escuchando argumentos sobre la fiabilidad y precisión de la técnica y su uso como detector de mentiras, decidió no aceptarla como prueba en lo que pareció una nueva derrota para aquellos que defienden el uso del fMRI en procesos judiciales.

Otros tribunales de California y Nueva York habían hecho lo mismo en casos anteriores. Pero en su informe de más de 39 páginas, el juez Pham dejaba la puerta abierta al uso de esta tecnología en el futuro. “Si se somete a más estudio, desarrollo y análisis por parte de expertos”, decía el juez, “esta metodología podría ser admisible”.

Cuestión de tiempo

Por ahora no se han dado casos similares en Europa, algo que podía cambiar pronto, según algunos expertos. “Será sólo una cuestión de tiempo hasta que se acumulen estudios suficientes que permitan validar el uso de esta tecnología en los tribunales”, explica a Público Burkhard Schafer, un profesor de la Universidad de Edinburgo (Reino Unido) que acudió esta semana al Instituto de Estudios Avanzados de Glasgow para discutir junto a otros 40 neurocientíficos y profesores de derecho de EEUU y Europa si es viable el uso de la imagen cerebral en los tribunales. “Las implicaciones para la privacidad son preocupantes”, opina. “Estas técnicas podrían usarse también para fijar las primas de las empresas de seguros, entrevistas de trabajo o pleitos laborales”, añade.

La mayoría de expertos, incluidos los que utilizan el fMRI en investigaciones científicas, creen que este aparato aún no es lo suficientemente fiable como para usarse fuera de los laboratorios. “Los neurocientíficos tienen bastante claro que la imagen cerebral no está preparada para usarse con confianza ante un tribunal”, explica Mike Nellis, un profesor de derecho de la Universidad de Glasgow.

“En cinco o 10 años el fMRI podría convertirse en un buen detector de mentiras, pero ahora sólo acierta en el 50% de los casos”, sentencia Hank Greely, director del Centro de Ley y Biociencia de la Universidad de Stanford (EEUU) y uno de los mayores expertos sobre las implicaciones del uso de estas máquinas fuera de su contexto científico. Al contrario que Schafer, Greely cree que, después de todo, puede que el fMRI nunca resulte viable como detector.

En el mercado

A pesar de las incertidumbres, estos detectores de mentiras ya están en el mercado. Dos empresas estadounidenses, No Lie MRI y Cephos, ofrecen tests de la verdad a sus clientes para que los usen en juicios. La primera afirma que su máquina tiene una fiabilidad de entre el 90 y el 99% . La segunda fue la encargada de escanear al empresario Lorne Sembrau, el acusado del caso de Tennessee que supuestamente obligó a sus empleados a rellenar documentos falseados para recibir más subvenciones del Gobierno. “Si su palabra, su reputación o su libertad está en disputa, contacte con nuestro equipo hoy mismo”, anuncia la compañía en su web.

El fMRI estudia el flujo sanguíneo en diferentes zonas del cerebro. Cuanto más flujo hay, más activa está esa zona. “Allí donde hay un cambio en la actividad neuronal, hay un cambio en la señal BOLD [el indicador del fMRI]”, explica Santiago Canals, investigador del Instituto de Neurociencias. El experto utiliza el fMRI para estudiar en ratas las diferencias entre un cerebro sano y otro adicto al alcohol o las drogas.

Predicciones

“En estos casos se produce un alteración de los circuitos cerebrales y se segregan grandes cantidades de dopamina en el circuito límbico y el hipocampo”, explica. Desde hace 15 años, científicos de todo el mundo han estado acumulando datos similares hasta generar una base científica que, en ocasiones, puede hacer predicciones en función de qué zonas del cerebro registran más actividad. “Un estudio reciente demostró que el fMRI puede identificar si una persona es de izquierdas o de derechas estudiando sus reacciones a fotografías de George Bush y Bill Clinton”, explica Juan Lerma, director del Instituto de Neurociencias. Otro trabajo fue capaz de decir cuándo una persona iba a comprar algo antes incluso que decidiera hacerlo, añade. El investigador Ruben Gur, de la Universidad de Pennsylvania, dice que, gracias al fMRI, puede diagnosticar la esquizofrenia con un 80% de fiabilidad.

“Es una técnica mucho más fiable que el polígrafo, porque es imposible que un individuo manipule su actividad cerebral aunque se entrene”, explica Lerma. “La técnica aún no está lista para salir del laboratorio de forma general, pero sí para ser usada en casos especiales”, opina.

En una declaración conjunta, los 40 expertos reunidos en Glasgow dijeron que, “aunque la neuroimagen ya se usa en tribunales y márketing, esos usos carecen de base científica”. “El impacto de las nuevas aplicaciones de la imagen cerebral es tan importante que requieren un debate público así como más investigación que apoye esos posibles nuevos usos”, concluyen

Por NUÑO DOMÍNGUEZ MADRID 12/06/2010 13:30 Actualizado: 12/06/2010 13:30

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