Israel prometió ayer cancelar la venta por 250 millones de dólares de aviones radar a China, ganando el inmediato elogio de Estados Unidos y aumentando la presión sobre los palestinos para que hagan concesiones en las conversaciones de paz de Medio Oriente que se llevan a cabo en Camp David esta semana. El primer ministro israelí Ehud Barak tomó esa decisión el segundo día de las negociaciones en el retiro presidencial en las afueras de Washington, eliminando así un elemento irritativo para las relaciones entre Estados Unidos e Israel, y un potencial obstáculo para obtener mayor ayuda de Estados Unidos.
“Tuvieron en cuenta nuestra preocupación por la seguridad. Lo apreciamos y estamos muy complacidos con la decisión”, dijo ayer el vocero de la Casa Blanca, Joe Lockhart. Gadi Baltiansky, vocero del equipo israelí en la cumbre, dijo que Barak había aceptado cancelar la venta del sistema de alerta temprana Phalcon, en una reunión con el presidente Bill Clinton, el martes. La decisión, dijo Baltiansky, tenía por objetivo mejorar las “relaciones íntimas” con Israel. “Israel está ahora junto con Estados Unidos en medio de un esfuerzo para lograr decisiones históricas vinculadas con sus intereses vitales”, dijo Baltiansky. Y agregó que Barak había “expresado su pesar” por la cancelación en una carta a Jiang Zemin, el presidente de China.
El anuncio le brindó a Clinton una chispa de buenas noticias en la cumbre, que comenzó el martes en medio del pesimismo. Los funcionarios del Departamento de Estado rápidamente señalaron que la decisión manifestaba la seriedad de Israel para alcanzar un acuerdo de paz. Israel y Palestina van a recibir cientos de millones de dólares en ayuda extra como recompensa por el acuerdo, pero algunos congresales habían amenazado con bloquear la cuota israelí si la venta del Phalcon se realizaba. Sin embargo, es probable que la cancelación añada presión sobre la delegación palestina, que ya estaba inquieta por los potenciales intentos de Estados Unidos e Israel de forzar a Yasser Arafat a hacer mayores concesiones sobre Jerusalén o las fronteras de un futuro Estado palestino que serían inaceptables para los palestinos comunes. “No queremos estar en una situación donde son dos contra uno”, dijo un funcionario palestino.
El anuncio israelí había sido comunicado a comienzos de este mes, cuando una comisión israelí recomendó la cancelación de la venta, basándose en que los beneficios financieros no justificaban el daño diplomático que causaría. El Congreso y los grupos norteamericanos judíos estaban indignados con el negocio Phalcon, ya que significaba la reexportación de tecnología militar de Estados Unidos a China, lo que iba a traducirse en un aumento de la amenaza militar de este país a Taiwán, su provincia rebelde. El radar Phalcon está montado en jets Boeing 707 convertidos. Baltiansky no descartó reconsiderar la venta del Phalcon “si la circunstancias cambiaban”.
Mientras tanto, el ambiente parecía variable, si bien las partes respetaban el pacto de silencio que se autoimpusieron y era poco lo que lograba trascender de la cumbre. Desde Israel, ministros del gobierno especularon en público por primera vez que el Estado judío podría entregar tierras propias a una futura entidad palestina a condición de que se trate de territorios deshabitados y que a cambio de ellas Israel reciba el triple de tierras palestinas. Mientras tanto, y en prevención de lo que pueda ocurrir tras la cumbre, la OLP declaró el estado de alerta de Al Fatah, su principal fuerza militar.
En la cumbre misma, el esfuerzo por mantener el velo de secreto era tan alto que EE.UU. decidió impedir una reunión de Arafat con una delegación ampliada que viajaría desde tierras palestinas. El vocero presidencialestadounidense Joe Lockhart llegó a decir que “aquí somos muy pocos, y yo soy uno de ellos, los que salimos y entramos de la residencia”.
The Guardian de Gran Bretaña
Por Julian Borger
Desde Washington
Traducción: Celita Doyhambéhère
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