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Las “Dos Bolivias” y la Campaña Electoral. Las elecciones no resolverán los problemas

El transfugio está de moda: quienes formaron parte de la
“megacoalición” del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y
hace un par de años tenían una mayoría aplastante en este país,
ahora buscan refugio en los partidos que según las encuestas van
primeros; muy pocos candidatos se identifican con algún partido
político y prefieren presentarse con el nombre de una agrupación
ciudadana; otros hacen especulaciones con una serie de nombres
de candidatos y posibles alianzas y, los más, bajo el pretexto de
sumar con la incorporación de militantes, sólo restan a sus
proyectos.

Aun existe incertidumbre en lo que podrá pasar en los próximos
cuatro meses de campaña electoral; sin embargo, lo que está
claro –absolutamente claro- es que las elecciones generales no
resolverán aún los problemas estructurales de este país que
necesariamente pasan por la Asamblea Constituyente, la
Nacionalización de los Hidrocarburos y la Autonomía
Departamental.

Esos son los problemas de fondo que separan en la actualidad a
las “dos Bolivias”. Con el transcurso de los meses de campaña
electoral, esta brecha se puede agrandar y polarizar o, al contrario,
acortar y solucionar.

Todos los candidatos necesariamente deben tomar en cuenta en
sus programas de gobierno esos problemas estructurales y,
también otros, para que la población boliviana decida la suerte de
todo un país.

La derecha coherente

El primer binomio confirmado para las elecciones generales es el
de Unidad Nacional (UN), representado por el empresario del
cemento Samuel Doria Medina y el dirigente cívico cruceño Carlos
Dabdoud, ambos ex militantes del Movimiento de la Izquierda
Revolucionario (MIR) del ex presidente Jaime Paz Zamora.

Doria Medina a quien se le acusa de no haber pagado un préstamo
de 20 millones de dólares al desaparecido Banco del Estado,
monto que le sirvió para consolidar la empresa del cemento más
grande del país, en sus primeras declaraciones afirmó que se debe
conformar un frente “para bloquear a Evo”; mientras que Dabdoud
fue fundador de la Nación Camba, movimiento que alienta la
campaña autonómica para Santa Cruz.

Doria Medina dijo: “Nosotros no estamos de acuerdo con los
miopes que por hacer cumplir un slogan están dispuestos a
destruir la industria de los hidrocarburos, no estamos de acuerdo
con la nacionalización, ni tampoco estamos de acuerdo con la
migración de los contratos”. Según el candidato de UN, su
acompañante de fórmula y fundador de la Nación Camba, “es un
hombre con vocación nacional que se encargará de la Asamblea
Constituyente”.

Jorge Quiroga, militante de Acción Democrática Nacionalista
(ADN), partido del extinto dictador Hugo Banzer Suárez, definió ser
candidato por la Alianza Siglo XXI. Según las primeras encuestas
de empresas y medios de comunicación que los empresarios
privados controlan, Quiroga hasta el 30 de julio de 2005, estaría
primero en las preferencias electorales con un 22%, seguido de
Doria Medina con un 16%.

Quiroga –para muchos el candidato preferido de la embajada de
Estados Unidos- dijo que no está de acuerdo con la
nacionalización de los hidrocarburos “pero sí con la
nacionalización de los beneficios que generan los hidrocarburos” y
además agregó que “no transará con el narcotráfico”. El candidato
neoliberal aún no eligió a su acompañante de fórmula.

En este bloque de partidos tradicionales, defensores del sistema y
voceros de las transnacionales también se encuentran el
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Unidad Cívica
Solidaridad (UCS), Acción Democrática Nacionalista (ADN),
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y Nueva Fuerza
Republicana (NFR).

Estos partidos fueron los más afectados por la imposición de la
política económica de los últimos años, al extremo que hasta
ahora no tienen candidatos presidenciales, menos propuestas y si
no consiguen una alianza, lo más previsible será un desbande
general hacia los otros partidos de la derecha tradicional.

El ex presidente Paz Zamora grafica la situación en la que se
encuentran estos partidos: prefieren participar sólo en las
elecciones prefecturales para tratar de tomar el control local e
impulsar la autonomía por encima del centralismo.

La mayoría del electorado de estos partidos, con algunos matices
está casi definida, corresponde a la Bolivia que, históricamente ha
sido beneficiada económica, política y socialmente.

La izquierda dividida

Aunque la coyuntura en Bolivia, no sólo pareciera ideal, sino
histórica, para los partidos de izquierda y los movimientos
sociales, éstos aún no son capaces de articular una alianza ni
menos la unidad en torno a un solo proyecto político. En la
actualidad, los intereses de grupo, el caudillismo caduco y el
liderazgo mezquino les divide a los sectores populares y a los
partidos de izquierda, favoreciendo sólo al sistema.

“El ama llulla (no seas mentiroso)” de la sabiduría de nuestros
antepasados, “el mandar obedeciendo” de los zapatistas
insurgentes o “el volveré y seré millones” de Tupaj Katari, pareciera
estar aún muy lejos en la mayoría de estos sectores sociales y
políticos.

El Movimiento al Socialismo (MAS) que es la primera fuerza
política del país, junto a varios sectores que se unieron a esta
alternativa realizó, hace pocos días, un ampliado nacional donde
ratificó por consenso la candidatura presidencial del dirigente
cocalero Evo Morales Aima.

Con el objetivo de lograr una alianza con otros movimientos
sociales aún no eligió el nombre de su candidato vicepresidencial
aunque ya definió el perfil: un intelectual que aporte a consolidar su
proyecto entre la clase media y alta del país, los sectores donde
tiene menos simpatía el MAS.

A diferencia de otras candidaturas, el MAS presentó en forma
primicial un plan de gobierno donde contempla la Asamblea
Constituyente, la recuperación de los hidrocarburos, la derogatoria
de la política de libre mercado, la lucha contra la corrupción, la
defensa de la dignidad nacional y de los recursos naturales, la
soberanía social en la educación y salud y otros temas. Aunque
Morales convocó a la unidad a todos los movimientos sociales y
otros sectores, la respuesta por ahora es negativa.

Jaime Solares, ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB)
anunció que “no se puede producir alianzas con traidores sino sólo
con sectores que buscan una revolución”; Felipe Quispe, conocido
como “El Mallku” a tiempo de anunciar que será candidato a la
presidencia por el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP) dijo que
“Evo es el peor enemigo de los pueblos indígenas”; además, otros
sectores, como la Federación de Juntas Vecinales de El Alto
(Fejuve), la Coordinadora del Gas y la Vida, el Consejo Nacional de
Ayllus y Markas (Conamaq) o el Movimiento Sin Tierra (MST), aún
no definieron su futuro.

El sector que ya definió su participación en las elecciones es el
Frente Amplio con el obrero y alcalde de Potosí, René Joaquino,
como candidato presidencial. Este movimiento de centro-izquierda
aglutina en su seno a los alcaldes de La Paz, Cochabamba, Oruro,
Potosí, Sucre y Pando a los que se van sumando disidentes de
otros sectores como el denominado MAS-Pueblo.

El 67% de la Bolivia indígena, según datos del último censo, que
viven en las zonas marginales de los barrios de las grandes
ciudades y las poblaciones rurales podrían inclinarse por estas
candidaturas.

A pesar de la fragmentación y la gran dispersión de votos que
supondría llegar a las elecciones divididos, la izquierda y los
movimientos sociales aún hacen esfuerzos por lograr un solo
instrumento político.

– Alex Contreras Baspineiro.es periodista y escritor boliviano.

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