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Los “golpes de Estado suaves”

Los medios de comunicación han cumplido un papel cardinal en la germinación de la cultura dominante mediante la metamorfosis de los intereses del gran capital en sentido común de la población. Mas, su función política ha crecido de manera exponencial en las últimas épocas y ha cambiado de naturaleza.

Hay, digamos, una intervención normal: información favorable a los intereses imperiales y de las fuerzas económicas que los sustentan-los bancos, en particular-, descrédito permanente de los adversarios del poder hegemónico, naturalización del discurso dominante….

En estos días, la manipulación de la información por la CNN, por ejemplo,  llegó a niveles inauditos. El conflicto entre el Gobierno de Alan García y los pueblos de la amazonía peruana fue tergiversado al punto de que se invirtió la realidad: la masacre de decenas de miembros de los pueblos indios terminó convertida en acto de violencia social que habría provocado la muerte de “24 policías y 9 civiles”. ¡Este es un genocidio de policías!, vociferaba Alan García en las cámaras de la CNN. La verdad, sin embargo, se impuso de manera tan contundente e irrefutable, por boca de enviados de los organismos internacionales, que Alan García, con el rabo entre las piernas, debió dar marcha atrás y la CNN cambiar de noticias.

“En estos días, la manipulación de la información por la CNN llegó a niveles inauditos”

Pero los medios no se limitan a tergiversar la información. Son utilizados como focos de agitación política para coadyuvar en   procesos tales como los llamados Golpes de Estados Suaves” o revoluciones “Naranja”. Thierry Meyssan,  de la “Fundación Albert Einstein”, ha investigado en detalle la dinámica de tales golpes, en particular el de Ucrania: elecciones, denuncia de fraude, movilización callejera a partir del bombardeo sistemático de imágenes televisivas de las grandes concentraciones de la oposición. En los golpes “naranja” es decisiva la intervención de los medios, controlados por los servicios de inteligencia imperial.

Los sucesos de Irán son un clásico ejemplo de “Golpe de Estado Suave”. Y, si bien puede fracasar en lo inmediato, habrá transformado la oposición de un sector del propio “establishment” islámico, en una fuerza de desestabilización prooccidental.

En América Latina, en la era de la descomposición del neoliberalismo,  la intervención agitadora de los medios ha demonizado a dirigentes sociales y políticos y a los gobiernos que no le son afines, en la perspectiva de un golpe de estado “naranja”. En Venezuela lo han intentado en varias ocasiones.

No soy partidario de controles estatales de los medios. Prefiero la línea de la revolución de los “claveles” en Portugal en que los periodistas y trabajadores se tomaron periódicos y canales y los pusieron al servicio del pueblo. Tal no es aún la situación en el Ecuador, a pesar de que la gran masa de periodistas es silenciada y excluida por los medios. Todavía se ven obligados a alinearse con ellos por miedo a perder el trabajo. No; no estamos en ese momento. Por ahora hay que aplicar la Constitución y la ley que exige que ningún banco pueda ser dueño de medios de comunicación. Romper el poder conjunto de la banca y los medios es el mínimo necesario para una genuina democracia.

ALEJANDRO MOREANO
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