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Manifiesto de las Américas en Defensa de la Naturaleza y de la Diversidad Biológica y Cultural. Presidente Chávez firma manifiesto ambientalista en Curitiba


El presidente de la República Bolivariana de Venezuela, conjuntamente con el gobernador del estado de Paraná, Roberto Requiao, firmó en el teatro Guaire de la ciudad de Curitiba, en Brasil, el Manifiesto de las Américas, en defensa de la naturaleza y del medio ambiente y por la conservación de la diversidad biológica.


 


El documento, que también suscriben otras personalidades de Brasil y de América Latina, entre quienes destacan el escritor uruguayo Eduardo Galeano y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, fue iniciativa del Movimiento Sin Tierra (MST) y de La Vía Campesina, organizaciones sociales que cursaron la invitación al presidente Chávez  para el acto que se realizó en el teatro Guaire de la ciudad de Curitiba.


 


El Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) es una articulación de campesinos que luchan por la tierra y por la reforma agraria en Brasil. Según su sitio web “es un movimiento de masas autónomo, al interior del movimiento sindical, sin vinculaciones político-partidarias o religiosas”.


     


La Vía Campesina es un movimiento internacional que coordina organizaciones campesinas, pequeños y medianos productores, mujeres rurales, comunidades indígenas, gente sin tierra, jóvenes rurales y trabajadores agrícolas migrantes. Se definen también como defensores de los intereses básicos de sus miembros y como “un movimiento autónomo, plural, independiente, sin ninguna afiliación política, económica o de otro tipo”. Las organizaciones que conforman La Vía Campesina vienen de 56 países de Asia, África, Europa y el continente Americano, organizadas en ocho regiones: Europa, Este y Sureste de Asia, Sur de Asia, Norteamérica, Caribe, Centroamérica, Suramérica y África.


 


A continuación el texto del Manifiesto de las Américas:


 


 



Manifiesto de las Américas en Defensa de la Naturaleza y de la Diversidad Biológica y Cultural


 


Vivimos en un sistema económico dominante que hace siglos se propone explotar de forma ilimitada todos los ecosistemas y sus recursos naturales. Esta estrategia trajo crecimiento económico. Lo que fue llamado “desarrollo” por algunas naciones, privilegió el consumo y el bienestar social de una parte muy pequeña de la humanidad e infelizmente excluyó de las condiciones mínimas de sobrevivencia a la gran mayoría de la humanidad.


 


El costo de ese sistema de explotación de la naturaleza y de las personas, junto al consumismo desenfrenado, fue pagado con el sacrificio de millones de trabajadores pobres, campesinos, indígenas, pastores, pescadores, y otras personas pobres de la sociedad, que entregan sus vidas cada día. También fue pagado con la agresión permanente de la naturaleza, que continúa siendo sistemáticamente devastada. La integridad y la diversidad de formas de vida que son el sustento de la biodiversidad están amenazadas.


 


Si la naturaleza de nuestro planeta está amenazada, con ella está amenazada la propia vida humana. Hasta la “Evaluación Ecosistémica del Milenio” hecha por la ONU y divulgada en 2005, reconoce que “las actividades humanas están cambiando fundamentalmente y, en muchos casos de forma irreversible, la diversidad de la vida en el planeta Tierra. Estas consecuencias van a continuar acelerándose en el futuro”. En este importante reconocimiento de la crisis planetaria, es también fundamental reconocer que no todas las actividades humanas son perjudiciales, sino, especialmente, aquellas guiadas por la ambición de lucro de las corporaciones transnacionales.


 


Por causa del dramatismo de esta situación, sentimos la necesidad de afirmar alternativas que aseguren un futuro de esperanza para la vida, para la humanidad e para la Tierra. Necesitamos pasar de una sociedad de producción industrial, consumista e individualista, que sacrifica los ecosistemas y penaliza a las personas, destruyendo la socio-biodiversidad; para una sociedad de sustentación de toda la vida, que se oriente por un modo socialmente justo y ecológicamente sustentable de vivir, que cuide de la comunidad de vida y proteja las bases físico-químicas y ecológicas que sustentan todos los procesos vitales, incluidos los humanos.


 


Como habitantes del continente americano tenemos la conciencia de nuestra responsabilidad universal. El futuro de la Tierra pasa también por nosotros. Los países amazónicos y andinos, por ejemplo, como Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Venezuela y Brasil son territorios megadiversos. No sólo por la presencia de riquísimos ecosistemas, sino también por la presencia de muchos pueblos indígenas, campesinos, cimarrones y otras comunidades locales, que desde siglos y milenios supieron cohabitar entre la biodiversidad y la sociodiversidad.


 


La selva amazónica presente en nuestros países representa un tercio de las ambientes tropicales del mundo y abriga más de 50% de la biodiversidad. En ella existen por lo menos 45.000 especies de plantas, 1.800 especies de mariposas, 150 especies de murciélagos, 1.300 especies de peces de agua dulce, 163 especies de anfibios, 305 especies de serpientes, 311 especies de mamíferos e 1.000 especies de aves.


 


Por causa de esta riqueza, la América Latina está siendo objeto de la codicia de los “neoliberales-globalcolonizadores” a través de la acción insana de decenas de empresas transnacionales, principalmente de los países del norte global. Ellas practican ampliamente la biopiratería. Otrora era la carrera por el oro y la plata, hoy es la carrera por los recursos genéticos, farmacológicos y por los saberes tradicionales y locales, todos estratégicos para el futuro de los negocios del mercado mundial. Y todavía quieren imponernos leyes de patente y de protección a sus lucros fantásticos.


 


Queremos hacer frente, de forma decisiva, a este proceso de expoliación. Proponemos políticas consistentes que busquen:


 


1.- Conservar la diversidad biológica y cultural de nuestros ecosistemas.


Se trata aquí de cuidar del conjunto de los organismos vivos en sus hábitat y también de la interdependencia entre ellos dentro del equilibrio dinámico, propio de cada región ecológica y de las características singulares de las especies, así como de la interacción social y ecológicamente sustentable de los pueblos que viven en la región.


 


2.- Proponemos políticas articuladas que busquen garantizar la integridad y la belleza de los ecosistemas y de los pueblos que cuidan y dependen de ellos.


 


Eso implica el mantenimiento de las características que aseguran su funcionamiento y mantienen la identidad del ser vivo y del conjunto vivo, sea en su aspecto territorial, biológico, social, cultural, paisajístico, histórico y monumental. La preservación de la diversidad biológica y cultural, de la integridad y de la belleza de los sistemas ecológicos ofrece sustentabilidad a las múltiples funciones ambientales y a los beneficios que el ser humano obtiene para sí y para las futuras generaciones. Entre otros: agua potable, alimentos, medicinas, maderas, fibras, regulación del clima, prevención de inundaciones y enfermedades. Al mismo tiempo constituyen las bases del sustento de la recreación, de la estética y de la espiritualidad, así como el suporte de la conformación del suelo, la fotosíntesis y el ciclo de nutrientes, entre otras funciones vitales para el sustento de toda la humanidad.


 


3.- Nos oponemos resueltamente a la introducción de especies exóticas, inadecuadas a nuestros ecosistemas.


 


Como acontece en muchos biomas con la introducción de plantaciones homogéneas, industriales, de eucalipto, pino, etc., que destruyen los ecosistemas naturales y provocan fuertes impactos sociales a los pueblos que moran en esas áreas, se llevan el lucro, los dólares, la celulosa, el carbón, agua extraída; y dejan la degradación y la pobreza.


 


4.- Nos oponemos resueltamente a la introducción de organismos transgénicos en el ambiente.


 


No es aceptable la introducción de OGM, sea en la agricultura, en las plantaciones, en la pecuaria o cualquier otro cultivo en el medio ambiente, pues además de no ser necesarios, no sirven para nada, a no ser para el lucro de unas pocas empresas transnacionales. Traen riesgos potenciales a la salud de las personas y generan modificaciones permanentes e irreversibles para la naturaleza y a los ecosistemas. Nos oponemos enfáticamente a la introducción de árboles transgénicos, que significan un peligro todavía mayor debido, entre otras cosas, al hecho de que el polen tiene la posibilidad de diseminación a lo largo de millares de kilómetros, contaminando inevitablemente otras florestas, incluyendo las florestas nativas, con multiplicación del impacto sobre la flora, los insectos y otros componentes de la fauna, afectando también el sustento de los pueblos indígenas, pescadores, campesinos, cimarrones y otras comunidades locales.


 


5.- Combatimos decididamente las semillas “Terminator” porque ellas atentan contra el sentido de la vida.


 


Estamos contra la reproducción de ese tipo de semilla estéril, pues se trata de una semilla suicida que busca beneficiar tan sólo a las grandes empresas transnacionales controladoras de las semillas y mantener a los agricultores bajo su dependencia.


 


6.- Nos oponemos a la tentativa del gobierno imperial de los Estados Unidos y de sus empresas transnacionales.


 


Ambos desean imponer al tratado del ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas); tratados bilaterales, llamados “TLC” (Tratado de Libre Comercio); tratados de garantía de inversiones extranjeras, o a través de acuerdos de cúpulas, tramados sin ninguna participación popular en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Esos acuerdos colocan aun más en riesgo nuestra naturaleza, nuestra agricultura, nuestros servicios y las condiciones de vida de nuestra población, pues priorizan apenas los intereses y la garantía del lucro.


 


7.- Manifestamos nuestro apoyo y la necesidad de reconocer a los pueblos y comunidades que durante siglos y milenios han desarrollado la biodiversidad agrícola.


 


Reconocemos a las comunidades que a través de la adaptación y creación de semillas constituyen las bases de toda la agricultura y alimentación de la humanidad. Para mantener esas bases de sustentación y esa enorme riqueza de biodiversidad agrícola y alimentaria, es preciso reconocer y afirmar los derechos de los campesinos, indígenas, pastores, pescadores, cimarrones, a la tierra, al territorio y a los recursos naturales, para que puedan proseguir esa tarea crucial de conservación de las semillas criollas y nativas, que sólo pueden ser multiplicadas a nivel local y diverso.


 


Combatimos aquellas empresas que buscan el control sobre las semillas, contra toda la tradición de los pueblos que cuidaron y cuidan celosamente de las semillas y siempre las conservarán como fuente de vida que jamás debe transformarse en mercancía.


 


En fin, exteriorizamos nuestro deseo de que estos propósitos redunden en beneficio para nuestros pueblos, garanticen la soberanía alimentaria, o sea, el derecho que todos, y cada pueblo tiene de producir su propio alimento, en condiciones saludables y socialmente justas y en equilibrio con la naturaleza. Defendemos a aquellos que trabajan en el campo, nuestros agricultores y campesinos. Defendemos su derecho a vivir en el modo campesino para así garantizar el sustento de nuestras poblaciones. Ese modo de producción contribuye decisivamente a dar sustentabilidad a nuestro planeta, con desarrollo integral, imprescindible para garantizar el futuro de la humanidad.


 


Día 20 de abril de 2006.


 


De Curitiba, capital del estado de Paraná, construyendo una América libre de transgénicos y de agresiones al medio ambiente.


 


1. Hugo Chávez, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela


2. Roberto Requião, Gobernador del estado de Paraná – Brasil


3. Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz – Argentina


4. Eduardo Galeano, escritor – Uruguay


5. Peter Rosset, Phd. en soberanía alimentaria – Estados Unidos


6. Pat Mooney, Grupo ETC, especialista en el estudio de las consecuencias de los OGM y nuevas tecnologías – Canadá


7. Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC – México


8. Noam Chomsky, lingüista, MIT – Estados Unidos


9. Atilio Borón, científico social, Clacso – Argentina


10. Violeta Menjívar, prefecta de San Salvador – El Salvador


11. Chamille Chalmers, Campaña Jubileo Sur – Haití


12. Ramón Grosfoguel – Puerto Rico


13. Doris Gutiérrez, diputada al Congresso Nacional – Honduras.


14. Mónica Baltodano, ex-comandante Sandinista – Nicaragua


15. Ernesto Cardenal, poeta, sacerdote y ex-ministro de Educación – Nicaragua


16. Gioconda Belli, poetisa – Nicaragua


17. Raúl Suárez, pastor Baptista y diputado a la Asamblea del Poder Popular – Cuba


18. Miguel Altieri, Phd. en agroecología, Univ. California – Chile


19. Fernando Lugo, obispo católico – Paraguay


20. Blanca Chancoso, Confederación de Naciones Indígenas CONAIE – Ecuador


21. Hebe de Bonafini, Madres de Plaza de Mayo – Argentina


22. Aníbal Quijano, científico social – Perú


23. Leonardo Boff, escritor y teólogo – Brasil


24. Beth Carvalho – compositora e cantora – Brasil


25. Don Pedro Casaldaliga, obispo y poeta – Brasil


26. Dom Ladislau Biernaski, obispo – Brasil


27. Monja Coen, Monja primaz de la comunidad Zen Budista en Brasil


28. João Pedro Stedile, MST y de la Vía Campesina – Brasil


29. Temístocles Marcelos Netto, Secret. Nac. Medio Ambiente de la CUT – Brasil


30. Leticia Sabatela, actriz, Movimento Derechos Humanos de artistas brasileños – Brasil


31. Nalu Farías – Marcha Mundial de las Mujeres – Brasil


32. Pedro Ivo Batista – Red Brasileña de Eco-Socialismo – Brasil


 


Siguen otras firmas…


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 

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