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Más de la mitad de los empleos de los países en desarrollo son ilegales

Más de la mitad de los empleos de los países en desarrollo son ilegales

Más de la mitad de los empleos en los países en desarrollo están en el sector informal, con lo que eso significa de ausencia de protección social para los trabajadores y de rémora para la competitividad, y este porcentaje corre el riesgo de aumentar con la crisis económica actual, según la OCDE. Escapar de este círculo vicioso exige que los gobiernos propongan puestos de trabajos más productivos y una protección adecuada, para lo que hay que reforzar los incentivos del empleo formal, pero también aumentar los mecanismos de control del fraude.

Según un informe divulgado hoy por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), más de 900 millones de trabajadores carecen de un empleo formal en el mundo en desarrollo. Una cifra que, si se incluyen los del sector agrícola, se dispara hasta cerca de 2.000 millones, casi dos tercios del total, con picos de más del 90% en el África subsahariana.

Los autores del informe advierten de que “el empleo informal tiene un coste” en primer lugar por la precariedad de los trabajadores, sometidos al riesgo de una caída de los salarios en tiempos de crisis (ante la competencia de los despedidos del sector formal) y por una ausencia de protección social que los expone a la pobreza. No obstante, también reconocen que el recurso a los circuitos informales puede tener efectos positivos en el desarrollo económico de ciertos países donde las formalidades administrativas son un obstáculo a la creación de empresas.

Además, para muchas personas el trabajo irregular es la forma de ganarse la vida y escapar de la pobreza, aunque a largo plazo la ausencia de estructuras formales explica el retraso en materia de desarrollo económico. De hecho, la OCDE constata que donde el empleo informal está omnipresente, el Estado es incapaz de garantizar unas condiciones laborales justas a los trabajadores y la competitividad es baja. También que las mujeres y los jóvenes tienen que conformarse más a menudo con un trabajo en negro.

En busca del equilibrio

Como la solución no es hacer desaparecer las pequeñas empresas que utilizan el trabajo informal, la organización apuesta por buscar “el equilibrio justo entre el objetivo de garantizar una protección social a los excluidos de las estructuras formales y el de incitar a volver a los que han optado voluntariamente por abandonar el sector formal”. Se trata de “proponer empleos más productivos y ofrecer una protección social adecuada” haciendo más atractivo el trabajo en el sector formal y reforzando los mecanismos de lucha contra la economía sumergida.

Los autores del estudio señalan que uno de los efectos del incremento de la competencia internacional por la globalización es que, en un intento de abaratar costes, ciertos trabajadores de los propios países de la OCDE pasan a engrosar las filas del empleo informal, a veces bajo la forma de autónomos.

Excluyendo la agricultura, las últimas cifras disponibles eran del 76% en el Africa subsahariana (1990-1994), superior al 70% en el sudeste asiático (1995-99), por encima del 57% en Latinoamérica (2000-2007) del 47,3% en el norte de Africa (2000-2007) o del 43,2% en Oriente Medio (2000-2007). Además, la tendencia fue al crecimiento en los últimos años, como lo prueba que en Latinoamérica se pasó de un 53% en el periodo 1990-94 a más del 57% en 2000-2007 y en el sudeste asiático del 53% en 1985-89 al 70% en 1995-99.

Dentro de Latinoamérica, los porcentajes en el último periodo disponible iban desde el 35,8% de Chile, el 37,6% de Panamá o el 38,4% en Costa Rica, hasta el 92,6% en Haití, el 74,9% en Ecuador, el 67,9% en Perú, el 65,5% en Paraguay, el 63,5% en Bolivia, el 58,2% en Honduras, el 56,6% en El Salvador, el 53,3% en Argentina, el 51,1% de Brasil, el 49,4% de Venezuela o el 47,6% de la República Dominicana.

EFE – París – 08/04/2009

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