Para algunas de las organizaciones latinas y de defensa de derechos de los inmigrantes nacionales, sobre todo las de Washington, incluidos políticos (liberales y de izquierda), tanto aquí como en México, y aun para algunos periódicos en ambos países, el aparente fracaso del Senado en promover una reforma migratoria fue considerado una derrota. Sin embargo, muchas de las agrupaciones aquí representadas lo consideraron -si no un triunfo- un revés necesario.
“Las malas propuestas se mueren”, comentó a La Jornada Oscar Chacón, director de la Alianza Nacional de Comunidades Latinoamericanas y Caribeñas (una coalición de agrupaciones de migrantes). El proyecto de ley era resultado de “mil cosas mal hechas” y, por tanto, “el resultado habla por sí mismo”.
Consideró que los elementos negativos de la iniciativa llevaban a concluir que era mejor no poseer nada a tener que vivir con las consecuencias de estas medidas antimigrantes.
Ahora, dijo, entre las opciones está promover una ley de “alcances limitados”, y agregó que el presidente George W. Bush tiene la autoridad -por decisión ejecutiva-, en este momento, de “declarar una moratoria” a las redadas y deportaciones, y otorgar una condición legal y temporal a los indocumentados, si es que en verdad se desea tanto hacer algo.
Cathi Tactaquin, coordinadora de la Red Nacional de Derechos de Inmigrantes y Refugiados, comentó que fue bienvenida la derrota de la iniciativa en el Senado, aunque es “difícil estar feliz”, ya que esto implica que “todos hemos fracasado en promover las demandas y necesidades reales” de los migrantes. Indicó que hay preocupación de que los migrantes ahora serán más vulnerables, aunque señaló que las peores medidas de seguridad fronteriza y control de migración existen en leyes ya aprobadas: “Es tiempo de que la comunidad migrante se levante para hacer que todo político entienda que sería poco sabio sugerir mayores abusos”, declaró.
La migración se ha vuelto central en gran parte del diálogo entre agrupaciones que integran lo que podría caracterizarse, en términos generales, como el movimiento o la izquierda social de Estados Unidos. En varios talleres y mesas se abordó el tema desde el punto de vista laboral, cultural, mediático, y de las relaciones entre los migrantes latinos y la comunidad afroestadunidense y la blanca progresista. Pero tal vez lo que dejó claro el impacto de la comunidad latina es que el foro se tiene que realizar de manera bilingüe (los anuncios, el programa y la traducción simultánea de las actividades).
A la vez, los adjetivos y caracterizaciones de la lucha de los recién llegados al país -explotación, violación de derechos humanos, humillación, la vida en las sombras y más- también se empleaban para describir la lucha de los pueblos originarios.
Una representante del pueblo cherokee, cuyas tierras abarcaban desde esta región hasta Carolina del Norte, declaró en sesión plenaria que han logrado sobrevivir a más de 500 años de colonización, despojo, éxodo y humillaciones, al mantener vivas sus tradiciones ancestrales.
Kerry Dan, una mujer de la nación del Western Shoshone en Nevada, instó a todos a “recordar siempre las cosas sagradas, las fundaciones de todos los pueblos indígenas del hemisferio”. Contó la larga historia de robo, engaño y manipulación del gobierno estadunidense a su pueblo.
“Después de más de 500 años de colonización y opresión seguimos aquí”, declaro Ikaiki Hussey, de la nación indígena de Hawai. “Esa fortaleza no tiene que ver con la definición estadunidense y europea de infligir enorme violencia, sino de poder enfrentar y aguantar esa agresión”.
Contó la historia de la lucha de Hawai, señalando paralelos históricos con Cuba, recordando que ambas fueron colonias azucareras de Estados Unidos, así como parques de juego para los ricos de ese país. Habló de la militarización de sus islas, de cómo Pearl Harbor y Guantánamo fueron de las primeras bases militares estadunidenses en tierras ajenas, que una sexta parte de Hawai está controlada por las fuerzas armadas. “Pido la solidaridad de todos ustedes con nuestra independencia y la desmilitarización de Hawai”, declaró, y agregó que ello sería un primer paso para desmantelar el imperio estadunidense.
Faith Gemmill, representante indígena de Alaska, informó sobre la lucha de las 227 tribus de ese estado contra Washington y los intereses de las grandes petroleras que están destruyendo tierras y aguas indígenas. Indicó que las organizaciones indígenas, en nombre de la autodeterminación y en su defensa ecológica, enfrentan a las petroleras como todo el esquema de un modelo económico mundial que depende del petróleo. “Literalmente nos estamos quemando, nos estamos literalmente derritiendo”, dijo en referencia al cambio climático. Recordó una antigua profecía de sus pueblos, que dice que llegará un momento de gran peligro para el planeta y aparecerá una “voz del norte para advertirle a todos. Ese tiempo ha llegado”.
“El insaciable apetito del hiperconsumo nos amenaza a todos en este país”, afirmó Enei Begaye, del pueblo Navajo y Hopi en el suroeste. “Las guerras contra los indígenas no son algo del pasado, continúan hoy”, expresó, lo cual está destruyendo tierras y agua -“la vida”- para explotar recursos naturales en tierras indígenas.
Invitó a todos a abandonar sus feudos temáticos y buscar formas de sumar y unir fuerzas, de buscar una forma holística de enfrentar las mismas fuerzas que amenazan la vida de las grandes mayorías. Ese mensaje fue repetido por los líderes indígenas aquí, en casi todas sus intervenciones, incluyendo en la sesión plenaria esta noche. Todos aplaudieron, pero aquí aún no se nota en los hechos.
Pero este foro sí es un primer encuentro entre una amplia gama de “activistas”, líderes de diversas comunidades, veteranos de décadas de luchas y nuevas generaciones de gente que se considera disidente, y hasta rebelde, dentro de Estados Unidos.
Esta multitud (casi 10 mil participantes registrados) está conciente de que aún no logra crear un movimiento social coherente, y los más honestos cuentan que por supuesto ese es el sueño, pero que por mil razones no se ha logrado.
Escuchando palabras sagradas de los primeros que sufrieron la imposición de un modelo poco amable a las fuentes de la vida, como dijeron varios indígenas, como también lo que enfrentan ahora los recién llegados, se ofrece los elementos de una visión que tal vez podría llegar a ser común y compartida. Por el momento, cada quien llega aquí desde su propia esquina de este superpoder.
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