A modo de síntesis de su informe periodístico sobre el narcotráfico y la producción de drogas en Colombia, Ignacio Álvarez, conductor del programa Pan y circo, concluyó: la pasta base, la más nociva de las drogas por su baja calidad, se consume exclusivamente en Argentina y Uruguay. “Aquí consumimos pasta base y asado del Pepe”, redondeó.
El mensaje subliminal de esa supuesta ironía sintoniza con el nuevo escenario de la confrontación política, cuando todavía falta un año para la instalación de la campaña electoral. El ministro de Ganadería, José Mujica, se va convirtiendo en el centro de los cuestionamientos que se despliegan desde distintos frentes: las dirigencias de las gremiales de productores, los ejecutivos de firmas con vínculos trasnacionales, los partidos de la oposición, y reductos de la interna del fa (véase nota adjunta).
Si la práctica opositora se ciñe al popular aforismo “no le cabe nada”, el creciente desplazamiento del blanco hacia la figura de Mujica puede interpretarse en función de dos elementos sustantivos: el primero refiere a la gestión del ministro; el segundo, a que Mujica emerge como el probable candidato del fa para las próximas elecciones.
Entre los factores de irritación opositora sobre las medidas adoptadas por el titular de Ganadería, cuentan aquellos que van más allá de episodios puntuales acerca de los precios de ciertos productos o los problemas de abastecimiento a la población. La preocupación del ministro por contener los precios al consumo de productos esenciales de la canasta, como las verduras, la leche, las carnes o el pan, recibe críticas aun cuando las soluciones no difieran de la postura sobre conceptos generales. Así, cuando Mujica obtiene una reducción del precio del asado sin pulpón o del pollo, se le reclama una extensión de la reducción del iva o la incorporación de más cortes vacunos, obviando el hecho de que la solución adscribe al reclamo de la oposición y de las gremiales agropecuarias, en el sentido de que el aporte sea fundamentalmente del Estado, por la vía de la reducción de la presión fiscal.
Parece lógico esperar algún tipo de cuestionamiento cuando el tema en discusión es algo tan sensible (y redituable políticamente) como el “ahorro de unos pesitos” que, como dice el propio Mujica, “es importante para quien tiene que andar contando los vintenes”.
Cuestión de juego político inevitable, podrá argumentarse. Pero la irritación adquiere otro significado cuando la postura opositora se refiere al discurso del ministro sobre la necesidad de establecer controles a la inversión extranjera o a la compra de tierras por parte de extranjeros; a la necesidad de una intervención estatal en el juego de libre mercado para evitar la especulación; o más aun a los hechos concretos, como la sanción de la ley de sociedades anónimas nominativas rurales.
En estos temas, la oposición –que no escatima críticas al ministro de Economía en uno de los caballos de batalla de la confrontación: la reforma impositiva– advierte que las posturas y las iniciativas del ministro de Ganadería ganan terreno respecto de las concepciones generales de la conducción económica.
No toquen la propiedad. Es ahí donde la postura de la oposición coincide, punto por punto, con las críticas que se alzan contra Mujica desde los centros de poder económico, las dirigencias de las gremiales de productores y los círculos de ejecutivos vinculados al capital trasnacional. Uno de los más conspicuos representantes de inversores extranjeros, el titular de Ficus Capital, el banquero y financista Paul Elberse, agitó la bandera de la “incertidumbre” no bien Mujica sugirió la necesidad de poner frenos a la compra de empresas del rubro de la alimentación. Tales medidas, según Elberse, ahuyentan las inversiones, cuando asegurar el abastecimiento local de alimentos se puede lograr por la vía de la importación. Otro conspicuo asesor de inversores extranjeros, Andrés Cerisola, socio del estudio Ferrere, sostuvo que “no se debe regular sobre la propiedad”; en todo caso, “se deben regular las prácticas abusivas de las empresas”. Cerisola considera que cualquier medida de control no detendrá el flujo de inversiones, pero “lo reducirá considerablemente”. Explicó que la ley de sociedades anónimas agropecuarias no detuvo la compra de campos por parte de extranjeros, “pero hubo negocios que no se concretaron”.
En el tema de la propiedad de la tierra y del control de las inversiones extranjeras, las críticas de la Asociación Rural (aru) son un calco: “Esas limitaciones son muy difíciles de plantear y controlar porque un mismo capital puede comprar bajo diferentes formas. Por eso, en principio, no estamos de acuerdo con que se limite la posibilidad de esas inversiones”, dijo su presidente, Guzmán Tellechea. Y agregó: “Uruguay debe ofrecer seguridad jurídica, en el sentido de que los que quieran invertir en temas productivos, que estén protegidos legalmente y se sientan seguros”.
Las diferencias entre las dirigencias más rancias del medio rural y el ministro de Ganadería pueden medirse en dos pronunciamientos muy sugerentes: “Los hombres y las mujeres necesitan que la propiedad de la tierra se encuadre al servicio de la humanidad y no en contra del desarrollo de la humanidad; la propiedad, la distribución de la tierra, tiene que ofrecer las condiciones para que el proceso de recomposición del capital humano sea posible. Hasta que no se descubra la manera de poner pasto en un embudo y que del otro lado salga un novillo, será necesaria la participación humana en el proceso ganadero”, dijo Mujica. Por su parte, la aru sostuvo que “la aplicación de la jornada de ocho horas en el trabajo asalariado ganadero va en contra de la tradición”.
¿CAMBIOS DE ROL? Aquellos tiempos, no muy lejanos, en que el ministro Mujica aparecía como el articulador en el seno del gobierno entre las concepciones del Ministerio de Economía y los productores rurales en el debate sobre el endeudamiento interno, parecen haber quedado definitivamente atrás. El hombre universalmente aceptado por su campechanía y la honestidad con que planteaba sus puntos de vista es ahora objeto de cuestionamientos generalizados.
Sus iniciativas para asegurar el abastecimiento interno de leche con un precio justo, en momentos en que los precios internacionales favorecen la corriente exportadora, generaron otro escenario de confrontación. Mujica no dudó en extender una crítica lapidaria: “Siempre miden todo con un egoísmo que no es el modo de ser de los paisanos del Uruguay. Insisten en la estrategia de hacer odiar al campo por los habitantes de la ciudad”, dijo aludiendo a las dirigencias rurales. “Parece que es pecado intervenir para lograr igualdad de condiciones en la competencia”, agregó. Juan Gutiérrez, presidente de la Cámara Nacional de Productores de Leche, sostuvo: “Hoy los productores lecheros estamos tratando de pasar un momento bastante bueno, y él con esas declaraciones y los impuestos que quiere poner a las exportaciones de las empresas, perjudica a los productores”.
A medida que Mujica intenta enfrentar los problemas de abastecimiento y de precios, la confrontación con las dirigencias gremiales se hace más evidente. Pero, según advierten observadores cercanos a la gestión del ministro, quizás un aspecto no ventilado refiere a las políticas de descentralización en el Ministerio de Ganadería que acorta el margen de influencia de las cabezas de las organizaciones gremiales en la estructura del ministerio y otorga al ministro un margen de relacionamiento más directo con los productores y sus organizaciones sectoriales, donde se percibe que las posturas de las cúpulas no son monolíticas.
El rol del ministro efectivamente cambia, pero ello no necesariamente implica una pérdida de la influencia que había capitalizado en el ámbito de la producción rural. De alguna manera la práctica reacomoda las posiciones de los distintos actores y en el abanico de confrontaciones, una vez que el debate se aleja de lo meramente coyuntural y se instala en el plano de concepciones más profundas, como la tenencia de la tierra y la orientación de las inversiones extranjeras, ese reacomodamiento exhibe la vigencia de viejas coincidencias. “Se terminó la luna de miel”, dicen algunos asesores del ministro, que tienden a agrupar los cuestionamiento en una misma estrategia de oposición al líder del MPP.
La razón, para esos analistas, es evidente: “Los ataques al Pepe se explican por el hecho de que él se afirma como el candidato del fa, en momentos en que se profundiza una estrategia de confrontación de la oposición”, sostuvo el senador emepepista Alberto Breccia.
Si esa estrategia está siendo desplegada fundamentalmente por los dirigentes blancos, los colorados no se quedan atrás. El episodio anecdótico del entredicho entre Muijica y el senador colorado Martín Aguirrezabala, en la Rural del Prado, motivó una dura reacción de la lista 15, que en su página web exigió el desplazamiento del ministro por “falta de temple para integrar el gabinete”, una conclusión que no guarda relación con la causa que lo motiva.
El episodio pudo haber generado cierto rechazo en la interna del fa, pero no parece haber afectado la popularidad de Mujica. Los foristas de Julio María Sanguinetti, mientras tanto, prefieren apuntalar el gasto que desembolsa el senador Larrañaga, como cabeza principal y activa de la confrontación. Es que todo confluye en las próximas elecciones, donde no sólo se dirime el acceso al gobierno de uno u otro partido, se dirime la cuestión fundamental de los intereses, defendidos o afectados, sobre los cuales el ministro Mujica intenta avanzar por la vía de los hechos
Por: Samuel Blixen
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