El Canciller ha elaborado un discurso, a ratos desigual pero que, en lo medular, prioriza el concepto de soberanía nacional por sobre el
mercado no territorial de la globalización, es decir, sin dejar de lado los vientos que suprimen países y axiomas del derecho internacional, su enfoque prefiere marcar distancias -posibles- con esa mercadotecnia imperial.
Su posición, al parecer, solitaria dentro de un gobierno que no atina
qué hacer en materia interna, reclama una atención más seria de la
opinión pública pues su trabajo, por ejemplo, en las conversaciones que ha tenido con la Canciller de Colombia, Carolina Barco, significan un quiebre cardinal de la posición ecuatoriana respecto de una de las acciones del Plan Colombia en la región, a saber: las fumigaciones o aspersiones aéreas, con glifosato, que realiza Colombia en la frontera norte. El tema más complejo de la cita.
Parra ha pedido a su colega, en las negociaciones bilaterales, una
franja de diez kilómetros libres de aspersiones, así lo señala una noticia divulgada en El Tiempo de Bogotá http://www.eltiempo.com.co): «Ecuador insiste en franja fronteriza de 10 kilómetros libres de aspersiones contra cultivos ilícitos». Además, se apunta: «El gobierno de Ecuador insistió en la creación de esta franja para evitar que la aspersión aérea a cultivos ilícitos pueda afectar no solo la salud de los residentes de la zona, sino de los animales domésticos y las plantaciones legales».
También se destaca que Parra no tuvo una acogida positiva a su propuesta: «Como los dos ministros no pudieron ponerse de acuerdo respecto a la solicitud de Ecuador de establecer una franja de seguridad de 10 kilómetros en la zona fronteriza, con el fin de evitar que la fumigación aérea a cultivos ilícitos pueda afectar a las personas, a los animales y a los vegetales, se reiteró la propuesta de contratar un estudio con un organismo internacional para establecer el impacto de las fumigaciones».
Según diario El Comercio, 1.Sept.05: «Colombia abrió el análisis con
una intervención de corte técnico, a fin de explicar las razones por las cuales el gobierno del presidente Álvaro Uribe se niega a aceptar la creación de una franja de 10 Km., contados desde la línea de frontera, donde Colombia no pueda fumigar por la vía aérea, sino a través de sistemas manuales». Además: «las cifras expuestas por el lado colombiano trataron de demostrar que el planteamiento de Ecuador puede echar abajo la política de seguridad establecida por Bogotá y que goza del total apoyo del Gobierno estadounidense».
Es claro que el punto de vista ecuatoriano fractura las posturas de sus gobiernos pasados, y que Colombia no desea participar en una idea que impide su terrorífica campaña contra los cultivos de coca en la frontera común.
Pensamos que la idea del Canciller Parra no prosperará en un gobierno
que ha elevado a provisional su mínimo accionar. Empero, la orientación de Antonio Parra evidencia que el país puede tener una actitud equilibrada y seria frente a un asunto que nos afecta en lo práctico: fumigaciones que matan a la gente y sus tierras, y no solo en un tema abstracto como la dizque «soberanía dinosáurica» de los ilusos.
POR ESO, ES DABLE PEDIRLE AL DOCTOR PALACIO QUE, POR PROPIO RECATO, NO
FUMIGUE A PARRA DE SU TRISTE GOBIERNO.
*Carol Murillo: periodista ecuatoriana, columnista de El Diario de
Manabí
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