–¿Cómo logró ingresar en la política y, especialmente, en un ámbito dominado por los hombres como el Senado?
–En realidad, yo soy médica. Pero desde que soy joven mantengo una militancia. Fui presidenta del centro de estudiantes en mi universidad. Cuando volví al país después de hacer mi especialización, el régimen militar había convocado a elecciones legislativas. Los jefes de mi tribu me llamaron porque querían presentar a una mujer para la Asamblea Nacional.
–¿Nunca tuvo que enfrentar cuestionamientos por ser mujer?
–Lo que fue realmente increíble para mí fue cuando se disolvió la Cámara baja, después de tres años. En aquel momento no había mujeres en el Senado y me sugirieron que me presente en las elecciones. Yo pensaba: ¿cómo voy a ganar en una Cámara donde no hay mujeres? Lo hablé con mi tribu y me postulé. No tuve ninguna oposición. Más tarde me presenté para el cargo de vicepresidenta de la Cámara. Esa vez tuve que enfrentar a un rival, un líder religioso muy popular. Para sorpresa mía él sólo consiguió 7 votos y yo 77. Eso me dio mucha confianza para continuar mi carrera política.
–¿La discriminación de género es un problema grave en Pakistán?
–Ni en nuestra religión, ni en nuestra Constitución hay discriminación de género. Pero el país tiene una cultura tradicionalmente chauvinista, como sucede en todas partes del mundo. Sin embargo, por ley o por religión no hay ningún trabajo que las mujeres no puedan hacer. Nosotros hemos tenido una primer ministra dos veces y la gente la apoyaba.
–Sin embargo, en Occidente hay una visión generalizada de que en países islámicos como Pakistán los derechos de las mujeres son muy limitados.
–Es extraño porque en realidad el problema no está en las ciudades, que es lo que más conocen los extranjeros. Allí las mujeres son conscientes de sus derechos y los hacen cumplir. En cambio, en los pueblos y las partes del interior en donde no todos acceden a la educación, la mayoría de las mujeres no conoce sus derechos. Ahí está el verdadero problema.
–Además de los derechos humanos, Pakistán también está en la mira de Estados Unidos por la presencia de organizaciones terroristas…
–Ellos dicen que nosotros tenemos un doble estándar, pero en realidad son ellos los que juzgan al mundo utilizando un doble estándar. Nosotros estamos en contra del terrorismo, de todo tipo de terrorismo. Además, si algo sucede dentro de una población tan grande como la paquistaní no se puede acusar al gobierno de violar los derechos humanos.
–Esta semana, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado paquistaní cuestionó las advertencias estadounidenses sobre un posible ataque contra el país. ¿La alianza con Washington está perdiendo apoyo político?
–Obviamente la gente no reacciona bien cuando fuerzas extranjeras amenazan su territorio. Lo que hay que entender es que en esta situación nosotros somos las víctimas. En el norte, muchos paquistaníes han muerto como resultado de misiles lanzados desde el lado afgano. El gobierno ha denunciado estos ataques. Yo me pregunto: ¿por qué utilizan la fuerza contra los paquistaníes, que somos sus supuestos socios? Y ahí volvemos al tema del doble estándar. ¿Quién lo utiliza? ¿Pakistán o Estados Unidos?
–¿Ese malestar podría llevarlos a romper su alianza con Washington?
–No, no, no. Nosotros siempre vamos a estar en contra del terrorismo. Somos las víctimas y no los responsables.
Por María Laura Carpineta
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