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Obama fija las fronteras de 1967 como base para el acuerdo entre palestinos e israelíes

El presidente estadounidense, Barack Obama, ha aprovechado la presentación de una suerte de plan Marshall de ayuda económica para el norte de África y Oriente Próximo con objeto de robustecer los Gobiernos resultantes de la ola de protestas en la región para dar una vuelta de tuerca a la posición de Washington en el conflicto que enfrenta a israelíes y palestinos con un mensaje dirigido a las dos comunidades: “Las fronteras de Israel y Palestina deben basarse en las líneas de 1967” con “intercambios acordados mutuamente”. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que inicia precisamente hoy una visita a EE UU, ha agradecido el mensaje de Obama, pero se ha negado a cualquier paso atrás de esa línea fronteriza.

Tras ponerse junto a los que han empujado los procesos de transición en Oriente Próximo y el norte de África, y agradecer a la jefa de la diplomacia, Hillary Clinton, el papel desempeñado en sus últimos seis meses de viajes, el presidente estadounidense ha instado a israelíes y palestinos a “actuar” dado que el actual “status quo es insostenible”. Pese a que no ha cerrado una hoja de ruta para el proceso de paz, Obama ha dado un paso adelante situando las líneas de negociación en la división territorial de 1967 para finalizar en dos estados “con unas fronteras seguras y reconocidas para ambos”.

El presidente estadounidense ha resaltado, en todo caso, que “los esfuerzos palestinos por deslegitimar Israel acabarán en fracaso” y que “actos simbólicos en la ONU” no crearán un “estado independiente”, en referencia a la declaración de independencia que la Autoridad Nacional Palestina prevé llevar a Naciones Unidas en septiembre. Obama ha indicado además que “el pueblo palestino debe tener el derecho al autogobierno”, y que el “sueño de un Estado judío” no se puede materializar con “una ocupación permanente”.

Obama ha pronunciado su discurso en un momento especialmente delicado de la crisis en el mundo árabe. Desde que la Casa Blanca anunció esta intervención, se han producido violentos choques religiosos en Egipto, enfrentamientos entre el Ejército israelí con palestinos que trataban de cruzar sus fronteras y un agravamiento de la represión en Siria. Paralelamente, se ha agudizado la tensión entre el Gobierno israelí y la Autoridad Palestina que, lejos de aproximarse al diálogo, pueden llegar a un choque de trenes si la Asamblea General de la ONU reconoce en septiembre un Estado palestino.

La oportunidad del cambio árabe

Obama ha dedicado casi tres cuartas partes de su discurso a las revueltas en el mundo árabe, un punto de inflexión que ha servido al presidente estadounidense para anunciar un “nuevo capítulo en la diplomacia de EE UU”. “Dos líderes se han ido”, ha afirmado Obama en referencia a las dimisiones de Ben Ali en Túnez y Hosni Mubarak en Egipto. “Y otros quizás les sigan”, ha continuado el presidente estadounidense. El presidente estadounidense ha señalado que EE UU se podría enfrentar a una profunda ruptura con el mundo árabe si no cambia su forma de aproximarse a la región.

El plan de asistencia de Estados Unidos, que incluye la condonación de deuda, la aprobación de nuevas líneas de crédito y la reprogramación de algunas ya existentes, es parte de la nueva política que Obama ofrece al mundo árabe, en un discurso muy esperado en el que ha abordado el escenario histórico que se vive tras el estallido revolucionario y la muerte de Osama bin Laden. “Tenemos una oportunidad histórica”, ha expresado Obama en relación a las revueltas en Oriente Próximo y el norte de África. “Tras décadas aceptando el mundo como era”, ha seguido, “tenemos la oportunidad de perseguir el mundo como debe ser”.

El reto para El Asad

En este sentido, Obama ha manifestado que “las estrategias de represión ya no funcionan” y que el cambio “no se puede denegar”. El mandatario, tras elogiar los proceso de reforma en Egipto y Túnez, ha lanzado un dardo al presidente sirio, Bashar el Asad, objeto de sanciones recientes aprobadas en Washington. “Los sirios han demostrado su coraje hacia la transición”, ha afirmado, “y Asad puede seguir la transición o quitarse de en medio”. Obama ha alertado del riesgo de “aislamiento” que puede sufrir Siria. El presidente firmó ayer una orden para la congelación de los fondos en EE UU pertenecientes al presidente El Asad y a seis de sus principales ministros por las violaciones de derechos humanos cometidas contra su propio pueblo.

El plan de ayuda incluye proyectos concretos para Egipto y Túnez, los dos países cuyos regímenes han sido ya derribados por movimientos populares, y otras propuestas para las naciones que actualmente intentan seguir ese camino. La Administración norteamericana teme que el deterioro de las condiciones económicas, ya apreciable en Egipto, pueda hacer aún más difícil la consolidación de sistemas democráticos en una región en la que el alzamiento ciudadano provoca otras muchas incertidumbres. En su reunión del martes con el rey Abdalá de Jordania, uno de los que promueve reformas democráticas, el presidente estadounidense anunció ayudas económicas para respaldar a ese país en ese proceso.

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