Los estadounidenses Leonid Hurwicz, Eric S. Maskin y Roger B. Myerson ganaron el Premio Nobel de Economía por elaborar y desarrollar una teoría sobre el proceso de toma de decisiones, con aplicaciones en el campo de la economía y de la política social. No es la primera vez que la Academia Real Sueca premia estudios sobre los mercados imperfectos y la forma de actuar en ellos para lograr mecanismos de funcionamiento más eficientes. De hecho, la mayoría de los Nobel de Economía de los últimos años se han orientado a estudiosos de estos “problemas” de la competencia perfecta en el campo real, usualmente alineados en el campo de las teorías neoliberales que han ejercido las posiciones dominantes en el plano de la política económica con particular daño, en su aplicación, para los países de Latinoamérica. Myerson desarrolló sus teorías en la Universidad de Chicago, Maskin en Princeton y Hurwicz, que acaba de cumplir 90 años, en Minnesota.
La Academia Sueca destacó como aporte de los galardonados el desarrollo de la llamada “teoría de diseño de mecanismos”, la cual pretende identificar mecanismos o instituciones que impliquen una asignación eficiente de recursos, en circunstancias en las que el mercado no tiene éxito en ese cometido. Según un comentario publicado ayer por Esade, una escuela de negocios de Barcelona reputada como una de las más prestigiosas en su ramo, “estos mecanismos están con frecuencia relacionados con los incentivos de los agentes implicados y con el uso que haga de la información privada”.
El análisis de los profesores Amma Laborda y Josep Comajuncosa, de Esade, destaca la labor de los galardonados sobre la búsqueda de eficiencia en “situaciones de excepción” en el mercado o en “circunstancias en las cuales la asignación de recursos no pasa por el mercado”. La existencia de monopolios, el acceso desigual a la información, el comercio intrafirma (entre filiales de una misma empresa) o el suministro de bienes o servicios por el Estado, son algunas de las excepciones o circunstancias que Hurwicz, Maskin y Myerson han estudiado.
“Las tres principales aplicaciones (de su teoría) están relacionadas con el diseño de subastas (o licitaciones) como mecanismo de determinación de precios, con la regulación y el control de monopolios y con la toma de decisiones en el ámbito público”, destacan los analistas de Esade.
En particular, los estudios de Maskin han estado referidos a la eficiencia en la toma de decisión de los gobiernos. Postula que “los mecanismos de asignación basados en las votaciones pueden llevar a resultados no eficientes”, si por ejemplo los votantes no eligen según el programa electoral que prefieren sino que ejercen el mecanismo del voto útil o voto castigo. En tal caso, el Parlamento que se elija y las decisiones que éste tome “no satisfarán a la sociedad en la misma medida que si no hubiera producido el voto estratégico”.
Una característica identificatoria del neoliberalismo es la simplificación de la realidad para adoptarla a su propio modelo, tal como se vio en los postulados que rigieron la economía argentina en los años ’80 y ’90, o en cada plan de recomendaciones del FMI en ese mismo período. Los esquemas de los Nobel de este año no parecen alejarse de esas características, que son precisamente los que la Academia Sueca premia.
Las reacciones en la Argentina a esta premiación, de algún modo, reflejan la divisoria de aguas entre los economistas sobre estos aspectos. Nadin Argañaraz, de la Fundación Mediterránea (cuna del cavallismo), destacó que la teoría galardonada permite “identificar las fallas de los mercados, que muchas veces obedecen a cómo funcionan los incentivos de los agentes económicos como productores, vendedores y consumidores”. Es decir, el problema está en “las fallas” y no en el modelo mismo.
En cambio, Héctor Valle, director de FIDE, opinó que “hace tiempo la Academia adoptó una línea de apoyo a la lógica del pensamiento neoliberal, apoyada en el desarrollo anormal de los mercados y en la especulación financiera, lo que torna muy inestable al sistema económico. El trabajo de estos economistas premiados intenta regular estos comportamientos críticos, pero hasta ahora los resultados han sido muy limitados: está pensado exclusivamente dentro de la lógica del mercado financiero, y la verdad es que los objetivos y los instrumentos de este mercado raramente coinciden con los objetivos del desarrollo económico global (…). Sería deseable que los futuros premios Nobel de la Academia consideren el pensamiento crítico a esta ideología predominante”.
Por Raúl Dellatorre
Los estadounidenses Leonid Hurwicz, Eric S. Maskin y Roger B. Myerson ganaron el Premio Nobel de Economía por elaborar y desarrollar una teoría sobre el proceso de toma de decisiones, con aplicaciones en el campo de la economía y de la política social. No es la primera vez que la Academia Real Sueca premia estudios sobre los mercados imperfectos y la forma de actuar en ellos para lograr mecanismos de funcionamiento más eficientes. De hecho, la mayoría de los Nobel de Economía de los últimos años se han orientado a estudiosos de estos “problemas” de la competencia perfecta en el campo real, usualmente alineados en el campo de las teorías neoliberales que han ejercido las posiciones dominantes en el plano de la política económica con particular daño, en su aplicación, para los países de Latinoamérica. Myerson desarrolló sus teorías en la Universidad de Chicago, Maskin en Princeton y Hurwicz, que acaba de cumplir 90 años, en Minnesota.
La Academia Sueca destacó como aporte de los galardonados el desarrollo de la llamada “teoría de diseño de mecanismos”, la cual pretende identificar mecanismos o instituciones que impliquen una asignación eficiente de recursos, en circunstancias en las que el mercado no tiene éxito en ese cometido. Según un comentario publicado ayer por Esade, una escuela de negocios de Barcelona reputada como una de las más prestigiosas en su ramo, “estos mecanismos están con frecuencia relacionados con los incentivos de los agentes implicados y con el uso que haga de la información privada”.
El análisis de los profesores Amma Laborda y Josep Comajuncosa, de Esade, destaca la labor de los galardonados sobre la búsqueda de eficiencia en “situaciones de excepción” en el mercado o en “circunstancias en las cuales la asignación de recursos no pasa por el mercado”. La existencia de monopolios, el acceso desigual a la información, el comercio intrafirma (entre filiales de una misma empresa) o el suministro de bienes o servicios por el Estado, son algunas de las excepciones o circunstancias que Hurwicz, Maskin y Myerson han estudiado.
“Las tres principales aplicaciones (de su teoría) están relacionadas con el diseño de subastas (o licitaciones) como mecanismo de determinación de precios, con la regulación y el control de monopolios y con la toma de decisiones en el ámbito público”, destacan los analistas de Esade.
En particular, los estudios de Maskin han estado referidos a la eficiencia en la toma de decisión de los gobiernos. Postula que “los mecanismos de asignación basados en las votaciones pueden llevar a resultados no eficientes”, si por ejemplo los votantes no eligen según el programa electoral que prefieren sino que ejercen el mecanismo del voto útil o voto castigo. En tal caso, el Parlamento que se elija y las decisiones que éste tome “no satisfarán a la sociedad en la misma medida que si no hubiera producido el voto estratégico”.
Una característica identificatoria del neoliberalismo es la simplificación de la realidad para adoptarla a su propio modelo, tal como se vio en los postulados que rigieron la economía argentina en los años ’80 y ’90, o en cada plan de recomendaciones del FMI en ese mismo período. Los esquemas de los Nobel de este año no parecen alejarse de esas características, que son precisamente los que la Academia Sueca premia.
Las reacciones en la Argentina a esta premiación, de algún modo, reflejan la divisoria de aguas entre los economistas sobre estos aspectos. Nadin Argañaraz, de la Fundación Mediterránea (cuna del cavallismo), destacó que la teoría galardonada permite “identificar las fallas de los mercados, que muchas veces obedecen a cómo funcionan los incentivos de los agentes económicos como productores, vendedores y consumidores”. Es decir, el problema está en “las fallas” y no en el modelo mismo.
En cambio, Héctor Valle, director de FIDE, opinó que “hace tiempo la Academia adoptó una línea de apoyo a la lógica del pensamiento neoliberal, apoyada en el desarrollo anormal de los mercados y en la especulación financiera, lo que torna muy inestable al sistema económico. El trabajo de estos economistas premiados intenta regular estos comportamientos críticos, pero hasta ahora los resultados han sido muy limitados: está pensado exclusivamente dentro de la lógica del mercado financiero, y la verdad es que los objetivos y los instrumentos de este mercado raramente coinciden con los objetivos del desarrollo económico global (…). Sería deseable que los futuros premios Nobel de la Academia consideren el pensamiento crítico a esta ideología predominante”.
Por Raúl Dellatorre
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