Editorial de Los Angeles Times
Esto puede constituir un ultraje para la franja radical en la comunidad exiliada cubana en Miami, pero la administración de Bush hizo lo correcto en lo que se refiere al procedimiento de detención de Luís Posada Carriles este martes. Washington ahora debe enviar al viejo luchador anti-castrista a Venezuela para responder a las acusaciones sobre su participación en el atentado del avión cubano en 1976, causando 73 muertes.
Posada, quién entró ilegalmente a los Estados Unidos desde Méjico este año, ha llenado y retirado una solicitud de asilo político.
El asilo no es una opción. Aunque Posada haya negado su participación en la voladura del avión de pasajeros, ha presumido de colocar bombas en seis hoteles en la Habana, atentado que causó la muerte de una persona e hirió a otros 11. Se espera, que el gobierno norteamericano decida hoy mismo sobre la situación de Posada. El resultado deseable es que sea enviado de vuelta a Venezuela tan pronto como sea posible. De otra manera el resto del mundo se burlará del compromiso de guerra contra el terrorismo declarado por la administración Bush. Si Washington desatiende su tratado de extradición con Venezuela, otros países se sentirán libres de no cumplir obligaciones estipuladas en los tratados de extradición con los Estados Unidos.
Washington, en el pasado, ha tomado decisiones políticas no adecuadas para apaciguar a los activistas anti-castristas, pero seguramente nadie en esta administración querrá esgrimir atenuantes o tratar de definir el problema, demandando que Posada es un luchador de libertad legítimo.
La judicatura venezolana no tiene las garantías que Posada pudiera haber encontrado en un tribunal estadounidense, y esto puede conducir a la tentación de procesarlo en territorio estadounidense, conforme a la teoría de que el terrorismo es un delito de jurisdicción universal. Esto sería un movimiento desacertado, visto en otras partes como políticamente conducido e hipócrita. En el proceso del terrorismo, los Estados Unidos trabajan con muchos países cuyos sistemas legales no son peores que los de Venezuela.
Además, hay un proceso ya en marcha contra Posada en Venezuela. Él fue enjuiciado y absuelto allí dos veces, pero se escapó de la cárcel esperando una apelación de sus acusadores en 1985. La ley venezolana permite el encarcelamiento de acusados hasta que todas las apelaciones hayan sido tratadas.
Según documentos desclasificados de la Brigada de Investigación Criminal (FBI) de 1976, Posada estaba presente en dos reuniones en las cuales el bombardeo al avión cubano con partida desde Caracas, fue discutido. En el 2000, Posada apareció de nuevo en Panamá, en la compañía de otros tres terroristas antes condenados por serios delitos. Los cuatro fueron procesados, condenados y encarcelados. Pero entonces, en agosto de 2004, la Presidenta panameña Mireya Moscoso perdonó a los cuatro, unos días antes de que ella dejara la presidencia.
Tres de los hombres, se fueron a Miami, donde fueron tratados como unos héroes por los exiliados. El paradero de Posada permaneció desconocido hasta ahora.
El porqué de estos cuatro hombres violentos fueron perdonados es un misterio. El hecho que tres de ellos fueron admitidos en los Estados Unidos, es alarmante. ¿Acaso no dijo el Presidente Bush que ningún país debería albergar aquellos acusados por terrorismo? Para contestar esta pregunta afirmativamente, las autoridades estadounidenses deben extraditar a Posada a Caracas y examinar la situación de cualquier otro exiliado cubano en este país, quienes estén acusados por terrorismo.
Los Angeles Time. (www.latimes.com)
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