La guerra en Irak es “una de las más injustas, inmorales y cobardes en la historia”, fue el veredicto del Jurado de Conciencia del Tribunal Mundial sobre Irak (TMI), reunido en Estambul, Turquía, del 24 al 26 de junio.
Civiles. Blanco de las fuerzas de ocupación Fotografía: Ap
Más allá de esta conclusión, el tribunal se define como un acto de resistencia internacional en busca de rescatar la conciencia mundial; un intento de oponer a la globalización empresarial una “globalización moral” que funcione “bajo la creencia de que ningún Estado ni líder está por encima de la ley en asuntos de guerra y paz”, como lo expresó Richard Falk, uno de los expertos en derecho internacional más reconocidos en Estados Unidos, profesor emérito en la Universidad de Princeton.
En el tribunal nacido en 2003 confluyen desde luchadores latinoamericanos, como el Movimiento de los Sin Tierra y las Madres de la Plaza de Mayo, y sus contrapartes en otros lugares del mundo; así como activistas, periodistas, “objetores de conciencia” y testigos presenciales de la guerra, además de reconocidos pensadores como Noam Chomsky, Arundhati Roy, Eduardo Galeano y John Berger. La lista abarca también a disidentes de organismos internacionales, como Denis Halliday, ex coordinador humanitario de la ONU en Irak y ex administrador del programa Petróleo por Alimentos.
El escritor inglés John Berger, uno de los más lúcidos pensadores de nuestros tiempos, dijo sobre el Tribunal: “Los historiales deben preservarse y, por definición, los perpetradores, lejos de preservarlos, intentan destruirlos… Los nuevos tiranos (globales), incomparablemente más armados, pueden ganar toda guerra militar y económica. Pero, están perdiendo la guerra (así la llaman) de la comunicación. (…) Más y más gente dice NO. Finalmente, esto provocará el fin de la tiranía. Pero, ¿después de cuántas tragedias, invasiones y desastres colaterales? (…) De ahí la urgencia de preservar los historiales, de recordar, de juntar la evidencia, para que las acusaciones sean inolvidables, y proverbiales en cada continente. Más y más gente dirá NO, porque este es el requisito hoy para decir SI a todo lo que estamos empeñados en salvar y a todo lo que amamos”.
“Este no es un encuentro académico de expertos”
El Tribunal Mundial sobre Irak, conformado por una red de grupos locales en todo el mundo, se creó para dar a conocer la verdad acerca de la invasión y la ocupación, después de que, pese a la oposición de millones de personas en el mundo, los gobiernos estadunidense y británico invadieron Irak. Se formó también como respuesta al silencio de los organismos internacionales.
La iniciativa, que retoma la idea del Tribunal Russell, se fue gestando durante 2003 en reuniones contra la guerra en Berlín, Bruselas, Ginebra, París y Cancún.
Ahora, en Estambul, un jurado compuesto por personalidades con peso moral de 10 países (entre ellos, el abogado mexicano Miguel Angel de los Santos Cruz) y presidido por la escritora india Arundhati Roy, una de las voces más elocuentes del movimiento contra la globalización empresarial, escuchó a un panel que documentó, a través de testigos y análisis, la invasión y ocupación de Irak.
La sesión en Estambul fue la culminación de 20 audiencias en distintas ciudades; y Falk dijo de ella: “Adquiere un sentido de urgencia por el hecho de que la gente muere y sufre a diario en Irak. Este no es un encuentro académico de expertos… Es, sobre todo, una expresión de la democracia popular, de la conciencia ética de qué está bien y qué está mal en la política internacional, y una expresión de resistencia a lo que se reconoce como un proyecto estadunidense por dominar al mundo. La guerra contra Irak es el ojo de la tormenta. Pero el Tribunal tiene una preocupación más amplia respecto a las ambiciones globales hegemónicas de Estados Unidos, que producen peligro, violencia y explotación en muchas partes del mundo”.
“La fábrica de crimen y desesperación y locura”
“Estoy seguro que su trabajo ayudará en la necesaria revelación de las raíces de la tragedia, esta guerra nacida de mentiras, este escándalo de impunidad, esta fábrica de crimen y desesperación y locura”, escribió el uruguayo Eduardo Galeano al TMI.
El Tribunal no tiene poderes legales. Es, más bien, una autoridad moral que desacredita la aseveración de que el apoyo a la guerra contra Irak es “legal, moral y políticamente aceptable”, dice Richard Falk.
Y, en calidad de autoridad moral, en su declaración preliminar, dada a conocer el pasado 27 de junio, el jurado condena a:
• Los gobiernos estadunidense y británico por planear, preparar y librar la máxima guerra de agresión, contraviniendo los estatutos de las Naciones Unidas y los principios de Nuremberg; tomar como blanco a la población civil; usar una fuerza desproporcionada e indiscriminados sistemas de armas, como el uranio empobrecido; exponer a los soldados y civiles iraquíes a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes;
• el Consejo de Seguridad de la ONU por fallar en proteger a Irak contra un crimen de agresión; imponer duras sanciones económicas a Irak; permitir que Estados Unidos y Gran Bretaña llevaran a cabo bombardeos ilegales; permitir que Estados Unidos dominara Naciones Unidas;
• los gobiernos de la Coalición por colaborar en la invasión y ocupación; y los de otros países por permitir el uso de sus bases militares y espacio aéreo, y proveer apoyo logístico;
• las empresas que lucraron con la guerra;
• los medios masivos de comunicación que difundieron las deliberadas falsedades de los gobiernos estadunidense y británico. En especial mencionan a The New York Times, y en particular a la reportera Judith Miller, por promover mentiras acerca de las armas de destrucción masiva.
Y emite recomendaciones, entre ellas:
• Reconocer el derecho del pueblo iraquí a resistir la ocupación ilegal de su país;
• el retiro inmediato e incondicional de las fuerzas de la coalición de Irak;
• el cierre inmediato de todas las prisiones militares estadunidenses en suelo extranjero;
• iniciar un proceso de rendición de cuentas de aquellos “moral y personalmente responsables por su participación” en la guerra;
• llevar a cabo acciones directas contra las empresas que lucraron directamente con la guerra, como Halliburton, Kellog, ExxonMobil y British Petroleum, o demandaron a Irak para recibir “compensaciones”, como Nestlé, Pepsi y Sheraton;
• que los soldados se rehúsen a participar en la guerra; que los países den a los objetores de conciencia asilo político;
• reforzar la campaña internacional para desmantelar todas las bases militares estadunidenses en el extranjero;
• resistir y rechazar cualquier esfuerzo de los gobiernos de proveer apoyo material, logístico o moral a la ocupación.
Y, como jurado, manifiesta su “solidaridad” con el pueblo iraquí.
Tania Molina Ramírez
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