
El fin del prolongado conflicto armado colombiano mediante un acuerdo del gobierno del Presidente Juan Manuel Santos con las Farc y la transformación de la guerrilla en un movimiento político y social plantea el desafío de la construcción consensuada de una hegemonía popular nacional que incorpore los nuevos sujetos sociales antes marginados por el despotismo y la violencia de la oligarquía dominante.
La apertura de un nuevo ciclo político en la historia colombiana a raíz de los diversos acuerdos de paz para poner fin al prolongado conflicto social y armado, plantea una serie de retos y cuestiones que demandan una profunda e innovadora reflexión desde el campo del pensamiento crítico y de las nuevas subjetividades políticas vinculadas con los movimientos sociales y los núcleos de una izquierda alternativa no asociada con las viejas estructuras plagadas de autoritarismo, dogmatismo y sectarismo.
La construcción de una hegemonía nacional popular es uno de los temas centrales en ese sentido.
La paz y un nuevo modelo de democracia ampliada nos llevan al terreno de la elaboración de propuestas teóricas de hegemonía capaces de incorporar, mediante la persuasión y no la violencia, a las masas populares en la construcción de otras formas políticas cuyos contenidos signifiquen un protagonismo efectivo de la gente.
Si bien es cierto la vieja elite dominante en el Estado pretende recomponer y reafirmar la hegemonía neoliberal a propósito de la construcción de la paz, no menos cierto es que son amplios los potenciales y las condiciones de posibilidad para que nuevas subjetividades y agencias políticas avancen en una estrategia contra hegemónica mediante lo que se conoce como una “hegemonía expansiva”, que logre unificar en un “significante vacio” las múltiples injusticias e insatisfacciones que afectan a las masas populares.
Hoy, cobra plena validez la categoría de hegemonía en el análisis de las características distintivas de las luchas sociales en Colombia al momento del post conflicto armado.
Lo que se pretende es elevar la potencialidad teórica y política de los movimientos sociales de transformación. Se trata de construir una teoría capaz de unificar en el campo de la reflexión política, los momentos democráticos y socialistas.
En tal contexto analítico el objetivo de tal ejercicio es consolidar una hipótesis estratégica y una teoría para el nuevo ciclo político que nace con la paz.
Lo que queremos en gran medida es dejar atrás, revaluando, replanteando y trascendiendo, aquella vieja certeza según la cual y a partir de un arco de alianzas cupulares y de aparatos de clase, dirigidos por el proletariado y sus supuestos representantes, el movimiento reivindicativo-corporativo de las masas sería capaz de generar una crisis social y, en virtud de la presencia de una organización política determinada, propiedad de mentes iluminadas (muchas veces violentas y arrogantes), podrá conducir a trastocar el poder existente. El objetivo central de las clases populares, según esta concepción, se expresa en una policita llamada de “acumulación de fuerzas” (electoral y parlamentaria) que prepare el momento de la toma del poder.
En este análisis no concebimos tal proceso de “acumulación de fuerzas” como una mera unificación instrumental sino como la expresión consciente de una hipótesis estratégica y de una teoría de transición que unifique en un proyecto social único al conjunto heterogéneo de las clases populares.
La conquista del poder debe ser el resultado de una real y efectiva unificación social y política de las masas populares, mediante el consenso y la persuasión pacifica, de tal manera que tengan la madurez para resolver las difíciles tareas que supone la total transformación económica, social y política del país, en el marco de la superación de la violencia en todas sus manifestaciones, lo que implica mantener el pleno consenso de las masas para alcanzar las soluciones de la democracia ampliada.
En ese mismo sentido, la concepción de hegemonía que asumimos no es la mera sumatoria de viejos y desuetos aparatos políticos de bolsillo coaligados, que convergen en alianzas electorales y parlamentarias ocasionales, pues la misma es una forma de poder político caracterizada por el consenso de los subordinados a una dirección que puede encarnar legítimamente el “bien común” o la “voluntad general”.
De lo que se trata es de relacionar la concepción de hegemonía, entendida como la capacidad política de una clase para dirigir a las demás, con las otras manifestaciones socio-políticas de extrema relevancia en nuestra sociedad: masas empobrecidas, rurales y urbanas, al lado de crecientes clases medias y otros grupos asalariados y precariados, producto de las características asumidas por la modernización y relativamente integradas al desarrollo urbano industrial.
En forma más precisa se trata de analizar si la temática de la hegemonía ofrece elementos que permitan reunificar, en el campo teóricamente renovado de una teoría de la transición a la paz, agregados que en la sociedad se entrecruzan, pero que alimentan proyectos de sociedad contradictorios o alternativos.
Establecer las recomposiciones teóricas y prácticas es fundamental para la construcción de la hegemonía nacional/popular, que sea capaz de propiciar una transformación acorde con las aspiraciones democráticas de las clases trabajadoras y populares.
Lo que se propone con este trabajo es el diseño de una armazón teórica que permita una comprensión amplia de las características de los procesos de hegemonía política en la sociedad colombiana posterior a la guerra.
Por supuesto proponiendo aspectos de orden metodológico que permitan la exploración empírica en diagnósticos específicos y en proyecciones necesarias para la acción política.
Para ello, se presentan y desarrollan las bases de una “perspectiva constructivista” para el estudio de los fenómenos políticos, tomada de los estudios sobre identidades nacionales y étnicas. Enfoque que aconseja la visita de los estudios dedicados a la “acción colectiva y los movimientos sociales” para incorporar la metodología del “análisis de marcos” (frame analysis) para el estudio de los actores políticos a través de su discurso[1].
Indiquemos que en todos los análisis del discurso[2], la literatura sobre nacionalismo y etnicidad, o las reflexiones sobre movimientos sociales, se encuentran elementos claves para el estudio del poder político y la hegemonía, que han probado además la utilidad de un “enfoque discursivo” para el estudio de fenómenos políticos.
Esta elaboración, siguiendo los pasos a la producción teórica de Iñigo Errejon, parte de ellos y aprovecha sus esfuerzos para centrarse en un estudio empírico de la hegemonía política en la historia del Estado colombiano.
Conviene recordar en que una reflexión sobre la hegemonía se ocupa, en última instancia, de la cuestión central de la Ciencia Política: el poder político.
Partimos de una premisa teórica, la de que la hegemonía se construye en y mediante el discurso político de consenso y no violento, que determina a su vez una decisión metodológica, la de emprender el análisis cualitativo de las prácticas de construcción de significado político, o discursos políticos, por los diversos actores involucrados en la lucha por el poder y el control de la sociedad.
Hegemonía, discurso y pueblo
Para ello, se emprende la elaboración de un cuerpo teórico basado en tres columnas maestras: los conceptos de Hegemonía, Discurso y Pueblo, que juntos conforman la problemática general de una teoría de la hegemonía, aquí pensada básicamente a partir de los planteamientos de Antonio Gramsci.
Un cuerpo teórico orientado al estudio de los procesos de construcción de poder político a través del análisis de los mecanismos discursivos de generación de identidades políticas hegemónicas, que permiten a un grupo particular postularse, y eventualmente ejercer la dirección de una sociedad obteniendo el consentimiento de una parte sustancial del conjunto social dirigido, en la reflexión de Errejón.
Sin embargo, es importante considerar que aun sigue habiendo un vacío significativo en el auge de los enfoques basados en las capacidades performativas del discurso y su aplicación a casos concretos de construcción de poder político.
El término hegemonía está sometido, con cada vez mayor frecuencia, a un uso popular irreflexivo –a veces incluso en el ámbito de las ciencias sociales–, que lo despoja de su riqueza como instrumento de análisis político.
El concepto de hegemonía sólo puede ser comprendido adecuadamente mediante su ubicación en el profundo y denso sistema teórico gramsciano, que se estudia en profundidad, a través de sus categorías principales, contrastando la formulación en el pensador italiano, con su recepción en trabajos académicos de reciente elaboración, tanto teóricos como teórico-empíricos.
Planteamos, de acuerdo con Errejon, la comprensión de la hegemonía como una forma particular de poder político que obtiene la adhesión activa o el consentimiento pasivo de los grupos sociales gobernados, unificando voluntades dispersas en un sentido unitario.
Se trata de la piedra angular de un enfoque para el análisis del poder político, que lo pone en relación con la lucha ideológica y cultural.
Para tales efectos examinamos en detalle una línea de desarrollo heterodoxo del pensamiento de Gramsci: la que representan los estudiosos del discurso y la ideología desde una perspectiva conocida como postestructuralista.
Para tal efecto se explora primero la ruptura de esta con la concepción tradicional de la ideología, para derivar después en su concepción de la hegemonía como un movimiento de encarnación del universal (significante vacio) por un sujeto particular.
Para este grupo de autores[3], la hegemonía es un tipo de ordenación de un campo político marcado por el conflicto y la contingencia. Por ello, se exponen y discuten las formas posibles de producción de orden y alineamientos políticos, así como los mecanismos discursivos por los que éstos operan.
De otro lado, los discursos se entienden como las prácticas de atribución de significado político a objetos sociales que carecían de él o que tradicionalmente recibían un significado diferente[4].
Por tanto, recogiendo la sugerencia de Errejon, la construcción de hegemonía se estudia acá a partir de las operaciones de articulación discursiva.
La premisa de la “constructividad” del discurso constituye un pilar fundamental y punto de partida para la perspectiva teórica adoptada en esta reflexión.
Lo que se pretende es conformar una perspectiva teórica propia para el estudio de la construcción de hegemonía aplicado a procesos políticos concretos en Colombia.
En este análisis se defiende que la “caja de herramientas” teórica construida es particularmente pertinente para el estudio del proceso político colombiano; pero a la vez se sostiene que esta aplicación sólo puede ser exitosa si se basa en una atención privilegiada a las particularidades del país, y en un conocimiento profundo de su historia política. Esta es la razón para que se defienda la necesidad de dedicar un espacio destacado a la revisión del desarrollo del Estado colombiano en relación con la cuestión específica de la hegemonía.
Hay que caracterizar la hegemonía en los diversos periodos de la historia del Estado nacional.
Lo que queremos es sugerir una propuesta de interpretación de los acontecimientos políticos asociados con las conversaciones de paz presentes dentro de una mirada larga sobre la naturaleza del Estado y la hegemonía. Por esta razón se prefiere el término “proceso político de paz” para resaltar la centralidad de una correlación dinámica de fuerzas políticas en conflicto, por encima de otros posibles que hiciesen énfasis exclusivamente en la dimensión jurídico-constitucional de los cambios, en la dimensión electoral o en la institucional “reforma del Estado”.
El “proceso político de paz”, tal y como es entendido en este trabajo, es la lenta institucionalización de una nueva correlación de fuerzas en el país, conformada en las movilizaciones populares contra las políticas neoliberales y de la seguridad democrática en los primeros años del siglo XXI. En un sentido más amplio, es el proceso de construcción hegemónica que implica una refundación nacional para incluir identidades políticas de los grupos subalternos históricamente ausentes de los relatos nacionales –o sólo parcialmente integrados-, y la consecuente aspiración de reforma estatal.
Las condiciones y características de este proceso, conviene reiterarlo, no pueden comprenderse sin su enmarcado en una historia general del Estado colombiano visto a la luz de la cuestión de la hegemonía.
Este documento se divide en tres partes:
En la primera se discute la hegemonía, fundamentalmente en su acepción gramsciana; en la segunda, el discurso como práctica de articulación y construcción hegemónica; y en la tercera, la conformación de identidades populares y la producción del “pueblo”.
Para ampliar los alcances teóricos de este documento abordamos, igualmente, las teorías de la construcción social de la realidad y el frame analysis como elementos en la construcción de la hegemonía popular.
La hegemonía, lo reiteramos, es un tipo de ordenación de un campo político marcado por el conflicto y la contingencia.
Por ello, se exponen y discuten las formas posibles de producción de orden y alineamientos políticos, así como los mecanismos por los que éstos operan. Finalmente, dado que estos mecanismos son discursivos, se define el discurso como la práctica de construcción de significado político.
Para una adecuada comprensión de la Teoría del discurso se deben revisar y discutir las críticas a sus presupuestos generales, fundamentalmente relativos a su concepto de discurso. Después se exponen las reglas fundamentales para el análisis del discurso, los mecanismos de atribución de significado y, finalmente, la nominación como trascendencia de los intereses sectoriales y, por tanto, como práctica de constitución de identidades políticas en pugna por la hegemonía.
Otra parte se centra, en el fenómeno de conformación de identidades populares, como una de las formas más comunes de construcción hegemónica. Para ello se revisa primero la literatura general sobre el fenómeno del populismo, haciendo especial hincapié en sus límites y espacios opacos.
Sin embargo, se agregan de acuerdo con la sugerencia de Errejon, dos bloques de discusión crítica de la teoría del populismo de Laclau: el primero aborda la cuestión de la contingencia y los resultados posibles de las construcciones populistas, las variadas orientaciones políticas que pueden recibir, y los límites en esas variaciones.
El concepto de “condiciones de posibilidad” ayuda a defender que esos límites son mayores que los que Laclau establece en su modelo teórico.
El segundo cuerpo se ocupa de una discusión actualmente en curso, sobre la concepción del populismo como “forma” o como “momento”; lejos de tratarse de una disputa léxica, este debate encarna la relación entre los conceptos centrales de “hegemonía” y “populismo”, que necesitan ser aclarados para poder conformar un andamiaje teórico para el análisis político.
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