La industria de la pornografía es una de las más lucrativas del mundo, en ella encontramos representaciones estereotipadas de la sexualidad que generalmente son machistas y muchas veces violentas hacía las mujeres. Pero como cualquier espacio de nuestra sociedad, la pornografía, es decir la representación de la sexualidad, es un terreno en disputa.
La pornografía feminista puede ubicarse como una de las propuestas que entran a disputar al interior de tal industria. Sus orígenes suelen ubicarse en las prácticas de la actriz porno y activista feminista Annie Sprinkle, quien, desde la década del 70, realiza performances como la del Cervix (https://vimeo.com/184135882), donde hacía pasar el público ante ella para que pudieran observar su vagina como un especulo; otro de sus aportes pueden ser películas como “Profundo dentro”, donde ponía su placer en el centro de la historia.
En la actualidad, otras actrices y directoras de porno desarrollan una práctica subversiva dentro de la misma industria, es el caso de Nina Hartley y Tristan Taormino, conocidas por su género de la porno educativa. De Nina Hartley recomendamos su guía para la eyaculación femenina, y la obra maestra de Tristan Taormino “Guía experta al placer anal para hombres heterosexuales”.
A esta tendencia, que se mantiene en la industria porno, se suman otros géneros, como el indie porn o la porno queer, con directoras como Shine Louise Houston (pinkwhite.biz) o Courntey trouble (courtneytrouble.com) que al margen de esta industria abrieron un mercado para otro tipo de producciones que subvierten el género y el sexo, y ofrecen una diversidad de representaciones de sexualidades.
¿Pornografía fuera del capitalismo o del patriarcado?
Desde las activistas feministas y queer, hace unos 15 años que se desarrolla el post-porno, se diferencia por lo que no implica relaciones comerciales, no vende sus películas ni paga a quienes la producen, es un trabajo político de producción de pornografía, para la denuncia o el placer. El post porno tiene su epicentro en Europa y Norte América con Girls who like porn y María Llopis en Barcelona (https://girlswholikeporno.com, https://www.mariallopis.com), o Diana “la porno terrorista” (https://pornoterrorismo.com/) y muchas otras colectivas representadas en el documental “Mi sexualidad es una creación artística” (https://vimeo.com/133348262).
Si bien el post-porno puede dar resultados excitantes como Piernas lungas de Maria Llopis, un vídeo típico realizado en el contexto de un taller de creación por mujeres feministas (https://www.mariallopis.com/shortfilms/piernas-lungas/), el trabajo de colectivas como las francesas de Urbanporn ( http://erelevilstyle.free.fr/wordpress/) dejan claro que el propósito de los videos post porno no es necesariamente la excitación sexual, como en su vídeo Raped carrot, una denuncia de la violencia en un vídeo conceptual (http://erelevilstyle.free.fr/wordpress/?p=644)
También existen experiencias desde el Sur, como La colectivas, como sub-porno en Chile (http://subporno.blogspot.com.co), por ejemplo “Eso es chile” (https://vimeo.com/16643427 Contraseña vamosajugar) que describe Chile mientras una compañera del colectivo se masturba con un dildo hecho en forma de Chile. Más cerca aún, en Colombia, La fulminante (http://www.lafulminante.com/) quien habla en un idioma desconocido denunciando la exotización de las extranjeras, en este caso pueden ser las latinas. En su vídeo Las recetas del poder (https://vimeo.com/268290014) nos comparte su análisis de la política colombiana.
Son muchos más los ejemplos de esa práctica política subversiva, donde activistas critican, dan la vuelta, se apropian de la pornografía, reinventándola y abriendo espacio para nuevas representaciones, sean feministas o libertarias del deseo.
Entre las categorías de post porno, porno feminista, porno femenina o queer, existen muchos intersticios difíciles de ubicar, y que pueden surgir de varios contextos ideológicos y hasta en el caso de Dirty Diaries, en Suecia, recibir financiación gubernamental (http://www.dailymotion.com/video/xdvowl), o Buck Angel, un hombre transexual que entró en la industria del prono gay con su pene trans (un clítoris que creció por las hormonas).
Todos estos ejemplos son prácticas que tiene en común la intención de subvertir la porno hegemónica y abrir nuevos campos, pocas veces salen de la sexualidad coital, y no pueden ser interpretadas como el resultado acabado de una pornografía fuera del capitalismo o del patriarcado, son actos de resistencia en toda su complejidad y contradicciones.
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