Como todo populista que inicia su campaña para buscar la reelección en el año 2010, Gaviria también cuestionó las bondades de los tratados de libre comercio: “Eso no se puede sobre vender (…) sobre venderlos hace daño. Yo reconozco mi cuota de culpa, de haber creído que esos cambios de naturaleza económica iban a generar el tipo de crecimiento sostenido (…) no podemos sobre vender el TLC con los Estados Unidos, y no podemos tampoco sobre vender los acuerdos bilaterales como una gran solución”, afirmó.
El neoliberalismo fracasó. Sólo se mantiene por los intereses de los grupos oligárquicos mediante la violencia y la mentira. Este modelo condujo a Colombia la peor crisis de su economía en el último siglo (ver gráfico 1), agregó dolor y sufrimiento a las clases populares, disparó el desempleo y amplió la brecha que separa a los ricos de los pobres, en un contexto de violencia, exclusión y empobrecimiento de la clase media.
El patrimonio público construido por el trabajo y el ahorro de varias generaciones de colombianos desapareció en medio de operaciones fraudulentas. Además de la privatización de las empresas públicas, la economía se desnacionalizó, pasando a ser controlada por las transnacionales y el fiero despotismo y especulación del capital financiero.
El fracaso del crecimiento
Las políticas neoliberales impuestas desde principios de la década de 1990 condujeron a la economía colombiana a una burbuja especulativa que se reventó en 1999, hundiendo al país en la peor crisis del siglo XX. El inicial y ficticio crecimiento del PIB fue jalonado por el endeudamiento oficial y de los hogares, una gran expansión monetaria, elevado gasto público con el dinero de la venta del patrimonio público, una inflación ficticia de activos, alta inversión extranjera orientada a la adquisición de las empresas nacionales y un abultado déficit comercial que vía las crecientes importaciones de bienes de consumo y el endeudamiento que le acompaña promovió un crecimiento económico sin generación de valor agregado ni empleo. La trágica historia vuelve a repetirse con los dos gobiernos de Uribe (2002 …), en tanto en lugar de corregir el rumbo económico ha profundizado el modelo neoliberal (ver diagrama).
Los resultados macroeconómicos son precarios y ficticios. El crecimiento actual de la economía, ante la situación recesiva de 1999, parece que fuera alto pero es mediocre respecto a los promedios mundiales y regionales. El incremento de 5,1% de la economía colombiana en 2005 está por debajo del 5,5% que crecieron en promedio las economías de los países periféricos en el mundo. Igualmente es bajo en relación con economías de América Latina: 7,8% de Venezuela, 7,5% de Argentina, 5,9% de Chile, 6,0% de Uruguay y 5,5% de Perú. El actual ingreso por persona de US$ 1875 es inferior todavía al alcanzado por Colombia en 1998, antes de la crisis, esto es, US $ 2420. Si el ritmo del crecimiento se mantiene, el país tardará 40 años para duplicar el ingreso por persona. Hoy este ingreso es la mitad del chileno, una tercera parte del argentino y 25% menos que el de Venezuela.
La economía colombiana crecerá durante 2006 en sólo 4,8 por ciento (0,3 puntos menos que en 2005). Cifra por debajo de lo que lo harán Argentina (8,0 por ciento), Chile (5,2 por ciento), Perú (6,0 por ciento) y Venezuela (7,5 por ciento), según los pronósticos del Fondo Monetario Internacional. Para el próximo año, la economía colombiana aflojará, al igual que lo hará la mayoría de países de América Latina, ante la recesión de la economía mundial que empieza a registrarse. El pronóstico para el 2007, según el FMI, apunta a un crecimiento del 4,0 por ciento, constituyéndose en el año más flojo de los últimos cuatro. Habrá un menor flujo de capitales, mayores tasas de interés, la deuda externa será más alta, habrá una depreciación de la moneda, las inversiones se desacelerarán y el desempleo y la pobreza volverán a aumentar.
El creciente déficit comercial
A partir de las políticas aperturistas impuestas a principios de la década de 1990 el déficit comercial se incrementó año a año generando graves problemas de endeudamiento público para financiarlo y de desestímulo de la producción nacional (ver gráfico 2 y cuadro 1). El déficit de balanza corriente (intercambio de bienes, servicios y transferencias) se volvió estructural. Solamente tres países de América Latina presentan déficit en la cuenta corriente: Uruguay, México y Colombia. En la cuenta corriente de Colombia se presentó un déficit de 1,6 por ciento del PIB en 2005; para el presente año se proyecta en 1,3 por ciento del PIB y de 1,7 por ciento para 2007.
Durante el primer semestre de 2006, las exportaciones sólo crecieron 0,8 por ciento, alcanzando, de seguir esta tendencia 21.360 millones de dólares durante el año 2006. En contraste, durante el 2006 las importaciones vienen ‘disparadas’, alcanzarán en el año la cifra récord de 25.000 millones de dólares. Mientras la economía en su conjunto crece 5 por ciento, las importaciones superan el 22 por ciento. La dinámica importadora que vive el país se explica por una gran entrada de dólares de remesas y servicios (cerca de 4 mil millones de dólares), el lavado de dinero del narcotráfico y la legalización de capitales de los paramilitares (
Endeudamiento público y desangre económico
A lo largo del siglo XX, la deuda pública colombiana osciló entre el 10 y el 20% del PIB. A mediados de los años 1990 comenzó a elevarse peligrosamente hasta superar el 50% del PIB. En el año 1995, la deuda del sector público no financiero (SPNF) alcanzó los 22.220 millones de dólares (26% del PIB); en 2000 subió a 39.754 millones de dólares (51% respecto al PIB); en 2003 la deuda fue de 45.602 millones de dólares, representando el máximo nivel relativo respecto al PIB (64%). En los últimos años la deuda del SPNF se reduce levemente respecto al PIB representando el 55,3% en diciembre de 2005, pero en cifras absolutas llega al nivel más alto en la historia del endeudamiento del país: 68.186 millones de dólares. En la última década, la deuda se ha convertido en un problema estructural de Colombia, que obstaculiza el desarrollo y empobrece a su gente.
En 2005, el sólo servicio de la deuda externa, pública y privada (amortizaciones más intereses), de largo plazo le exigió al país una erogación de 10.932 millones de dólares. La relación pago de deuda pública/presupuesto público se aproxima a 40%, razón por la cual 80% de los impuestos corrientes que recauda el gobierno se destinan al servicio de la deuda externa e interna.
De otra parte, la economía colombiana en los últimos 15 años está marcada por la privatización y desnacionalización de las empresas. El control de las empresas colombianas por parte de las multinacionales, significa una creciente pérdida de recursos y divisas. En el año 1996 la remesa de las utilidades hacia las casas matrices fue de 100 millones de dólares; en el año 2005 se multiplicaron por 25 al superar los 2.500 millones de dólares. Si a esta cifra de las remesas sumamos la erogación de US$ 10.932 millones por pago del sólo servicio de la deuda externa, tenemos que el desangre económico para los colombianos fue de US $ 13.432 millones en 2005, equivalentes a 77 por ciento de las exportaciones y a 4,8 por ciento del PIB.
El fracaso del empleo
El actual modelo de desarrollo no genera empleo productivo e impone unas condiciones esclavizantes de explotación de la fuerza de trabajo por parte del capital. Situación que explica los cambios ocurridos en los mercados de trabajo, marcados por la inestabilidad, la precariedad y la mayor miseria de los trabajadores inducidos por las políticas neoliberales (ver gráfico 1). El desempleo en 2005 resulta más grave que en 1997, con tasas de 11.6% y 9.9%, respectivamente. En paralelo, la tasa de subempleo se ha disparado, de 17.1% en 1997 a 32,5% en 2005. En agosto de 2006 el desempleo en Colombia, reflejando los primeros síntomas recesivos, aumentó a 13 por ciento y el subempleo llegó a 38 por ciento. En cifras absolutas, el número de desempleados supera los 2,5 millones de personas. Conseguir un empleo en la actualidad no sólo es más difícil, sino que toma más tiempo. Además, la informalidad laboral no ha experimentado cambios sustanciales, en 2005 se ubicaba a un nivel similar al de 1997, esto es, superior al 60% de los ocupados.
Fracaso social e iniquidad
De acuerdo con las cifras oficiales, la población que vive bajo condiciones de pobreza en cifras absolutas representa más de 21 millones de colombianos. En un siglo la pobreza nunca ha estado por debajo de este nivel. En la indigencia (o nivel de hambruna o calamidad pública) se encuentran 7,5 millones de personas.
A la miseria generalizada hay que agregar la perversa concentración de la riqueza y las desigualdades sociales provocadas por el neoliberalismo. Según el informe sobre Desarrollo Humano de Naciones Unidas (2005), Colombia se encuentra con relación a la distribución del ingreso entre los 10 países más desiguales en el mundo (similar a los países africanos) y entre los tres más inequitativos de América Latina (junto a Guatemala y Brasil).
Respecto a su nivel, antes de la recesión de 1999, las utilidades de las mayores empresas del país han crecido 400%. Al comparar este crecimiento de las utilidades del capital y el crecimiento global de la economía de 13,3 puntos porcentuales entre 2003 y 2005, respecto al crecimiento de los ingresos promedios de los trabajadores que sólo aumentaron en 2,2 por ciento, en igual período se verifica la oprobiosa concentración de la riqueza y el ingreso en Colombia, bajo el patrón de desarrollo mafioso, especulativo y rentista.
En resumen, las políticas neoliberales impulsadas en Colombia durante los últimos 16 años profundizaron la cuádruple crisis que provoca de manera irremediable el sistema mundo capitalista: i) el desencanto, alienación y la inautenticidad de las personas, de los sentimientos y, en general, del tipo de vida que se encuentra asociada a la fría lógica del capitalismo; ii) mayor opresión y violencia, en la medida en que el régimen capitalista se opone a la libertad, a la autonomía y a la creatividad de los seres humanos sometidos bajo su imperio; iii) incremento de la miseria de los trabajadores y aumento de las desigualdades e injusticias; iv) promoción del oportunismo y del egoísmo que, favoreciendo solamente intereses particulares, actúa como destructor de los lazos sociales y de las solidaridades comunitarias. Este es un régimen que sólo puede sostenerse combinando el corporativismo, la violencia y la mentira.
* Economista, master en teoría económica. Filósofo y analista existencial. Socio del Instituto Colombiano de Logoterapia Víktor E. Frankl y miembro del equipo de redacción de Le Monde Diplomatique edición Colombia y del periódico desdeabajo.
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