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¿Cuál es la integración que queremos?. Foro Internacional



Un tema obligado


 


Precisamente durante la III Cumbre de los Pueblos en Mar del Plata, en noviembre del año pasado, como de costumbre paralela a la Cumbre de Presidentes, se conoció la excelente noticia de que la propuesta del ALCA había sido enterrada, o arrojada al mar. Una derrota para el Imperio. Naturalmente, ya se estaba aplicando el Plan B de los Tratados (bilaterales) de Libre Comercio de los cuales están hoy pendientes los de Perú y Colombia (Ecuador prácticamente fue excluido por los mismos Estados Unidos). Pues bien, durante la lucha que se ha dado en todo el continente en contra de estas propuestas de libre comercio, por lo menos desde 1998, una inquietud ha surgido y cada vez con mayor fuerza: ¿No deberíamos tener, desde abajo, desde los pueblos, una contrapropuesta? Si en los resultados, el imperativo del libre comercio conduce a una modalidad de integración continental que, como se ha señalado repetidas veces, es una anexión a los Estados Unidos de América, ¿No deberíamos plantear otra integración, sobre bases completamente diferentes?


 


Las dificultades son evidentes. Para empezar, la discusión, así planteada, resulta tramposa. Como se sabe, para los neoliberales las virtudes del libre comercio mundial (que por cierto no existe) son indiscutibles; los países subdesarrollados no son viables por fuera de este esquema; la consigna es “exportar o morir”. Como quien dice: Exportar, y por lo tanto la apertura, es una panacea. En ese sentido a quien trate de ofrecer una propuesta diferente se le exige otra panacea. La tentación, aparentemente opuesta, sería postular el mercado interno. Pero, entonces, habríamos caído en la trampa. En realidad, no hay panaceas. Lo que realmente está en discusión es la noción misma de desarrollo. La naturaleza del llamado crecimiento económico. Y, sobre todo, el mercado como supremo regulador. En consecuencia, si se admite la necesidad de una integración entre naciones –Estados nacionales-, tendría que ser sobre bases totalmente diferentes. En el centro de todo, el ser humano, no el capital.


 



No se parte de cero


 


Durante todos estos años de resistencia se ha adelantado ya una elaboración teórica y política. Por lo pronto lo que se tienen son criterios que deberían tenerse en cuenta en cualquier propuesta. Es lo que aparece, por ejemplo, en el documento “Alternativas para las Américas” producido por la Alianza Social Continental. Pero, obviamente, se limita a una respuesta para la discusión con los promotores del Alca y de los tratados similares. Recientemente, el gobierno de Venezuela, inspirado ciertamente en el documento anterior, ha avanzado algo más con su propuesta del Alba. La línea fundamental es aquí la de la cooperación que, incluso en lo económico, estaría por encima de lo comercial y de los requerimientos de la acumulación de capital. Como se sabe, en conjunto con Cuba, Venezuela adelanta algunos proyectos concretos. Pero no es propuesta de integración. Adicionalmente, el nuevo Gobierno de Bolivia ha planteado, como alternativa a los Tlc, los que ha denominado Tcp, tratados de cooperación entre los pueblos. Y avanza, precisamente a propósito de la Cumbre de la Comunidad Sudamericana de Naciones que se realizaría simultáneamente con la de los pueblos, una discusión sobre alternativas.


 


En este último orden de ideas, la discusión se hace más compleja. Aparte de su gobierno, la resistencia social al libre comercio en Bolivia ha tomado el nombre de Movimiento por la soberanía y la integración solidaria de los pueblos. Es claro que la soberanía se refiere a la resistencia frente al imperialismo de los Estados Unidos, pero, al mismo tiempo, admite la posibilidad, frente a países hermanos, de acuerdos supranacionales. ¿En qué ámbitos? ¿Con qué alcances? ¿Como integración sudamericana? ¿O latinoamericana? ¿Qué papel podrían jugar las subregiones, como la Can o Mercosur? Además, es evidente que en la actual Comunidad Sudamericana de Naciones, el eje es el gran proyecto de integración de la infraestructura que bajo la égida de Estados Unidos se ha denominado IIRSA, ¿Podría cambiársele el sentido? En el momento, no hay respuestas definitivas.


 


Finalmente, parece haber un consenso: la integración debería ser, en principio, entre los pueblos. Varios de los movimientos sociales han mostrado ya capacidad de articularse internacionalmente. Pero, ¿Hasta dónde pueden llegar? Hasta ahora la articulación se ha dado en el ámbito de la resistencia, justamente contra las propuestas simultáneas, comunes, integradas, del Imperio. ¿Acaso el éxito de la resistencia equivaldría a un retorno a los espacios nacionales, sobre todo en los últimos años en que muchas de las confrontaciones decisivas se han dado en el plano electoral y en los cambios de gobierno? La verdad es que muchas de las discusiones dentro del movimiento popular, en cada uno de los países, se dan en torno a las reivindicaciones más sentidas, secularmente aplazadas, que parecen tener como referente sus propios Estados.


 



La discusión ha comenzado


 


Esos son, pues, los principales nudos de una discusión que ya se está librando en todo el continente. El horizonte, por lo tanto, de los objetivos de la Cumbre de los Pueblos. El Foro que se ha convocado en Colombia va en el mismo sentido. Comienza con un balance de las experiencias subregionales para lo cual se contará con la presencia de un conferencista de Uruguay. Sigue con un análisis del IIRSA que contará con la participación de ponentes de Brasil, Perú y Bolivia. – Cabe añadir que, previamente al Foro, se realizará, también en Bogotá, aunque con cupo limitado, un Taller específico sobre este tema- Se ha dispuesto además un espacio para la discusión de otras aproximaciones al tema de la integración. El Foro terminará la mañana del viernes con un panel en el cual los embajadores de Bolivia, Venezuela, Brasil y Argentina, nos presentarán sus posiciones frente a la integración y con una Mesa redonda en la que tres movimientos sociales, campesinos, sindicatos e indígenas, expondrán sus experiencias de articulación internacional y sus reflexiones frente a la integración.


 


Es verdad que en nuestro país no faltan temas que nos preocupen y razones para la lucha. Desde la violencia y la represión que no cesan, hasta las políticas económicas y los proyectos de ley que son otras tantas agresiones contra nuestro pueblo. Pero también se ha ofrecido una masiva y firma resistencia en contra del TLC con Estados Unidos que Uribe insiste en firmar. Es una pieza fundamental de su política. Al fin y al cabo ya se sabe que, frente a los pueblos hermanos de Latinoamérica, arrastramos la vergüenza de tener el gobierno más obsecuente a los dictados del Imperio; que juega, como obediente peón, en la desintegración de los pueblos. Pero no es eterno. Y nos toca también pensar las alternativas.

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