Un tema obligado
Precisamente durante
Las dificultades son evidentes. Para empezar, la discusión, así planteada, resulta tramposa. Como se sabe, para los neoliberales las virtudes del libre comercio mundial (que por cierto no existe) son indiscutibles; los países subdesarrollados no son viables por fuera de este esquema; la consigna es “exportar o morir”. Como quien dice: Exportar, y por lo tanto la apertura, es una panacea. En ese sentido a quien trate de ofrecer una propuesta diferente se le exige otra panacea. La tentación, aparentemente opuesta, sería postular el mercado interno. Pero, entonces, habríamos caído en la trampa. En realidad, no hay panaceas. Lo que realmente está en discusión es la noción misma de desarrollo. La naturaleza del llamado crecimiento económico. Y, sobre todo, el mercado como supremo regulador. En consecuencia, si se admite la necesidad de una integración entre naciones –Estados nacionales-, tendría que ser sobre bases totalmente diferentes. En el centro de todo, el ser humano, no el capital.
No se parte de cero
Durante todos estos años de resistencia se ha adelantado ya una elaboración teórica y política. Por lo pronto lo que se tienen son criterios que deberían tenerse en cuenta en cualquier propuesta. Es lo que aparece, por ejemplo, en el documento “Alternativas para las Américas” producido por
En este último orden de ideas, la discusión se hace más compleja. Aparte de su gobierno, la resistencia social al libre comercio en Bolivia ha tomado el nombre de Movimiento por la soberanía y la integración solidaria de los pueblos. Es claro que la soberanía se refiere a la resistencia frente al imperialismo de los Estados Unidos, pero, al mismo tiempo, admite la posibilidad, frente a países hermanos, de acuerdos supranacionales. ¿En qué ámbitos? ¿Con qué alcances? ¿Como integración sudamericana? ¿O latinoamericana? ¿Qué papel podrían jugar las subregiones, como
Finalmente, parece haber un consenso: la integración debería ser, en principio, entre los pueblos. Varios de los movimientos sociales han mostrado ya capacidad de articularse internacionalmente. Pero, ¿Hasta dónde pueden llegar? Hasta ahora la articulación se ha dado en el ámbito de la resistencia, justamente contra las propuestas simultáneas, comunes, integradas, del Imperio. ¿Acaso el éxito de la resistencia equivaldría a un retorno a los espacios nacionales, sobre todo en los últimos años en que muchas de las confrontaciones decisivas se han dado en el plano electoral y en los cambios de gobierno? La verdad es que muchas de las discusiones dentro del movimiento popular, en cada uno de los países, se dan en torno a las reivindicaciones más sentidas, secularmente aplazadas, que parecen tener como referente sus propios Estados.
La discusión ha comenzado
Esos son, pues, los principales nudos de una discusión que ya se está librando en todo el continente. El horizonte, por lo tanto, de los objetivos de
Es verdad que en nuestro país no faltan temas que nos preocupen y razones para la lucha. Desde la violencia y la represión que no cesan, hasta las políticas económicas y los proyectos de ley que son otras tantas agresiones contra nuestro pueblo. Pero también se ha ofrecido una masiva y firma resistencia en contra del TLC con Estados Unidos que Uribe insiste en firmar. Es una pieza fundamental de su política. Al fin y al cabo ya se sabe que, frente a los pueblos hermanos de Latinoamérica, arrastramos la vergüenza de tener el gobierno más obsecuente a los dictados del Imperio; que juega, como obediente peón, en la desintegración de los pueblos. Pero no es eterno. Y nos toca también pensar las alternativas.
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