· La reelección de Álvaro Uribe (2006-2010) es la etapa de fondo, con su prólogo de una forma de dictadura civil prolongada. Su reelección, alentará un mayor armamentismo del régimen con consecuencias para la estabilidad de la región y para nuestras fronteras. Esa continuidad de gobierno, sin fervor de los excluidos, es una tuerca más en la tendencia que está a ojos vista de todo el mundo. Una tendencia en la que el narcotráfico y su gran expresión se hizo inocultable en San José de Ralito (Córdoba). Esos sectores, además de la clase política corrupta colombiana, rodean al Presidente Uribe en una (i) decisión de poder, (ii) de continuación de la guerra, (iii) de beneplácito con el factor militar extranjero y (iv) de transformación del Estado para beneficio de sus privilegios y de los del capital transnacional y sus inversiones e intereses que tutela George W. Bush.
· Esa tendencia que lidera Uribe, avanza hoy y se apoya con la localización, legalización y repliegue hacia lo urbano de la estructura paramilitar que propició en el pasado año la cantidad de 287.000 desplazados. Esa reubicación, dirigida hacia las ciudades y las cabeceras municipales, adoptó la forma de un nuevo partido armado, dimensionado desde la mesa en Córdoba, con formas de presión e intimidación a las comunidades que sirvió a la campaña por la reelección de Uribe, y con origen, patrocinio oficial e intereses y raíces por igual de los capos y mandamases liberales y conservadores.
· La nueva expresión de violencia desde el poder, más allá de su gestación reeleccionista se proyecta como el apoyo necesario con contingentes sociales para el avance de una escalada yanqui. Un dispositivo de intervención extranjera que actúa en combinación con el accionar parainstitucional concentrado, proyectado y derivado por fuera de San José de Ralito, se adueña del Estado. En fin, una intervención prevista en nuestro territorio con el llamado ‘Plan Colombia’, para ejecutar sus fines durante los próximos cuatro años tras el objetivo Amazonia-Venezuela. Un objetivo por cumplir en aplique de la meta imperial de control y recuperación estratégica de la región, afectada e incómoda con
· Una intervención que crecerá y amenaza en lo nacional de Colombia con intimidar, apropiarse y cooptar, o, en caso contrario, eliminar a la oposición y el tejido social de organización popular que sobrevivan a su embate, a los que calificarán entonces de sustento terrorista. Un manotazo trágico sobre el horizonte, que ya tiene a sus espaldas 6.700 opositores asesinados de todas las corrientes políticas durante los últimos 10 años.
· De este modo, estamos inmersos desde hace tiempo, en el designio de imponer el TLC e inflingir una derrota al acumulado de lucha popular en Colombia, con consecuencias como las padecidas en Chile y Argentina, en una versión modernizada, que para nuestro caso combina e invierte en intervención extranjera, represión, opinión y votos.
· Con este plan de guerra y de afirmación del poder oligárquico –que opera en los últimos 6 años sobre nuestro suelo, desde que se aprobó el llamado ‘Plan Colombia’ en los Estados Unidos– la tragedia de los humildes crece sin compasión, una vez pasa el límite del acomodo medio urbano que constituye el piso de gobernabilidad de Uribe, ahora con inocultables signos de crisis. Tragedia y desesperanza para una migración humana forzada de 3 millones 187.000 personas, para 29 millones de compatriotas en la línea inferior de pobreza, 9 millones de ellos en condición de indigencia y para los deudos de más de 314 indígenas y 356 sindicalistas asesinados.
· Ante todo esto y ante el peligro de una frontera recalentada con propósitos desestabilizadores para el proceso Bolivariano, (…) por encima de nuestra voluntad mayoritaria de paz, el tiempo próximo será decisivo para la definición del conflicto, tanto en lo político como en lo militar: (reprogramación prevista del llamado ‘Plan Colombia’.) El tiempo que corre es y será decisivo para evitar que nuestro país se hunda en una guerra generalizada. Objetivo que nos demanda a todos un imperativo en la acción: la tensión y transformación para la unidad nacional y popular del conjunto de las fuerzas sociales hasta ahora existentes, acompañadas de su ampliación y creación en todo territorio con población colombiana; con reclamo especial de la solidaridad política del continente en marcha.
· Aunque (…) Uribe cuenta hasta ahora con fortalezas políticas, financieras, militares, con el apoyo internacional de los Estados Unidos y sin un liderazgo de oposición integral por ahora, no lo tiene todo a su favor: de modo paralelo su autoritarismo amplía y centra el foco de acción popular unitaria para que se configure con cierta facilidad una opción única. victoriosa, de unidad nacional y popular por la paz, [de la ‘unidad necesaria’] que podría conjugar sin ruptura entre el campo y las ciudades todo el acumulado histórico de descontento, inconformidad, oposición honesta, vertientes nacionalistas y movimiento revolucionario. Esta opción frustrada con el asesinato de tantos líderes pero en construcción y memoria dentro de nuestras gentes, hoy parte del [acumulado del Polo Democrático Alternativo como su más importante] activo (…)
· De configurarse esa alternativa así: unitaria y programática ¡de restauración moral y democrática de
· La comunidad colombiana habitante del territorio Bolivariano en Venezuela en sus diferentes tendencias deberá ser un participante activo y decisivo. Con relación a otros países, su papel a considerar es determinante dado el volumen de 4 millones seiscientos mil connacionales que habitan aquí, y dadas por supuesto las características propiciatorias que proyecta
· Las victorias recientes de gobierno y de participación electoral en Brasil, Uruguay, Bolivia, Panamá, El Salvador, Nicaragua y [la pérdida de los republicanos] nos llenan de optimismo. Se suman a la esperanza que se consolida en Venezuela. Por su lado, en lo impuesto como política global, el curso de la guerra en Irak ha resultado desfavorable para Uribe y su convicción intervencionista, en tanto los Estados Unidos no obtuvieron una victoria relámpago. Su prolongación es un resultado adverso que deja en el vacío y en la vergüenza su frase inicial de solicitud a Bush para que ‘’una vez termine en Irak, le pedimos nos ponga esos instrumentos (militares) en el Amazonas».
· El esfuerzo por alcanzar una sola bandera no repetirá el esquema político tradicional que busca a las comunidades en el exterior para objetivos de grupo. La ocasión es de poder y de gobierno. Colombianos en Venezuela, «vamos a darle duro al tiburón «. (…) Para los pueblos no hay dogmas ni caminos únicos. El tiempo no da espera. Colombiano o solidario su aporte es necesario.
1 Crece el número de colombianos en el exterior. Aunque no hacen parte de umentan los colombianos que en su gran mayoría sobreviven en el extranjero y que “no han olvidado
2 Después del crimen cometido con Gaitán, la caída de Camilo Torres y los asesinatos de Jaime Pardo Leal, Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro y otros dirigentes más.
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