Home » El Ecuador que viene

El Ecuador que viene

Cada uno de estos aspectos los dejó claros, al asumir su cargo como Presidente. Pero con una conciencia clara: “la lucha recién empieza” y la “Patria ya es de todos”, lo que vincula de una manera integral al conjunto de sus habitantes en la “Revolución ciudadana”, como llamó Rafael Correa, al “cambio radical, profundo y rápido del sistema político, económico y social vigente, sistema perverso que ha destruido nuestra democracia, nuestra economía y nuestra sociedad”.



Para que así sea, el recién posesionado equipo de gobierno tendrá que desplegarse a profundidad para despertar el fervor popular, tras una Asamblea Nacional Constituyente (primer eje de su Revolución ciudadana) a través de la cual deberán darse los instrumentos para romper el poder formal heredado e iniciar la larga marcha que hará de los ciudadanos de este país miembros reales de la democracia y actores fundamentales del poder vigente.




Como se recordará, el ahora Presidente se presentó a elecciones con una formación electoral recién constituida (Alianza país), que no contaba con el apoyo de ningún partido (ni siquiera de los indígenas, que venían de una profunda desilusión con Lucio Gutiérrez y optaron por recomponer fuerzas y no aceptar una oferta de alianza como la presentada por Correa), y que ofertaba al país un propósito central: realizar una Constituyente, como eslabón fundamental de una “revolución constitucional”, factor básico para transitar el cambio formal del país. Consecuente con ese propósito, no presentó listas a los cuerpos colegiados. Su tesis venció, pero ahora le corresponde, para que los partidos tradicionales no bloqueen el proceso, derrotarlos en nuevas elecciones propuestas para el 18 de marzo. La palabra la tienen los ciudadanos.




La otra vía sería un acuerdo con los partidos tradicionales, como se la ofertó el destituido Lucio Gutiérrez, pero aceptarla sería negar la radicalidad y la consecuencia del proyecto en marcha. No son casuales, por tanto, las palabras de respuesta del actual Presidente: “No negociaré con nadie la dignidad de la Patria. La Patria ya no está en venta”.





La lucha contra la corrupción




Hay que elevar la confianza y la disposición ciudadana para recuperar el país. Tras estos propósitos, una acción fundamental es enfrentar la corrupción, no sólo la del menudeo, sino la gruesa. Este es el segundo eje de la revolución en marcha sustentado por el nuevo gobierno.




Endureceremos leyes que impidan la corrupción, como la Ley de Enriquecimiento ilícito, y se la extenderá al sector privado, que también deberá justificar de dónde proviene su riqueza”.




El perdón y olvido a nivel social, se llama impunidad, por lo que jamás olvidaremos los crímenes de los banqueros corruptos que nos quebraron, los atentados contra los derechos humanos y otros tantos delitos y atracos aún sin sancionar.




Por otro lado, hay varias formas de corrupción, desde lucrar con dineros del Estado, hasta la evasión de impuestos, pasando por comportamientos, estructuras y, paradójicamente, leyes corruptas.



¿Acaso no fue corrupción los 18 jubilados muertos que tuvimos en el 2003 cuando pidieron por cerca de 2 meses un incremento de sus míseras pensiones? No los olvidamos, compañeros jubilados. ¿Acaso no fue corrupción el canje de deuda del año 2000, que explícitamente buscó mejorar el precio de los bonos en beneficio de los acreedores, mientras que el país estaba destruido? ¿Acaso no es corrupción la existencia de bancos centrales completamente autónomos, cuya opulencia es un insulto a la pobreza de nuestra gente, y que, además, no responden a controles democráticos, pero sí a burocracias internacionales? ¿Acaso no fue corrupción la Ley de Garantía de Depósitos, impuesta por el poder político de los banqueros, que obligó al Estado a garantizar el 100% de los depósitos bancarios, sin límites de monto, días antes de la quiebra generalizada de los bancos? Todo esto nos llevó a la dolarización de la economía (…). Hoy, ya no tenemos moneda nacional, no está más la simbología heroica del Mariscal de Ayacucho, pero los culpables de esta destrucción, la banca y el Banco Central, están más prósperos que nunca.



¿Acaso no es corrupción la existencia de leyes absurdas como la Ley de Transparencia Fiscal, que limita cualquier gasto, menos el servicio de la deuda?



¿Acaso no fue corrupción esa barbaridad llamada Fondo de Estabilización, Inversión y Reducción del Endeudamiento Público, que con los recursos de la nueva extracción petrolera garantizaba el pago de deuda y recompraba ésta en forma anticipada y pre anunciada? De esta forma, nos han robado nuestro dinero, nuestros recursos naturales, nuestra soberanía… Pese a que la mayoría de estos hechos, por haber estado amparados en leyes corruptas, quedarán en la impunidad, el 26 de Noviembre del 2006 (día en que Correa fue elegido como presidente –n.m.–) el pueblo ecuatoriano ya condenó a sus autores y actores al basurero de la historia”.





Nuevo modelo económico




Para hacer realidad, de verdad verdad, estas transformaciones, hay que garantizar la puesta en marcha de un eje que le brinde sustento para sus demás medidas, pero que simiente en todos los ciudadanos la conciencia de que la cotidianidad está cambiando. La “revolución económica” es ese eje (el tercero). La política fundamental a superar es el neoliberalismo, que “es una simple ideología pero se le disfraza de ciencia, y cuyas supuestas investigaciones científicas se acercaron más a multimillonarias campañas de marketing ideológico que a trabajos académicos”.




La nueva conducción económica del Ecuador priorizará una política digna y soberana, es decir, más que liberar mercados, liberar al país de los atavismos y poderosos intereses nacionales e internacionales que lo dominan; con una clara opción preferencial por los más pobres y postergados; y priorizando al ser humano sobre el capital.




Sin embargo, Ecuador y Latinoamérica deben buscar no solo una nueva estrategia, sino también una nueva concepción de desarrollo, que no refleje únicamente percepciones, experiencias e intereses de grupos y países dominantes; que no someta sociedades, vidas y personas a la entelequia del mercado; donde el Estado, la planificación y la acción colectiva recuperen su papel esencial para el progreso; donde se preserven activos intangibles pero fundamentales como el capital social; y donde las aparentes exigencias de la economía, no sean excluyentes y, peor aún, antagónicas del desarrollo social”.




¿De dónde saldrá el capital para esta nueva dinámica? El nuevo Presidente identificó el problema fundamental a resolver en todo el continente: “política soberana de endeudamiento y manejo de la deuda pública”: “se redefinirá la política de endeudamiento con los organismos multilaterales y gobiernos”. “iremos a una renegociación soberana y firme de la deuda externa ecuatoriana, y, sobretodo, de las inadmisibles condiciones que nos impusieron en el canje del año 2000”.




Sin embargo, no habrá solución integral al problema de la deuda mientras no haya reformas a la arquitectura financiera internacional, por lo que es necesaria una acción concertada de los países deudores para redefinir el criterio de sustentabilidad del servicio de la deuda, determinar la deuda externa ilegítima, así como promover la creación de un Tribunal Internacional de Arbitraje de Deuda Soberana. (…). Por otro lado, existe deuda externa ilegítima, adquirida en situaciones dudosas, que no se utilizó para los fines para los que fue contratada, o que ya ha sido pagada varias veces. Luego de definir adecuadamente el criterio de sustentabilidad y lo que es deuda ilegítima, un Tribunal Internacional, imparcial y transparente, debería decidir la deuda a pagar, la capacidad de pago y modo de pago de los países endeudados”.




Coincidiendo con el presidente Chávez en la necesidad de crear una base financiera propia, el recién presidente posesionado en Ecuador propuso la creación del Banco del Sur, “Por otro lado, al mismo tiempo que los países latinoamericanos buscan financiamiento, la región tiene centenas de miles de millones de dólares en reservas invertidos en el primer mundo, lo cual constituye un verdadero absurdo. Por ello, el traer esas reservas a la región, juntarlas y administrarlas adecuadamente en un Banco del SUR, es decir, el inicio de una gran integración financiera, más que un imperativo económico, constituye un imperativo del sentido común y de soberanía. Para ello, por supuesto, deberá acabar ese sin sentido técnico de la autonomía de los bancos centrales, que, a espaldas de nuestros países, envían nuestras reservas fuera de la región”.




Este es un factor, pero el otro es el trabajo. Y ahí se identifica que las reformas operadas como la flexibilización laboral, “…no han permitido crecimiento económico, pero sí una mayor precarización de la fuerza laboral, y con ello, mayor desigualdad y pobreza. Pero incluso si la flexibilización hubiere dado resultado, no podemos rebajar la dignidad del trabajo humano a una simple mercancía. Ya es hora de entender que el principal bien que exigen nuestras sociedades es el bien moral, y que la explotación laboral, en aras de supuestas competitividades, es sencillamente inmoral. Uno de las principales razones para la explotación laboral ha sido la falacia de la competencia”




Para dar cuenta de esta, “Ya es hora de que, en la búsqueda de una nueva forma de integración que supere la visión puramente mercantilista, nuestros países adopten una legislación laboral regional, que recupere la centralidad del trabajo humano en el proceso productivo y en la vida de nuestras sociedades, y que evite este absurdo de competir deteriorando las condiciones laborales de nuestra gente. En todo caso, en Noviembre 26 del 2006, se firmó también la partida de defunción de la explotación laboral en el Ecuador, y sobretodo de esa farsa llamada ‘tercerización’”.





El ser humano




“…la inversión en el ser humano, además de ser un fin en sí mismo, constituye la mejor política para un cre cimiento de largo plazo con equidad”. Centrarse en los más pobres del Ecuador, constituye el cuarto eje de la revolución ciudadana, y para ello, “…la política social debe ser diseñada como una parte fundamental de la política económica, y no simplemente con un criterio asistencialista y como remiendo de esta última”.




Garantizar ese giro de 180 grados implica crear empleo. “Sin duda, el mayor costo del fracaso del modelo neoliberal y la consiguiente destrucción de empleo, ha sido la migración.




Los exiliados de la pobreza, en nuestro país, suman millones, y, paradójicamente, son quienes, con el sudor de su frente, han mantenido viva la economía a través del envío de remesas, mientras los privilegiados despachan el dinero hacia el exterior. Solamente la banca ecuatoriana tiene cerca de dos mil millones de dólares de ahorro nacional depositados en el extranjero, en nombre, según su particular visión, de supuestas prudencias, eufemismo que disfraza su falta de confianza y compromiso con el país. Que a todos les quede claro: a este país lo mantienen los pobres”.




Pero también hay que tomar en cuenta otros sectores, igualmente afectados por el modelo y por las políticas en boga, en su mayoría impuestas por otros países, es el caso de los presos, “…nuestra población carcelaria, en un alto porcentaje, no tiene rostro delincuencial, sino caras de madres solteras, de jefes de familia empobrecidos, de jóvenes sin trabajo, forzados por la miseria a transportar unos cuantos gramos de droga, por los que sufren penas de reclusión de 8, 12, 16 años. A esa población carcelaria no la olvidaremos. Como jamás podremos olvidar a las internas de la tercera edad sentenciadas por quienes quieren quedar bien con los patrones; a los extranjeros que se pudren en un suelo ajeno; a los niños que viven el calvario de pérdida de libertad de sus padres”. “Las leyes impuestas en los años noventa en la América Latina suponen que el problema de la droga solo tiene una salida: la represión, y aquel concepto, muchas veces agenciado por lacayos, impuso condenas aún más severas que las aplicadas a delitos contra la vida”.




Y como soporte estructural de estos propósitos, La Gran Nación Sudamericana soñada por Bolívar. Este es el quinto eje de la revolución que el pasado 15 de enero fue presentada por Rafael Correa, pero que empezó a cuajarse en 1990 con los alzamientos indígenas.

Información adicional

Autor/a:
País:
Región:
Fuente:

Leave a Reply

Your email address will not be published.