El gobierno nacional, en cabeza del doctor Uribe, anunció para 2007 la venta de las empresas de energía eléctrica que son propiedad de la nación: las empresas propiedad de los departamentos de Norte de Santander, Santander, Meta, Cundinamarca, Huila, Cauca, Caquetá, Nariño, constituyen la canasta que pretenden feriar.
Veamos a continuación como esta política es entreguista, antisoberana y perjudicial para el pueblo colombiano.
¿Por qué pretenden venderlas?
Para responder este punto, miremos lo que dice Sharon Beder en su libro La lucha por el control de la electricidad en el mundo, a partir de la experiencia de un país vecino: “En el 2001, Brasil enfrentó tal escasez de energía que tuvo que racionar. El gobierno intentó culpar de este derrumbamiento a las sequías y falta de inversión, pero en realidad fue consecuencia de los movimientos para privatizar el sector eléctrico, cosa que el Banco Mundial había exigido como condición para otorgar préstamos. La privatización de la electricidad no sólo fue ordenada por el Banco Mundial sino también promovida por los Estados Unidos”.
Igual sucede en Colombia: iguales instituciones han ordenado al señor Álvaro Uribe que las venda. Sus benefactores: las multinacionales. Con razón, el magistrado de
¿Cuáles serán los resultados de las ventas de estas empresas?
Miremos, siguiendo a Beder, las conclusiones de lo que pasó en el Brasil: “La privatización ocasionó pérdidas masivas de empleo, aumentos impagables de las tarifas eléctricas para muchos hogares y una grave crisis de energía”.
Esta realidad ya la hemos vivido en nuestro país, a partir de las empresas del sector eléctrico privatizadas. Entonces, ¿por qué debemos oponernos a la venta de estas empresas?
1. Porque aumentan las tarifas de energía eléctrica.
En la mentalidad capitalista, se compra un negocio para ganar plata. Las multinacionales que adquieren estas empresas lo hacen con el interés claro de tener altas ganancias. Para lograrlo, una de sus mejores estrategias es aumentar el precio de venta del producto, es decir, subir las tarifas de energía.
2. Los que las compran no quieren sino “la carne pulpa”.
Los propietarios privados sólo buscan rentabilidad. No van a realizar ninguna inversión ‘social’ en los estratos 1 y 2 (50 por ciento del total de usuarios), se descuida la infraestructura, se presta un peor servicio y no se da una atención digna a la ciudadanía.
Esto ya se comprobó en
3. No llegan recursos adicionales
Engañan a la gente diciendo que los inversionistas privados traen recursos al país. Falso. Ocurre lo contrario: se incrementan las transferencias de la nación a las empresas privadas. En
4. Compran el patrimonio del pueblo a “precio de huevo”.
En estos negocios, el Estado colombiano termina vendiendo las empresas en un valor muy inferior al que realmente tienen. Se sabe que en las cuatro empresas del nordeste colombiano, el capital base del que habla el gobierno es de $ 600.000 millones, cuando esa cifra está representada por la sola Electrificadora de Santander.
5. Se aumenta el desempleo y la explotación laboral.
Una vez privatizadas las empresas, se dan despidos masivos de trabajadores y se modifican las condiciones laborales para sacarle, a bajos precios y con inestabilidad laboral, todo el jugo a su personal.
6. Aumenta la presión y humillación contra el pueblo.
A los usuarios de los estratos bajos y el sector rural, que es el «hueso» del negocio, les dan tratamiento de segunda, ahondando su zozobra. Estas empresas comienzan a desplegar campañas agresivas e intimidatorias de suspensiones, revisiones, sanciones, cambios de equipos, todo a costa del bolsillo de cada usuario.
¿Qué les garantiza el gobierno a las multinacionales que compran las empresas?
Les garantiza que hagan su agosto, compren barato, vendan caro y ganen mucha plata, y el pueblo que se apriete más el cinturón.
Con toda razón, el escritor Fernando Vallejo dijo: “Este es un gobierno bellaco”.
Y esto, ¿hasta cuándo?
Existió un tiempo cuando grandes sectores sociales se dejaron engañar con la promesa de que lo privado era mejor que lo público. La experiencia a demostrado que no todo lo que brilla es oro. Aunque lo público tampoco cumplía a cabalidad con su función social, es más fácil hacer que cumpla con ese reto, que hacer que los capitalistas renuncien al lucro. Ahora, con este antecedente de manipulación y despojo, corresponde cerrar filas contra los gobernantes y políticos que favorecen el capital privado. Corresponde demandar su destitución, denunciarlos, no reelegirlos.
Los servicios públicos son inherentes a la calidad de vida y bienestar de un país, de un pueblo. No se pueden manejar como un negocio. El Estado debe garantizar que se ofrezcan con buena calidad a todos los ciudadanos.
¿Qué debemos hacer?
Apoyemos las múltiples campañas en marcha: de recolección de firmas, consultas populares, exigencia a nuestros políticos (concejales, ediles, diputados) para que se pronuncien contra este atropello. Participemos en las actividades propuestas por comités cívicos, veedurías, sindicatos y jornadas de desobediencia civil para el pago de las facturas. Generemos inmensas marchas.
Proponemos la campaña “Opongámonos todos”, que consiste en:
Reuniones por barrio o por cuadra, donde miremos las necesidades del servicio, exijamos calidad del mismo, demandemos cambio de postes. Además, mejora de las redes eléctricas, reducción de tarifas, puntos de pago cercanos, etcétera. Cada usuario debe enviar un derecho de petición a las empresas. Si les llegan a las empresas 500.000 ó 1.000.000 de peticiones, se sentiría la presión y rechazo del pueblo ante esta situación.
Muchos de los pueblos vecinos han despertado, ¿qué esperamos nosotros?
Recuadro
El gran atraco de los generadores de energía
En septiembre del 2006, el IDEAM informó a todo el pueblo colombiano la llegada de un nuevo fenómeno del Niño. Todos los medios llevaron este mensaje al pueblo.
¡Quién dijo miedo! Imaginamos que se venía apagón eléctrico, todos los pobres sin luz (a los ricos nunca se la quitan), el campo arrasado por sequías, en fin, se nos venía un gravísimo fenómeno natural y el gobierno hacía esfuerzos incalculables para que el problema no tuviera repercusiones. Se pronunció el ministrico Arias de Agricultura (le dicen Uribito, por lo arrogante y tirano), requiriendo cuantiosos recursos para enfrentar el problema. El ministro González de Minas y Energía salió a decir que esta situación iba a generar aumento de tarifas (después se retractó).
¿Cuál es la verdad?
Sí se ha presentado el fenómeno del Niño, pero el mismo no ha sido tan fuerte como se planteaba. Su impacto mayor se ha sentido en 2007 pero hubo quienes aprovecharon esta oportunidad.
¿Quién ha ganado?
Los generadores de energía son quienes entre bambalinas, y sin que la opinión pública se entere, se benefician.
Con el solo anuncio del posible fenómeno del Niño, el precio de generación de la energía eléctrica en bolsa se disparó de
Con la excusa del fenómeno del Niño, estas empresas tuvieron una ganancia adicional de más de 100.000 millones de pesos en tres meses de 2006 (ver tablas) y en 2007, adicionales a sus inverosímiles ganancias (estimadas en 1,5 billones de pesos), se ganarán otros 200.000 millones, porque siguen vendiendo a precio más alto la energía en los contratos venideros.
¿Quiénes son los generadores?
El 55 por ciento de la generación de energía es privada, entregada desde la apertura de César Gaviria al capital internacional (grupos españoles como Emgesa, Unión FENOSA, EPSA); el otro 45 por ciento es de EPM, ISAGEN y otras empresas nacionales, manejadas por la oligarquía de este país.
¿Quién paga esto?
Nosotros, los usuarios, en la factura de energía. Pero no en un solo mes sino en doce ‘módicas’ cuotas (regulación de
¿Qué debemos hacer?
Algún día tendremos que despertar. En Bolivia, su presidente, el indígena aymara Evo Morales, a los 60 días de su mandato logró un acuerdo “de buena voluntad” con los generadores de su país, para reducir el costo de la energía hasta en un 30 por ciento para los usuarios más pobres. En Venezuela se han intervenido estas empresas, regresando su propiedad al pueblo.
Algún día en nuestro país, cuando no manden los mismos de siempre sino que sea el pueblo el que mande, haremos lo correspondiente, para que todos puedan acceder a la energía, el agua, el gas. Las tarifas no podrán estar por encima de los ingresos de las familias.
Conozcamos la verdad. Contémosla a todo el mundo y comprometámonos a cambiar, a ser alternativa de poder, a no creer más en los mismos de siempre, a decir basta.
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