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Perú: La guerra interna y el paramilitarismo

La parapolítica y el parauribismo colombianos, traen a colación en Perú los comandos paramilitares creados, organizados, respaldados y financiados por el primer gobierno de Alan García (1985-1990).


 


El uso de elementos paras es común para la política de la derecha. Su argumento: la ‘subversión’ no es derrotable si se respeta la legalidad y la justicia.


 


Para acercarnos al tema, hay que entender el contexto de guerra interna y violencia política en que los hechos suceden. En 1980, el Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL), un día antes del regreso de la democracia electoral al Perú, declaró la “guerra popular” al Estado peruano. Empezaron en el departamento de Ayacucho, región serrana muy pobre del centro. Al comienzo recibieron apoyo popular, sobre todo en las zonas campesinas, destinadas, según ellos, a ser sus “bases de apoyo”. Allí impusieron orden, una “justicia revolucionaria” y solucionaron conflictos locales.


 


Más allá de que fungieron como ‘policías’, su apoyo inicial radica en razones históricas. Como en otros países, allí vive gente –quizá uno de que cada dos peruanos– negados por el sistema, en la pobreza, en la miseria, sin sentir nunca la presencia estatal, dominada por una oligarquía que, al saber del genocidio de los del PCP-SL y los militares, ni se inmutó. Es más, según Jorge Bruce, conocido psicoanalista, la clase dominante no se preocupó por lo que acontecía; en realidad deseaba que el genocidio terminara con los “cholos1”; deseaba el genocidio y exterminio de los mestizos e indígenas.


           


Si al comienzo el PCP-SL tuvo apoyo popular, su interpretación del marxismo-leninismo-maoísmo degeneró en el culto a la personalidad, ahora llamada “marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo”. Bajo la política de destrucción del “viejo Estado” asesinaron funcionarios de elección popular, alcaldes, alcaldes, regidores, diputados; muchos, militantes de la izquierda legal agrupada en la Izquierda Unida (IU). EL PCP-SL asesinó campesinos indefensos, dirigentes sindicales, gremiales, de movimientos sociales, de IU, entre muchos otros inocentes.      


 


En 1980, partidos y agrupaciones de izquierda marxista (la izquierda con mayor apoyo popular) conforman IU, integrada por Unión de Izquierda Revolucionaria (UNIR), Partido Comunista Peruano-Unidad (PCP-Unidad), Partido Comunista del Perú-Patria Roja (PC del P-PR), Partido Socialista Revolucionario (PSR), Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular (FOCEP), Unidad Democrática Popular (UDP) y Partido Comunista Revolucionario (PCR). Cuatro años después la UDP y el PCR se fusiona en el Partido Unificado Mariateguista (PUM), que adhiere también a la IU. El punto máximo de la frágil alianza es la victoria en la Alcaldía de Lima con Alfonso Barrantes y su posterior postulación a la Presidencia, donde obtiene la segunda votación, con más de un cuarto del total de sufragios emitidos. En esta elección de 1983 ganaron varias municipios, provincias y distritos, segunda conquista electoral en Sudamérica luego de Allende y la Unidad Popular en Chile.


 


El punto de quiebre sucede en 1986 con la ajustada derrota de IU en las elecciones municipales. Barrantes y la IU pierden ante el PAP y el delfín del (por ese entonces aún muy popular) presidente García. Comienza el fin de la izquierda legal como alianza. En 1989 se parten en dos; los sectores moderados –agrupados en torno a Barrantes– se escinden para formar Izquierda Socialista (IS). Con la desaparición legal de IU se forma la leyenda política, el mito de que cuando la izquierda se una de nuevo tomará el poder, pero tan solo es un mito, el mito de la unidad.


           


En 1984, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) se alzó en armas buscando imitar el modelo guerrillero cubano y el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua, para diferenciarse de los ‘terroristas’ del PCP-SL. El MRTA usaba uniformes y pretendió seguir las normas de la Convención de Ginebra, diciendo ser el brazo armado de la IU, cosa que ésta negó siempre. Pero no hizo implícito su rechazo o respaldo. El problema principal del MRTA fue que se alzaron en armas luego del PCP-SL, con el espacio de la lucha armada ya copado, en momentos en que la lucha armada ya estaba deslegitimada gracias al PCP-SL. La falta de cuadros capacitados para dirigir y organizar a sus guerrilleros redujo el conflicto a un simple choque de aparatos militares, en que obviamente el del Estado venció. No bastó tener el valor de tomar las armas. Como le dijo Aristóteles a su discípulo Nicómano: “Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo”. No basta alzarse en armas; hay que saber contra quién, cuándo, y contar con el apoyo popular.


 


El cuerpo del terror oficial


 


Las derecha representada en la alianza de Acción Popular (AP) y el Partido Popular Cristiano (PPC), que fueron gobierno (1980-1985), se encargaron de combatir el comienzo de la “guerra popular” del PCP-SL. Ocurrió en el período de Belaúnde Terry, con la tradicional escuela estadounidense: combatir el terror con más terror. Se mandó a las Fuerzas Armadas sin estrategia alguna; cada militar hizo lo que mejor le pareció y ese parecer incluyó violaciones de los derechos humanos. Se trató en primer lugar de ocultar el problema de la subversión; se dijo que eran agentes infiltrados de los servicios secretos cubanos, una banda de abigeos, escuadrones de ultraderecha o el brazo armado de la IU. Ese tiempo (1983-1984) se perdió en mutuas acusaciones y fue el más sangriento. La responsabilidad oficial radica en no prever la dimensión del PCP-SL y darles carta blanca a los militares para combatir la subversión como mejor pudieran. Además, no se alentaron las investigaciones sino que se obstruyeron deliberadamente.


 


En 1985, con la elección del ‘socialdemócrata e izquierdista’ Alan García y el Partido Aprista Peruano (PAP), facción de la inexistente y fantasmal Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), se abrió una esperanza de cambios. Los partidos que apuestan por reformas congregan dos tercios de la votación, pero García conduce el país al colapso, malgasta el dinero en un populismo sin sentido ni rumbo, pero las estructuras de explotación montadas por la clase dominante no se modifican. Otra vez los militares combaten la subversión y se repiten los abusos contra la población civil. ¿Resultado? Desastre político, económico y social. Pero hubo más en el aprismo, algo que lo une con su ahora best friend Álvaro Uribe: el paramilitarismo.


           


A comienzos del 1983, Agustín Mantilla, de confianza de Alan García, militante aprista y de gran poder en el PAP, impulsa la creación de un nuevo grupo para brindar seguridad a los dirigentes de su partido. Dice aquél: “Como nosotros queríamos dar una imagen diferente al país de lo que era seguridad, dejo de lado todos los rostros adustos, maduros […] y formo un pequeño equipo para que acompañe al candidato en sus giras. Un equipo de muchachos”. Su pequeño grupo fue reclutado de una universidad privada que controlaba el PAP y su rama universitaria, la Alianza Revolucionaria Estudiantil (ARE). Algunos van a Corea del Norte y reciben instrucción paramilitar. Dentro del PAP y las Fuerzas Armadas había un consenso general: no había forma de combatir la subversión sin crear un comando de aniquilamiento. Fiscales y policías ineptos eran incapaces de sustentar y probar cargos a los subversivos, muchos acusados de delitos relativos a la subversión; algunos inocentes, otros culpables, eran liberados. Se creía que dirigentes sindicales, gremiales o de movimientos sociales eran militantes ‘camuflados’ del PCP-SL o el MRTA. Para justificar y ‘corregir’ la propia ineficiencia del Estado, se crea el Comando Democrático Rodrigo Franco2”.


 


Pero el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) sólo reconoce los hechos comprobadamente perpetrados por el Comando Rodrigo Franco. Su bautizo fue el fallido atentado contra Marka, diario pro-PCP-SL. El 6 de octubre de 1987, en un auto escarabajo celeste cargado con explosivos, van Jesús Miguel Ríos Sáenz (Chito Ríos), jefe operativo del comando, y dos paramilitares poco diestros en elementos explosivos, que antes de llegar a su objetivo explotan dentro del carro,en inmediaciones del diario. Sólo sobrevive Ríos, rápidamente auxiliado por policías y trasladado a un hospital con falsa identidad.


           


Manuel Febres Flores, de la Asociación de Abogados Democráticos, era exitoso abogado de subversivos. El 28 de julio3 de 1988 es secuestrado cuando compra periódicos cerca de su casa y su cuerpo aparece baleado. Al día siguiente, el Comando Rodrigo Franco difunde un comunicado reivindicatorio. “Cansados de la incapacidad del gobierno y la indecisión de las fuerzas del orden […] en nombre de las docenas de personalidades como el Almirante Caferatta4, el Almirante Ponce5, las autoridades regionales como Félix Ortega6, los soldados y los policías asesinados y cuyos autores no han sido castigados”.


           


Saúl Cantoral era secretario general de la Federación Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos del Perú. En la lucha por los derechos de los trabajadores de la actividad extractiva, había sido amenazado y hasta secuestrado y torturado por el Comando Rodrigo Franco. El 13 de febrero de 1989 fue secuestrado con su esposa, Consuelo Trinidad, también dirigente sindical; sus cadáveres se encontraron hallados horas más tarde. El de Cantoral estaba cubierto por una cartulina celeste con la hoz y el martillo, y la inscripción “Perro soplón, vendido. Viva la huelga minera. Viva el PCP”. Años más tarde, arrepentidos del fatídico grupo contarían la verdadera autoría del asesinato: el Comando Democrático Rodrigo Franco.


 


Miguel Pasache Vidal y Javier Porta Solano, guerrilleros del MRTA sufrieron arresto policial el 12 de agosto de 1998. Al día siguiente, sus cadáveres aparecieron en una playa limeña. Se dijo que los dos participaban en negociaciones para el pago del “impuesto revolucionario” de un secuestrado del MRTA, el general retirado Héctor Jeri García, convertido en próspero empresario. Dos días después, el Comando comunicó: “Si dentro de 48 horas a partir de la publicación en su diario (diario Hoy) del presente documento no liberan al general Jerí y huyen del país, empezaremos a ajusticiar a los familiares de los miembros del MRTA identificados”. Sobra cualquier explicación.


 


Estos son delitos atribuibles al Comando y varias comisiones de investigación del Congreso dictaminaron informes acerca de otros. Aquél fue una herramienta paramilitar del PAP para eliminar subversivos y asesinar y amedrentar dirigentes sindicales, y de movimientos sociales, universitarios y militantes de IU. Las acciones relatadas no son únicas pero sí las de mayor impacto. Al cerebro tras el Comando, Agustín Mantilla, se le descubre gracias a un video oculto cuando recibe dinero de Vladimiro Montesinos, para la campaña del PAP7 . Más tarde se descubrirán cuentas de hasta seis millones de dólares fuera del país. Hace poco se ofreció como asesor del nuevo Ministro del Interior porque, dijo, conoce bien el sector. La influencia de Mantilla y su gente en Alan García queda intacta. Expulsado del partido, hace poco algunos militantes de base le rindieron un homenaje por sus servicios al partido. En la ceremonia dijo que estaba pagando la cuenta por algo que benefició a todos y que él lo aceptaba, pues pronto sería reivindicado.


 


¿Doctrina militar común para todo el continente? ¡Infeliz coincidencia entre Perú y Colombia!


 


1    Calificativo las personas mestizas e indígenas cargado con alto contenido racista y despectivo. Parecido a “roto” en Chile o a “carasucia” en Argentina.


2    Dirigente aprista, asesinado por el PCP-SL o por sus propios compañeros del PAP.


3    Día de la Independencia de España. 28/07/1821.


4    Marino asesinado por el PCP-SL.


5    ídem.


 6     Autoridad regional de militancia aprista, elegida por votación popular y asesinada por el PCP-SL.


7                     Asesor de Alberto Fujimori, dictador del Perú y en camino de ser extraditado desde Chile, hoy preso e involucrado en numerosos juicios.

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