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El Bogotá, ¿un río de nadie?


El río Bogotá nace en el nororiente de Cundinamarca, en el municipio de Villapinzón; recorre 336 kilómetros hasta su desembocadura en el Magdalena, junto a Girardot. En su recorrido se caracterizan tres tramos: Cuenca alta, desde el nacimiento hasta La Virgen (municipio de Cota); Cuenca media, desde La Virgen hasta Alicachín (municipio de Soacha); y Cuenca baja, desde Alicachín hasta su desembocadura. En la cuenca alta y media se diferencian claramente dos sistemas: 1) Uno, natural, conformado por las rondas del río, sus afluentes y una serie de lagunas y humedales localizados generalmente en zonas de páramo, y; 2) un sistema de regulación artificial compuesto por nueve embalses que tienen una capacidad de almacenamiento de 1.200 millones de metros cúbicos de agua aprovechable y un distrito de riego.


 


En la cuenca del río Bogotá habita cerca del 20 por ciento de la población del país y se genera alrededor del 26 por ciento de la actividad económica. Algunos datos pueden dar cuenta de la importancia del río: el uso doméstico de Bogotá y los municipios aledaños donde están las mayores concentraciones de población alcanza 4,8 metros cúbicos por segundo (m3/s) de demanda sobre el río; la demanda media para riego en la Sabana de Bogotá es de 9 m3/s, de los cuales 0,6 m3/s son de riego controlado en el distrito de La Ramada, mientras los restantes 8,4 m3/s corresponden a derivaciones en las márgenes del río.


 


Existen dos cadenas de generación hidroeléctrica, propiedad de la multinacional española Emgesa, la cual, para una de las cadenas toma el agua directamente del río, aprovechando la caída de 2.100 metros que hay entre la Sabana de Bogotá y la cuenca baja; para la otra cadena, la utilización del río empieza con el bombeo de sus aguas al embalse del Muña, para ser descargada por tuberías y túneles hasta las plantas Paraíso y La Guaca, en el municipio de El Colegio. La capacidad hidráulica del sistema es de 75 m3/s. Sin embargo, el caudal medio del río en Alicachín, antes de ser destinado para la generación hidroeléctrica, es de 28,5 m3/s, por lo cual sólo durante cortos períodos de aguas altas el sistema es utilizable plenamente. La demanda de agua para uso industrial se estima en 4,6 m3/s.


 


Urge descontaminarlo


 


La importancia del río es innegable, absolutamente necesario para el desarrollo de la vida y las actividades económicas que a lo largo de su curso se desarrollan, pero a pesar de ello está contaminado casi desde su nacimiento, a pocos kilómetros del páramo de Guacheneque, donde esta corriente fluvial inicia su recorrido; los vertimientos de aguas residuales y de la industria de las curtiembres de Villapinzón le son arrojados directamente. Igual circunstancia ocurre con el resto de municipios de la cuenca alta. Los vertimientos de aguas residuales son arrojados casi sin ningún tipo de tratamiento, a pesar de la inversión hecha por la Corporación Autónoma Regional (CAR) para la construcción de 23 plantas de tratamiento de aguas residuales, sistemas de penetración de desechos de mataderos y rellenos sanitarios, sistemas de control de erosión y reforestación, riego y manejo de ciénagas y lagunas, y un modelo de gestión ambiental participativa.


 


Este programa de descontaminación ambiental, el más grande del país, no ha funcionado eficientemente porque: a) no se construyeron los sistemas de tratamiento completos, b) los planes maestros de alcantarillado no han sido terminados, c) fallan los sistemas de bombeo a las plantas y hay demoras en su reparación, d) algunas plantas de tratamiento están recibiendo más agua de la que son capaces de tratar, y e) otras plantas reciben menos caudal del diseñado, es decir, gran parte de las aguas residuales no entran a las plantas para ser tratadas y por lo tanto son vertidas directamente al río.


 


Lo único que “funciona eficientemente” del programa de descontaminación es el sistema de financiación suscrito entre la CAR y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por US$ 75,8 millones. Las obligaciones crediticias con el BID, por concepto de amortización e intereses, comprometen casi el 5 por ciento anual del total de los ingresos de la CAR, y la deuda pública por este crédito alcanzará los $ 14.000 millones anuales y se mantendrá durante el período de pago de los créditos BID.


 


A causa de su contaminación en la cuenca alta, el río llega a Bogotá con muy bajos niveles de oxígeno disuelto, o sea, que “el río llega muerto”. A su paso por el Distrito Capital, el río recibe la mayor carga de contaminación de todo su recorrido, aproximadamente el 84 por ciento. La carga orgánica aportada por los hogares capitalinos para el año 2000 fue de 158 mil toneladas, a lo cual se suman vertimientos industriales, grasas, aceites y metales pesados.


 


En la cuenca baja, el uso del suelo ha cambiado. En las tierras de uso agrícola tradicional se están construyendo hoy proyectos urbanísticos (vivienda, recreación e industria), hecho que, sumado al alto crecimiento demográfico, hace que los conglomerados urbanos situados en esta parte de la cuenca generen cantidades excesivas de aguas residuales que llegan al río sin tratamiento alguno.


 


La alta sedimentación, producto de los procesos erosivos del suelo asociados con el avance de la frontera agrícola hacia las zonas de páramo, junto a la explotación minera en gran escala presente en toda la cuenca, constituye otro factor contaminante.


 


Su contaminación tiene efectos directos sobre la salud, los costos de producción de algunas actividades económicas, los usos y el valor del suelo, y el uso del río. Más de 6.000 personas se han visto afectadas por infecciones intestinales, y enfermedades respiratorias y de la piel. Esta situación implica gastos en salud equivalentes a $ 3.050 millones al año; por otra parte, los sobrecostos en la planta de tratamiento de agua potable Tibitoc se han valorado en       $ 5.470 millones de pesos al año.


 


Según estudios realizados por entidades como la Universidad Nacional, se ha demostrado la presencia de metales pesados y compuestos nocivos para la salud (por encima de los rangos permitidos nacional e internacionalmente) en los cultivos y en la leche obtenida del ganado que consume pastos regados con agua del río. Es de gran preocupación que, a pesar de las normas, no haya un adecuado control por las entidades ambientales, administrativas y de salud sobre el riego que se realiza con aguas del río Bogotá.


 


A la iniciativa del convenio CAR-BID, ya mencionado, para la descontaminación del río se suma el esquema de saneamiento adoptado por Bogotá en 1993, en operación desde 2000, modificado en 2003 y actualmente en discusión. Estos esquemas de recuperación han sido poco eficaces; su adopción obedece a la imposición de organismos multilaterales como el BM, basados más en condicionamientos financieros que en modelos de recuperación integrales y que obedezcan a políticas eficaces por parte del Estado para devolverle la vida al río, lo mismo que al uso social, cultural y económico al que tienen derecho los habitantes de la cuenca.


 


El modelo de descontaminación, la adecuación hidráulica, su privatización, los impactos socio-económicos y de salud por la contaminación, la limitación de la participación de las comunidades en las decisiones para enfrentar el problema, así como el señalamiento a los responsables de “la catástrofe del río”, serán temas de análisis en las próximas ediciones de este periódico.


 



 


 


Cambio climático


 


El calentamiento global se incrementará


 


Un informe presentado por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU (IPCC) el pasado 6 de abril en Bruselas (Bélgica) precisa que el calentamiento global causará mucho daño y más rápido de lo que se preveía, las temperaturas aumentarán entre 1,5 y 2,5 grados, el nivel del mar subirá entre 3 y 6 metros, el 30 por ciento de las especies desaparecerán y la producción agrícola decaerá.


 


Según este informe, ecosistemas como los corales, los polos, los bosques boreales y las regiones mediterráneas se verán dañados, así como los océanos. Pero también se incrementarán las muertes durante las olas de calor, la extensión de las enfermedades tropicales, las amenazas a los hábitats indígenas y el riesgo creciente de incendios forestales, así como la desaparición de muchos sistemas biológicos.


 


Este informe es aún más duro que el que se conoció en febrero pasado en París, cuando la ONU auguró que el calentamiento de la Tierra provocará desarreglos que, según su dimensión, supondrán escasez de agua para unos 1.000 a 3.200 millones de personas. La emisión de gases de efecto invernadero está en gran medida en el origen de esta situación, afirman los expertos.


 Las regiones más afectadas serán el Ártico, el África Subsahariana, las islas de menor tamaño y los grandes deltas de Asia, con lo cual los pobres serán sus principales víctimas. Asimismo, se estima que la sequía y el deshielo dejarán sin agua dulce a mil millones de personas, 50 millones de ellas en las cuencas del sur, este y centro de Europa, y cientos de millones ya están condenadas a padecer inundaciones por el aumento del nivel del mar.


 


 


El texto añade que el cambio climático podría ocasionar una caída importante de los cultivos en África, una reducción de los glaciares del Himalaya, más olas de calor en Europa y Norteamérica, y más muertes por hambre y enfermedades en el planeta.


 


La organización ecologista WWF asegura que el documento presenta una “mirada devastadora” para el medio ambiente y la economía mundial, a menos que se tomen medidas urgentes para combatir el cambio climático.


La Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja manifestaron que el informe es una advertencia definitiva, e instó a gobiernos y organismos a “incrementar sus inversiones para ayudar a las comunidades más vulnerables a los efectos del cambio climático”.


 


Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el calentamiento global supone ya una amenaza para millones de personas. El organismo internacional, que participó en la elaboración del manuscrito, indicó que ya se aprecian los primeros efectos de las variaciones del clima sobre la salud humana y animal en general. Uno de los ejemplos que expresa el texto es la muerte de más de 35 mil personas en Europa a causa de la ola de calor que afectó al continente en 2003. Asimismo, refleja que se espera un aumento en el número de fallecidos por enfermedades y traumas como resultado de fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones, huracanes y maremotos, entre otros.


Fuente: Prensa Latina, AFP.


 


 




 


En Colombia


 


 El cambio climático que afecta a todo el mundo, también se siente en Colombia. La reducción de las cimas heladas, las inundaciones en distintas partes del país, el incremento del calor en las principales ciudades, los constantes incendios de bosques y zonas de reserva, son algunos de ellos.


 


En el mediano plazo, de continuar esta situación, las fuentes de agua que dan nacimiento a los principales ríos del país, se verán reducidas y en muchos casos desaparecerán. Por lo tanto, la vida de distintas especies acuáticas está en peligro. Igual sucede con el mar, por ejemplo en el Atlántico hay riesgo  de que desaparezcan los arecifes de coral y con ellos muchas de las especies que crecen a su alrededor.


 


Para enfrentar esta situación urge la aprobación de una política medioambiental, que a la par de una de tierras y otra de ciencia y tecnología, haga seguimiento al cambio climático y defina qué hacer con temas delicados como los monocultivos, el uso de tóxicos en el control de plagas, el gasto de combustibles en el transporte público, la ganadería, y otros temas derivados de la explotación industrial y el consumo desaforado como el desvío de ríos para la construcción de represas e hidroeléctricas.

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