Había contado con excepcionales oportunidades, y tanto su cuerpo como su mente se hallaban muy por encima de lo normal en un esclavo. La esclavitud embota el entendimiento y degrada la personalidad de quien la sufre. No había nada de dicho embotamiento ni de dicha degradación en Toussaint.
Su puesto como encargado del ganado le había granjeado experiencia como administrador, autoridad y trato con los que gestionaban la plantación. Los hombres que por mera capacidad y personalidad llegan a ocupar cargos normalmente reservados a personas de diferente extracción social, clase o educación realizan estas tareas con una meticulosidad excepcional y una gran devoción por el trabajo. Además de esta educación práctica, Toussaint, como hemos visto, sabía leer y escribir. Había leído los Comentarios de César, de los que extrajo ciertas nociones de política, de estrategia militar y de la relación existente entre la una y la otra. Tras leer y releer el prolijo volumen del abate Raynal sobre las Indias Orientales y Occidentales, llegó a obtener una sólida formación sobre la política y la economía no sólo de Santo Domingo sino también de todos los grandes imperios europeos que participaban por entonces de la expansión colonial y del comercio. Contaba, en fin, con la excepcional experiencia de los tres últimos años de la revolución de Santo Domingo. La plantación estaba situada a sólo tres kilómetros y medio de Le Cap, y sus deberes lo obligaban a visitar asiduamente la ciudad. Las masas populares llegan a saber muchas cosas durante una revolución, y más aún un hombre como Toussaint. Había tenido la oportunidad, por tanto, de cultivar su intelecto en cuestiones nacionales y extranacionales: desde el inicio mismo, maniobró con asombrosa seguridad entre los partidos locales de Santo Domingo y asimismo entre las fuerzas internacionales.
Un rasgo importante de cara a su futuro es que su carácter no estaba mancillado en absoluto. Ya desde la infancia, Toussaint no había recibido latigazos, contrariamente a tantos otros esclavos que sí los habían recibido. El propio Toussaint relata que tanto él como su esposa se contaban entre los pocos afortunados que habían adquirido cierta cultura y solían ir caminando tomados de la mano, muy felices, hacia la parcela que algunos esclavos cultivaban para subvenir a sus propias necesidades. Aparte de sus conocimientos y su experiencia, la energía propia de su personalidad lo había impregnado de un formidable control sobre sí mismo, tanto mental como físico. De niño era tan frágil y enclenque que sus padres ni siquiera confiaban en que sobreviviese y lo apodaban “Varita”. Siendo todavía niño, decidió cultivar el intelecto y además un cuerpo vigoroso, se ejercitó en los más duros ejercicios y a los 12 años ya superaba en proezas atléticas a todos los demás niños de la plantación. Podía atravesar a nado ríos turbulentos, saltar sobre un caballo al galope y dominarlo a su antojo. A los 60 años seguía siendo uno de los mejores jinetes de Santo Domingo, cabalgaba diariamente más de
De joven había sido mujeriego. Después decidió sentar cabeza. Se negó a vivir en concubinato, contrariamente al hábito dominante entre todas las clases de Santo Domingo, pero sobre todo entre los esclavos, y se casó con una mujer que ya tenía un hijo y tuvo otro con Toussaint, y ambos vivieron juntos en la mayor armonía y placidez, tanto en la época en que Toussaint fue dueño de todo Santo Domingo como en los días en que no era más que un simple esclavo. Por el tipo de vida que tantos vivían en las colonias, por la reputación de que gozaba entre los negros, por las oportunidades a que se prestaba su posición, esto era infrecuente en alguien que había iniciado la vida como Toussaint lo había hecho y que, en los días de grandeza, gustaba de la compañía de las mujeres atractivas.
Recuadro
Mando y carácter
Toussaint era fruto de la revolución. Pero sería un absurdo error suponer que la creación de un ejército disciplinado, la derrota de los ingleses y los españoles, la derrota de Rigaud, la creación de un gobierno fuerte en toda la isla, la relación cada vez más armónica entre las razas, los ilustrados objetivos de la administración…, sería un vasto error suponer que todo esto era inevitable. En determinado momento, a mediados de 1794, las posibilidades latentes bajo el caos empezaron a abrirse paso y coaligarse en virtud de su poderosa personalidad, y desde ese momento es imposible decidir dónde concluyen las fuerzas sociales y dónde comienza el sello de la personalidad. Basta con decir que, sin Toussaint, la historia sería completamente diferente. Por ello, es esencial analizar qué tipo de hombre era Toussaint.
Era su portentosa actividad lo que sorprendía a todos. Nadie sabía nunca qué estaba haciendo. Si se iba, si se quedaba, a dónde iba, de dónde venía. Tenía cientos de caballos de pura raza repartidos en establos a lo largo de todo el país, y normalmente recorría
Era tan absolutamente dueño de su cuerpo como de su mente. No dormía más de dos horas cada noche, y durante largos períodos se contentaba con dos plátanos y un vaso de agua por todo alimento. Ignoraba el miedo a los desafíos físicos, pero debía protegerse para no ser envenenado, y en las diversas ciudades donde pernoctaba les pedía a las ancianas negras que le preparasen callaloos, una especie de caldo de legumbre. Podía confiar en estas ancianas. No eran seres ambiciosos y estaban demasiado orgullosos de él como para desearle ningún mal. En el campo dormía vestido, sin quitarse ni las botas ni las espuelas; en las ciudades siempre dejaba cerca de la cama un par de pantalones. A cualquier hora de la noche, emisarios y oficiales lo encontraban dispuesto a recibirlos con decorosa dignidad.
El control que ejercía sobre sus soldados no se debía únicamente a sus habilidades como general. Poseía esa temeraria valentía física que arrastra a los hombres a seguir a un líder hasta en las causas más desesperadas. Desde el comienzo hasta el final de su carrera, encabezó las cargas a la vanguardia de su ejército siempre que fue necesario un esfuerzo supremo. En cierta batalla persiguió él solo al comandante español durante casi dos kilómetros y volvió con dos prisioneros más, y en 10 años fue herido 17 veces. Hasta en los desplazamientos más triviales se exponía a riesgos de todo tipo. Cuando ya era comandante en jefe, estuvo a punto de ahogarse en cierta ocasión mientras intentaba atravesar a caballo un río desbordado, y sólo logró escapar arrojando lejos de sí su espada. Conseguía que sus soldados llevasen a cabo proezas casi inimaginables. Durante el ataque contra el Santo Domingo español, sus soldados llegaron a realizar, en un momento en que era necesario actuar con presteza, casi
Parecía como si un talismán protegiese su vida. Durante la guerra civil contra él, sus enemigos intentaron tenderle dos emboscadas. En la primera su médico, sentado con él en la diligencia, fue alcanzado y murió a su lado, varios de sus oficiales fueron desmontados y una bala le partió en dos la pluma de su sombrero. Pocos días después y en ese mismo trayecto, su diligencia fue acribillada a balazos. Pocos minutos antes, Toussaint había salido de la diligencia y en ese momento cabalgaba por delante. No es extraño que él mismo llegara a creerse el Espartaco negro anunciado por Raynal y predestinado a lograr la emancipación de los negros. Los trabajadores lo adoraban como si fuera el representante directo de Dios en
Sus ayudantes eran negros, uno de ellos su sobrino. Pese a la amplitud de sus puntos de vista y sus metas conciliatorias, Toussaint mantenía un ejército compuesto abrumadoramente por negros y ex esclavos. Pero sus consejeros personales eran todos blancos: Vincent, Pascal, que había llegado como secretario de la comisión en 1796, y dos sacerdotes italianos. Le gustaba hablar con los ricos plantadores blancos. Pero nadie, hombre o mujer, logró nunca influir en él de ningún modo. Sólo se le conoce un único amigo, Laveux. Impenetrable, no confiaba en nadie, no se fiaba de nadie. Si una debilidad tenía era su gusto por dejar perplejos a los auditores. Pero cuidaba su reputación y era muy prudente en sus contactos personales. Tenía la extraordinaria facultad de satisfacer a todos cuantos venían a verlo, y era conocido en toda la isla como una persona que no faltaba nunca a su palabra. Hasta Sonthonax, el abogado jacobino y también por su parte refinado conspirador, declaró en la cámara francesa que Toussaint era incapaz de mentir. Pero esto fue antes que Toussaint lo acusase de planear la independencia.
…
Con la excepción permanente de Bonaparte, ninguna otra figura aislada de
Pero Toussaint no era un fenómeno, no era una rareza negra. Las mismas fuerzas que moldearon su genio intervinieron en la plasmación de sus generales, oficiales negros y mulatos. Agé, su jefe de personal, era blanco, pero todos los generales superiores eran negros o mulatos, principalmente negros. Había dos generales de división, uno Dessalines, el otro Clairveaux, un mulato. Dessalines era el más famoso de los generales negros. Algunos le atribuían un talento militar superior al de Toussaint; sin embargo, no aprendió a firmar su nombre hasta que llegó a una edad avanzada. Gobernaba el departamento del oeste con mano de hierro, y, aunque carecía de todo instinto constructivo para las tareas del gobierno, poseía una astucia, una sagacidad y una determinación temerarias que al cabo de muy poco tiempo resultarían de inestimable valor para su pueblo. No simpatizaba en absoluto con la política de reconciliación hacia los blancos que predicaba Toussaint, pero, deslumbrado por los dones de este último, lo veneraba y le prestaba una obediencia incuestionable. A finales de 1801, se casó con una de las mujeres más notables de Santo Domingo, una negra de belleza e inteligencia notables, ex amante de un plantador al que debía una buena educación. Tenía mucha comprensión hacia los blancos, y entre ella y Toussaint consiguieron mantener a Dessalines a raya.
Leave a Reply