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Recomienda Comisión de sabios vender Isa, Isagen, Urrá y Corelca

 En primer lugar, se descartaría la unanimidad. Sus razonados y sesudos consejos tendrían entonces que someterse al examen sopesado del Conpes y también de congresistas y medios. Habría abundante materia de controversia, análisis y resultados juiciosos.


 


En segundo lugar, ninguno recitaría de memoria puntos del decálogo del Consenso de Washington por haberse verificado ya sus perversos efectos en la década neoliberal.


 


En tercer lugar, no se igualarían al sentido común de los magos que, haciendo girar la bola de cristal, recomendarían con acento solemne al empresario endeudado: “Rematadle a mis amigos tus activos rentables, dejad de producir insumos y compradles a terceros, y gastad menos, gastad menos, por favor”.


 



La tenaza


 


Porque el déficit endémico más típico de la era neoliberal está causado por el lento crecimiento de la economía. Baja producción, baja tributación. En los últimos años, el sector primario intensivo en trabajo ha crecido a una tasa promedio del 1,3 por ciento, la industria a un 5, y los sectores mineros y petroleros intensivos en capital y exentos de reintegro de divisas a un 10.


 


Las necesidades de la población creciendo a un 2 por ciento gracias al exilio masivo de colombianos en el exterior, más una deuda social acumulada de la que depende la gobernabilidad del nuevo sistema exigen gastos crecientes. Esa presión, como lo aconseja la II versión del Consenso de Washington, debe rebajarse, aún con el fisco desfalleciente, so pena de explosión social.


 


Así, las finanzas del gobierno están atenazadas por una economía lánguida que produce recaudos insuficientes y unas necesidades sociales acuciantes.


 



La lógica del absurdo


 


La primera falta de seso radica en que los cinco sabios cachacos nombrados por el gobierno –Rodrigo Botero, Mauricio Cárdenas, Alejandro Gaviria, Armando Montenegro y Gabriel Rosas–, y todos a una, presumen que en el país o fuera de él existen compradores con masas de dinero suficientes para comprar de inmediato activos rentables del Estado por una suma de 7,25 billones de pesos.


 


Eso significa que hay ahorro financiero fluido y suficiente para hacer cuantiosas inversiones productivas. Ya no pueden repetir que “si no hay ahorro no hay inversión, y si no hay inversión no hay desarrollo ni hay tributación”.


 


Sí hay ahorro, entonces, ¿por qué no les indican las nuevas oportunidades de inversión para que inviertan esos $ 7,25 billones en nuevas empresas que generen empleo y tributación? ¿Qué pasa, por favor? ¿Se les pasmó el especulativo con la película de Mr. Bush?


 


¿No existen nuevas oportunidades de inversión? ¿No existe ni Pacto Andino ni TLC? ¿Sólo existe el negocio importador y el negocio especulador? ¿Entonces, la única salida es feriar activos como herederos fanfarrones que liquidan los haberes acumulados con mucho esfuerzo y muchos sacrificios por sus empresarios ancestros? Entonces, apagar la luz e irse por otro doctorado menos tartufo, toca.


 



El negocio de las autopistas


 


La globalización suena a hueco. Los sabios también creen que el fenómeno es abrir más y más las compuertas. Ahora bajarle los aranceles al maíz blanco, a la carne de res y de pollo, y a la leche. Con la visión cortoplacista de tendero ni siquiera captan los azotes del verano que encarecieron algunos productos y quizá también por el incremento de las exportaciones a Venezuela. No creen en el mercado ni en las contingencias estacionales.


 


No esperan que la lluvia y que los mejores precios incrementen la producción. Más bien valdría la pena bajarles aranceles a los insumos agropecuarios y controlar sus abusivos oligopolios. ¿Quieren de verdad un TLC virtual y unilateral como la lamentable apertura del 92, sin más contraprestación que la reducción de algunos aranceles como premio de la lucha antidrogas?


 


Pero además se empeñan en ingentes inversiones en medios de transporte que agilicen las importaciones hacia los mediterráneos centros andinos de consumo: Bogotá y Medellín. No piensan, como lo hacen todos los globalizantes en marcha, que sólo los situs industriales en las costas son quienes pueden aspirar en el mediano plazo a altas cotas de competitividad. Su tragedia consiste en que no quieren pensar que Bogotá llegue a ser una futura Tunja señorial y Medellín un payanés centro cultural y cirujano. Tragedia visceral la de los cinco sabios cachacos.


 


Un repaso


1.         “Un recorte inmediato del presupuesto de $ 1,5 billones”. Más bien se puede pensar en reconvertir el gasto $ 1,5 hacia sectores con altos multiplicadores interindustriales como vivienda o ensamble automotor, previa elevación de los aranceles para las líneas automotrices importadas. ¿Puede el gobierno rematar sus activos rentables, pero no impulsar nuevas industrias multiplicadoras?


2.         “Reducir la deuda pública con la venta de las participaciones, por un monto de $ 7,5 billones de la nación en ISA, Isagen, Urrá y Corelca”. ¡Hay, pues, dinero para invertir en empresas nuevas! Dos lógicas: desvalijar o crear.


3.         “Rebajar aranceles del maíz blanco, de la carne de res y de pollo… además de eliminar restricciones administrativas al comercio de bienes agrícolas”. ¿Más regalos unilaterales sin contraprestación? Locura furiosa, pero no de remate con nueva reforma tributaria.



 


 Recuadro


 


“Comisión ‘independiente’ de Gasto Público



 


Una autotitulada “Comisión independiente de Gasto Público”, conformada por destacados miembros del empresariado nacional como Mauricio Cárdenas (director de Fedesarrollo, hijo del eterno gerente de la Federación de Cafeteros Jorge Cárdenas), Alejandro Gaviria (decano de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes), Armando Montenegro (ex jefe de Planeación Nacional y consultor privado), Gabriel Rosas (decano de la Facultad de Economía de la Universidad de la Sabana) y Rodrigo Botero, el 5 de junio entregaron al gobierno nacional sus recomendaciones sobre el gasto público.


 


Lo que más llama la atención de la Comisión es el supuesto carácter ‘independiente’ que se abrogan. Sabiéndose miembros y defensores de la empresa privada, ¿cómo hacen para ser independientes? El carácter de sus propuestas ofrece de inmediato la respuesta: privatizar, privatizar, privatizar. No se necesita ser ‘sabio’ para hacer ese tipo de recomendaciones. Sin duda alguna, el diablo sabe para quién trabaja.

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