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Uribe y Chávez. Cambio de tercio en la Comunidad Andina

En el tercio de entrada, el presidente Uribe, tras un revuelo de chicuelinas y pases gordos da una prematura vuelta al ruedo, creyendo haber logrado su ingreso al TLC. La Comunidad Andina de Naciones (CAN) se queda con los crespos hechos, frustrada la firma del Arancel Externo Común que lograría el primer paso en serio y real hacia la integración económica.


 


En viendo la arrogancia del colombiano, el presidente Chávez no soporta el desaire y resuelve retirarse de la CAN, suponiendo también en prematuro gesto su triunfal ingreso al Mercosur.


 


Pisando fuerte y con aire triunfador, inicia gestiones para salvar a Argentina del endeudamiento con el FMI e interviene en la trifulca de la nacionalización boliviana de los hidrocarburos. La poderosa Petrobras tiene que contener sus santas iras y Argentina renegocia los precios del gas boliviano. Evo Morales, entonces presidente rotativo de la CAN, le ruega a Chávez volver a la bolivariana comunidad. Rogativa desairada.


 


Chávez y Uribe se parecen como hermanos mellizos por el narciso ego tamaño hipopótamo. No valieron críticas ni advertencias de la ilusión al uno de meterse en las entrañas de la economía norteamericana con un gigante guardado de dineros que colombianos y peruanos del narco tienen en tierras lejanas. El otro, confiado en los barriles de petróleo, creyó poder alinear a los gigantes virtuosos del fútbol y la zamba en la revolución bolivariana.


 



El impasse de Uribe


 


Pero en el tercio del chuzo y de las banderillas, los dos diestros fallan contra todo pronóstico. Los Estados Unidos no bajan la guardia en su reclamo de extradición. Poco les importan los crímenes de lesa humanidad, pero sí las toneladas de cocaína exportadas por los paras confinados en Itagüí.


 


Además, por boca de John Sweeney, presidente de la poderosa confederación sindical AFL-CIO y parte importante del nuevo poder del partido demócrata, “no hay chance de que el TLC con Colombia se apruebe mientras se perpetúe la impunidad de los cientos de sindicalistas asesinados en Colombia”. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ratifica esa posición tomando distancia del mandatario colombiano en el tono y en el lenguaje.


Otros congresistas reciben al presidente Uribe con más displicencia aún, despreciando sus alegatos, conminándolo a demostrar con hechos el cese de la impunidad. El gobernador-sindicalista Garzón acompañante reporta la humillación.


 


La columnista de El Tiempo, Salud Hernández, comentarista de la faena, por fin escribe una excelente columna sobre la humillación que sufre la colombianidad con las múltiples rogativas del presidente Uribe. Quizá la colombo-española recuerda la adusta figura del caudillo Franco cuando soporta el aislamiento internacional tras la derrota de sus fervorosos amigos. Diez años tristes pero poniendo a salvo la españolidad, diría ella.


 


Sea como fuere, Salud despierta la solidaridad de sus puntos de vista en numerosas columnas de opinión y en comentarios radiales como los de Juan Gossaín en RCN. Pero lo que pone en blanco sobre negro la columnista es que los demócratas van ahora con todos los fierros por el poder presidencial. Colombia poco les importa, pero no los aliados de Bush en la guerra de Iraq. Uribe fue el único presidente latinoamericano que aplaudió la decisión. Más aún, México expresó sus reticencias. Ahora, pues, pasan la cuenta del fracaso de la lucha antidrogas y cuestionan la paz con los bárbaros paras.


 



Impasse de Chávez


 


El Congreso brasileño condena la cesación de la cadena de televisión RCTV. Chávez revira calificando el gesto “como repetición de loros de lo dicho por el imperialismo estadounidense”.


 


Lula saca la cara por el Congreso como expresión máxima de la democracia brasileña. Vuelve a la carga Venezuela cuyo Canciller pide respeto por la soberanía, so pena de réplicas adecuadas. Los empresarios brasileños piden que se aplace sine die el ingreso de Venezuela al Mercosur.


 


Saúl Ortega, jefe de la Comisión de Política Exterior del Congreso venezolano, califica esa oposición empresarial como venida de los labios de las multinacionales residentes en Brasil. Pero se olvida tal vez de que la derecha brasileña hace mayoría en el Parlamento. Su vocero, Arthur Virgilio, señala que “Venezuela se equivoca en su política exterior y eso podría vaciar al Mercosur”.


 


Más aún, Ricardo Benzoini, del Partido gobernante PT, alarga el chico reclamando que Venezuela, en lugar de agradecer la solidaridad brasileña en el trance del fallido golpe de Estado, ahora le haga declaraciones poco felices al Congreso brasileño. Haciendo coro, el Partido Nacional (conservador) uruguayo plantea que propondrá en el parlamento del Mercosur, que se reunirá el próximo 25 de junio, “suspender la integración efectiva de Venezuela al bloque, hasta que se pruebe la plena vigencia de las instituciones democráticas en Venezuela, como que es una condición estatutaria de los procesos de integración en curso”.


 



Cambio final de tercio


 


Los pronósticos más probables señalan que ninguno de los dos diestros entra a matar y que los dos bravíos pueden ser indultados. Ni Chávez se dispone a ingresar de pleno derecho al Mercosur, puesto que, después de la venia de los congresos de Argentina y Uruguay, se encontrará con el veto brasileño. Ni Uribe tendrá el visto bueno del Congreso norteamericano, donde los demócratas no sólo van por el poder presidencial sino donde además los republicanos también están asustados por el tremendo hueco de la balanza comercial y la caída del dólar, fruto –piensan– de tantas aperturas y sobre todo de la China. Su inclinación es no a más TLC.


 


Evo Morales le entrega la presidencia rotatoria de la Comunidad Andina de Naciones al ausentista presidente colombiano Álvaro Uribe y le da la bienvenida tratándolo de “compañero jefe”. Uribe, en su discurso, le insiste al presidente Chávez que vuelva al ruedo bolivariano. Es la fuerza de las cosas y de los bravíos toros imperiales lo que parece que toca al tercer tercio. A matar la abulia y el desmedro con que han tratado el destino feliz y natural de las naciones andinas. Más de cien millones de habitantes y en una herradura geográfica comunicada por los dos gigantes océanos, donde medró el libertador, y también O’Higgins, si con Chile contamos.


 


Ahora falta únicamente que los aguerridos diestros resulten miopes, astigmáticos, bizcos y testaduros de contera cuando se les aparece otra vez la virgen que puede hacerles el milagro. A Chávez, para matar los excesos de acrimonia con los empresarios de estirpe venezolana, y a Uribe de matar el desempleo abriéndole paso a la apremiante necesidad de oportunidades de inversión. Allí está la Comunidad Andina para que también medren en la historia de la patria grande.

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