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Hacia el Gobierno Propio. VII Congreso de la ONIC

Diciembre 10 de 2007, Universidad del Tolima. Más de 713 delegados de 38 organizaciones regionales –con el respaldo de 1.500 participantes fraternales de la mayoría de los 95 pueblos originarios existentes–, se dieron cita en el VII Congreso de la Organización Nacional de Indígenas de Colombia (ONIC). Allí, luego de discutir sus asuntos durante cinco días llenos de mesas de trabajo y plenarias, decidieron constituirse como Gobierno Autónomo, con Parlamento propio, Consejo de Justicia y Consejo de Gobierno propios.

 

La palabra, la cultura, el territorio, la vida

 

El día 10 de diciembre se inauguró el histórico Congreso en el amplio y rebosado recinto del Auditorio de la Gobernación del Tolima. Culminaba así un arduo proceso de reorganización en el marco de la emergencia de los pueblos ancestrales del sur de América y sus cosmovisiones no dominadas por los valores neoliberales y su interpretación mercantil del mundo.

 

Después de las ceremonias espirituales y del recuerdo de quienes han ofrendado su vida en defensa de lo colectivo, irrumpió la palabra de quienes hoy continúan la prolongada brega por la vida y su dignidad. Entre ellos, Luis Evelis Andrade Casama, reelegido, ahora como Consejero Mayor de la nueva organización indígena. Este Consejero Mayor, nacido hace 40 años en las orillas del río Salaqui –en la frontera con Panamá–, fusiona en su palabra clara y visionaria la resistencia ancestral presente en las sangres embera y afrocolombiana. Evelis describió la tremenda situación que enfrentan los pueblos indígenas de Colombia:

 La economía neoliberal está poniendo en riesgo la vida de nuestros pueblos y nuestros territorios, así como los acuerdos comerciales que Europa y Estados Unidos quieren firmar con Colombia. Las multinacionales comandan aquello que sucede en el país, mientras aquí militarizan nuestras tierras, nos desplazan, nos masacran, y si luchamos nos dicen que somos terroristas. Este es el desarrollo que nos quieren imponer los Estados Unidos y Europa. Está en acto una nueva “reconquista”, porque realmente para nosotros los indígenas la época de la Conquista nunca ha terminado. Pero nosotros hemos resistido por siglos y continuaremos haciéndolo.

 

Por su parte, Roberto Cobaria, integrante del pueblo Uwa, señaló en la mesa inaugural la necesidad de “caer en la cuenta de lo que está pasando y labrar una unidad que no pueda ser resquebrajada ni por la falta de sabiduría para resolver las naturales diferencias entre múltiples pareceres ni por la astucia de quienes se benefician con la desarticulación y los enfrentamientos entre nosotros”.

 

La resistencia indígena en Colombia ha cobrado miles de formas: desde el enfrentamiento hasta la última gota de sangre decidida por múltiples comunidades, pasando por el internamiento en lugares inaccesibles de la selva y la montaña. Desde la continuidad de la tradición oral que conserva sabidurías milenarias hasta el silencio más inescrutable en el que se resguardaron saberes proféticos que han vaticinado que, llegado el momento en el que la Tierra hablara con contundencia, revivirán los pueblos indígenas y la palabra de luz volverá a ser escuchada después del largo paréntesis de horror. Es en este marco como se destacan cada vez más los principios que guían el proceso indígena en Colombia: Unidad-Territorio-Autonomía y Cultura, y las prácticas con las que se vivencian y defienden estos principios.

La Unidad propuesta es en torno a la defensa de principios y valores que privilegian el respeto y el cuidado de la Tierra y la comunidad, por encima del beneficio en dinero. Unidad y Cultura para resistir la usurpación de los territorios y el asalto a la autonomía, con la confrontación armada fratricida y con el modelo de desarrollo impuesto con la guerra o con subterfugios. Autonomía y Cultura que presencian con estupor el auge de la droga estúpida, mientras se demoniza la hoja sagrada y se priva a la sociedad mayoritaria de la información y la educación que la libere del yugo de adicciones que aniquilan el amor natural por la vida. Cultura y Autonomía que se preguntan por la locura consumista que infantiliza a los adultos y arrasa al planeta, mientras olvida principios sencillos y fundamentales de una economía fraterna, basada en la cooperación y no en la competencia feroz, y en una conciencia que comprende la Tierra como dadora de vida y no como mercancía apropiable y explotable sin mesura.

Como señaló Miguel Palacín, presidente de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas invitado al Congreso, “nosotros, los pueblos indígenas que vivimos en este continente, somos descendientes de una forma de organización comunitaria, y no egoísta, donde se piensa en colectividad; por ello, en este territorio, más allá de lo que llaman recursos naturales, está nuestro pensamiento, nuestra espiritualidad, nuestra propia autoridad”. Y agregó: “Quiero decirles que no están solos; estamos organizados y vamos a responder desde donde estamos… En mayo de 2008, en Lima, habrá una reunión de 60 presidentes en la cumbre hemisférica para ir avalando estos Acuerdos Comerciales, y allí hay que hacer una cumbre paralela para negarse a ello. A este evento les extendemos nuestra invitación”.

 

En sus arduas jornadas de intercambio de opiniones, el Congreso evaluó los 25 años de la organización y abordó los temas establecidos para fortalecer el proceso organizativo y elevar a un umbral inédito la movilización indígena y la batalla no armada por sus derechos colectivos. También adoptó varias resoluciones sobre dimensiones vitales que exigían su inaplazable pronunciamiento: las mismas pueden ser consultadas en la página www.onic.org.co. Una de las más importantes Resoluciones fue la relacionada con la declaración de Naciones Unidas sobre Pueblos Indígenas.

 


 

Resolución 005

 

El 13 de septiembre de 2007, en Nueva York, se aprobó en Declaración de Naciones Unidas, 46 artículos que contemplan los derechos de los pueblos indígenas de todo el mundo. En ellos se reconoce el derecho a la autodeterminación, al control de su territorio y sus riquezas, y la preservación de su cultura y sus tradiciones. Un total de 143, de los 192 países representados, votaron a favor de la Declaración. Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda se opusieron. El gobierno de Colombia, donde sobreviven al exterminio, la discriminación y el arrasamiento cultural de los pueblos indígenas, se abstuvo de votar a favor de la Declaración.

Ahora, el Congreso Nacional Indígena, en uso de su derecho de autodeterminación consagrado en la Ley de Origen –norma espiritual superior de su tradición cultural–, en el Derecho Mayor, en el Convenio 169 de la OIT y en la propia Constitución Nacional de 1991, decidió en la Resolución número 005 adoptar de manera íntegra esta Declaración de Naciones Unidas, aplicar toda medida administrativa, legislativa o judicial que la contraríe, y rechazar las explicaciones y argumentos del gobierno colombiano para abstenerse de aprobar la Declaración, ya que las mismas “violan y atentan contra los derechos a la autonomía, territorio y cultura, y desconocen los derechos individuales y colectivos de los pueblos indígenas de Colombia”.

Con esta nueva visión colectiva se cesa de colocar el acento en solicitar de manera infructuosa al gobierno colombiano el respeto de sus derechos más elementales, pues por esta vía sólo han encontrado que se les ignora y se les burla con triquiñuelas legales como la “consulta previa”. Se pasa ahora a pensar y actuar como gobierno propio, generando una nueva dinámica organizativa del movimiento indígena.

El Congreso se cerró con un homenaje a quienes han consagrado sus energías a la defensa de la organización indígena, con el nombramiento de las diferentes autoridades del nuevo esquema organizativo, y con la conciencia de la colosal labor que ahora se inicia y debe brindar continuidad a la prolongada batalla por la vida y la dignidad de los pueblos indígenas.

 

 

En los actuales momentos, cinco pueblos de la Orinoquia y la Amazonia están al borde mismo de la extinción definitiva: Amorua, Tsiripu, Nukak-Makú, Taiwano y Makaguaje. Y otros 13 están amenazados en su supervivencia, por el desconocimiento estatal de sus territorios y autoridades, la violencia armada de la guerra y la dinámica económica generada por el narcotráfico y las corporaciones multinacionales.

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