Las personas requieren un aporte diario de vitamina C de 60 mg, que, además de su acción vigorizante ante las infecciones, posee acción anticancerígena; es un factor esencial en el crecimiento y sostén de cartílagos, dientes y huesos. Es un aporte que debe suministrar cada persona en su dieta, considerando que no se almacena en las células y que se debe ingerir diariamente; tanto las hortalizas como las frutas frescas son fuentes seguras de esta vitamina.
Son evidentes las carencias leves de esta vitamina, que se manifiestan en la baja resistencia a infecciones, desánimo y dolores en las articulaciones. Desde luego, es necesario un incremento en su ingesta en situaciones especiales como embarazo y lactancia, intervenciones quirúrgicas, competencias deportivas, casos en los cuales se debe duplicar su consumo cotidiano.
Los alimentos generosos en la provisión de vitamina C son los llamados cítricos: naranja, mandarina, kiwi, limón, lima…, frutos que por lo demás son proveedores de varios beneficios adicionales en nuestro organismo. Conozcamos algunos secretos de la naranja.
La naranja, fruto de color anaranjado dorado, aroma delicioso, de fresco sabor ligeramente ácido, no es únicamente agradable al paladar sino que además tiene propiedades nutritivas y medicinales, asimiladas por niños y ancianos.
Esta fruta es superior a cualquier preparado farmacéutico de vitamina C, aporta el 50 por ciento por fruto y rinde más que una tableta de 500 mg. Incorpora más de 170 elementos fitoquímicos: flavonoides de propiedades fluidificantes de la sangre, anticancerígenos, antioxidantes, antiinflamatorios, antitumorales; y estimulantes de la circulación sanguínea, especialmente en el corazón y el cerebro. Los limonoides, que constituyen la esencia de los cítricos, dan el aroma a la naranja y están en su esencia; en animales de experimentación, impidieron la formación de tumores, a pesar de haberse administrado un cancerígeno; apoyan en el organismo un mejor rendimiento de la vitamina C.
Además de la vitamina C, contiene carotenoides, precursores de vitamina A que le dan la coloración a esta fruta. Es muy valiosa en la cura de afecciones de los ojos, como la degeneración macular que se presenta pasados los 65 años de vida. Dado que el envejecimiento y la arteriosclerosis son procesos oxidativos, su acción en este campo es invaluable. También hay vitamina B1 y B2. Su sabor y su aroma dan bienestar y satisfacción, notables factores en la salud.
Los azúcares presentes en sus frutos maduros son excelentes energizantes y proporcionan calorías para ser consumidas inmediatamente; son aprovechados fácilmente por el organismo y tolerables para diabéticos, proporcionando energía y recuperación en ejercicios físicos, ya que por sus sales minerales y su contenido de agua restauran en poco tiempo el equilibrio hídrico-salino, empleado en el deporte. Tienen minerales como calcio y potasio, y en menor cantidad hierro y magnesio. Contienen de
Bajan el índice de colesterol por su fibra en forma de pectina, fibra vegetal soluble, y sustancias lipotrofas que previenen y remiten la acumulación exagerada o patológica de grasas en el hígado. La pectina está en la pulpa de la naranja y en la corteza interior blanca, no presente en el zumo; facilita la eliminación de residuos tóxicos como el ácido úrico, con el ácido cítrico que tiene y que potencia la acción de la vitamina C.
El ideal de su ingesta para problemas de salud infecciosos y/o para su prevención, indica cuatro naranjas diarias por lo menos; no previene resfriados pero acorta su duración e intensidad. Mejora la producción de interferón, proteína antivirus, y su consumo diario es útil en enfermedades infecciosas de toda edad, incluyendo el sida.
Los flavonoides de la naranja, apoyados por la vitamina C, inhiben la formación de coágulos, previniendo trombosis, arteriosclerosis y afecciones cardiovasculares.
Provoca el vaciamiento de la vesícula biliar, dando un efecto laxante de la bilis en el intestino y evitando la formación de hemorroides. Su consumo disminuye el riesgo de padecer alergias como rinitis y asma bronquial.
Debido a que posee entre 30 y 40 por ciento de calcio, es el cítrico de mayor aporte de este mineral, y, como tiene también el ácido cítrico que facilita la absorción del calcio en el intestino, es realmente efectivo en su incorporación al cuerpo humano. Otros minerales que contiene son magnesio y fósforo, que fortalecen los huesos.
En el organismo, tiene efecto alcalinizante, como la mayor parte de vegetales y cítricos, y restituye el equilibro ácido-base en el cuerpo, pues los alimentos de origen animal son acidificantes, excepto el yogur y la leche, y son causa de mayor riesgo de cáncer.
La naranja y los demás frutos cítricos son especialmente útiles en casos de infección. Al suministrar vitamina antioxidante como
La naranja fresca debe consumirse con una parte de la pectina blanca de su cáscara, procurando incorporar la pulpa fibrosa. El jugo debe consumirse recién exprimido, pues con el tiempo y la acción de la luz, la vitamina C pierde su actividad. En conserva, pierde una parte de la vitamina C, que es reemplazada por su sintética.
La naranja completa, aparte de aumentar la vitalidad de las células, activa el metabolismo general, evita el estrés y es agente activo contra enfermedades en general. Esta deliciosa fruta es conocida mundialmente y también muy cultivada; por ello, está en cada uno de nosotros aprovechar las múltiples cualidades a partir de este maravilloso cítrico. Desde luego, el éxito estriba en que el consumo mínimo diario se convierta en hábito.
Bibliografía
Naranja, limón, ajo y cebolla. Curan y sanan, Eugenio G. Vaga, Editorial De Vecchi. Barcelona. 1979.
El poder medicinal de los alimentos, Dr. Jorge Pamplona R.
Asociación Casa Editora Sudamericana, Buenos Aires, Argentina 2004.
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