Crisis que reduce el margen
degobernabilidad del actual gobierno, además de su claridad institucional, lo quebrinda espacios a
sus opositores. Por lo tanto, en la medida en que se reduzcasu margen, los contradictores crecerán
pues a ellos se sumarán sectores hastaahora impensables.
Esta realidad
lleva a pensar en los escenarios y en losactores. Por un lado el movimiento social y político, que
no muestra fortalezani convicción suficiente para encarar el reto abierto por la coyuntura. Por
elotro, los sectores aliados al poder (económicos, políticos y religiosos), quepor ahora no
evidencian disconformidad con el gobernante. Pero además, losEstados Unidos, que siempre juega a
varias bandas, y que por el momento –y porlo menos hasta las elecciones del 23 de noviembre en
Venezuela- necesitasostener un Uribe fuerte.
Mientras los actores cuadran
yreagrupan sus fuerzas, en pos de diversas alternativas (ver notas de esteartículo) el movimiento
social debe encarar su realidad y asumir los retos, elprincipal de ellos ¿cómo superar su debilidad
y jugar un papel protagónico enla coyuntura? (Ver suplemento).
Entodo caso, la enseñana de otras muchas crisis de gobernabilidad acaecidas en elContinente
enseñan que lo fundamental para que toquen fondo y surja unaalternativa viable, es procurar y
aportar a la unidad nacional, constituyendoun referente social, estimulando la toma de la calle por
los inconformes.Emplazar.
Al final, el
riesgo es latente. ¿Optará el mandatario, alverse acosado, por medidas de facto? La respuesta sólo
la brinda elreagrupamiento de la correlación de fuerzas que se irán dando con el paso delas semanas,
y el piso internacional que le quede. De ahí la importancia deldesenvolvimiento que tenga la crisis
de la parapolítica, y lo insisivos quesean sus opositores. El silencio y la pasividad, como es de
esperarse, sóloayuda al contrario a no hundirse.
necesidad
Identificary evaluar los factores de
poder
Contradicción decontradicciones. Mientras las encuestas aseguran que la
popularidad delpresidente Uribe crece como espuma –pese a la memoria con temor de muchos
enAntioquia, y a todos los escándalos que lo comprometen de manera directa oindirecta–, decenas de
columnistas, además de amplios grupos sociales, proponen,consideran y vaticinan la renuncia del Jefe
de Estado.
Ante esta posibilidad yen cuanto a salidas de la crisis, ya se escuchan
voces de reacomodo y coartadadesde el poder y la clase política que hablan de higiene en el campo
uribista ydesde el lado de la oposición popular unos proyectan una Junta Nacional,otros un
Gobierno de transición. Como también un Gobierno de UnidadNacional. El Polo no llega a tanto.
Sólo propone una Asamblea NacionalConstituyente, es decir, aún no considera que la crisis
institucional llegue auna crisis de legitimidad, de techo de la naturaleza oligárquica del poder y
derecuperación y refundación de la República. Por el lado de la orilla armada, ensus comunicados
flota la consigna de “Gobierno Alternativo”, y “Convención NacionalDemocrática”. Para todos, la
crisis es de moralidad, de corrupción. Usoindebido del poder. Pero no faltan quienes van más allá, y
establecen nexoscada vez más diáfanos entre Uribe y la parapolítica, con su partido de la U, como correa deenlace y transmisión.
No pasa inadvertido queJuan Manuel Santos, su Ministro de
Defensa: organizador y presidente delmencionado partido, y artífice de todos y cada uno de los
acuerdos con lasdecenas de congresistas presos en la Picota, pese a todos los sucesos, semantiene en
su cargo. Y protegido por el Presidente, a su vez protege a sujefe. «Para eso es el poder», diría
cualquier analista despistado.
Un poder concentrado enunas únicas manos, que usa con fines particulares
los fondos públicos. Peroademás logra, con técnicas de marketing y publicidad, que la espuma
delas encuestas continúe creciendo. Entre tanto, en la calle no se ven los grupossociales ni se
escuchan las voces que entonen los gritos de renuncia.
¿Podránlas simples demandas periodísticas hacer
renunciar a quien se siente elPresidente más popular de los últimos 80 años en Colombia? Con toda
seguridadque no. Con Ernesto Samper no pudieron. Sólo una oposición decidida, con unameta de «unidad
y liderazgo nacional», colectivo, de integración ciudad-campo yvital podría propiciarlo. Todo
pareciera indicar que pululan jefaturasminúsculas, de ámbito limitado, que ante el temor a las
encuestas, y con ello asufrir el castigo electoral, más el mismo temor a las represalias armadas,
lesimpide correr riesgos. Esa es la realidad.
En busca de lasreivindicaciones contra la marginación, de Paz, Justicia,
Libertad, integraciónregional y de «ser poder y ser gobierno» para cambiar la
naturalezaoligárquica del poder, que es la madre de nuestros males, para el intercambio con quienes buscancompromiso y piensan en una u otra alternativa,
ponemos a su consideración:
– un «esquema defactores» que consideramos, permite acercarnos a un
análisis del poder real ennuestro país, con enumeración de los conglomerados humanos que la
economíacapitalista y el poder oligárquico salpican de sufrimiento, que va más allá dela simples
categorías económicas o estructurales, y que es necesario para elanálisis concreto de la situación y
la precisión de cuáles grupos y factoresestarían, y por qué, aún con Uribe, y cuáles se
localizarían, y por qué, en ellado opuesto, con distintos grados de combatividad y
movilización.
Un «esquema…» que a suvez puede ser útil para estructurar un Plan de
gobierno, con metas a corto, medianoy largo plazo, precisando los factores de clase, las alianzas
que de allí sepuedan desprender, los grupos a priorizar y los sectores por neutralizar. Todauna
agenda que llevará a que la posible renuncia presidencial como portón parauna transición sea algo
más que un buen deseo o el escape de una ira con enojode Patria.
Oposición impávida, refundida o
sin convicción de poder
¿Dóndeestá el Polo? Uno de los elementos que más
llaman la atención en la actualcoyuntura política por la que atraviesa Colombia es el silencio de la
oposiciónurbana, entendida como el Polo. Mutismo que es aún más asombroso si se tiene encuenta que
cada día son más públicos nuevos elementos demostrativos de lavinculación del Jefe de Estado con los
orígenes y posteriores desarrollos de lacrisis que hoy lo debe tener en permanente
desvelo.
Sepudiera preguntar el ciudadano de a pie si es que
el Polo no aspira a gobernarel país. De otra manera no es posible explicar ni comprender su
comportamientopasivo y dilatorio: ni una orientación a sus militantes para que salgan apresionar en
pos de la agudización y la superación de la crisis, pero de igualmanera, sin una declaración diáfana
contra la inmoralidad, la ausencia deética, la apropiación del Estado por parte de un pequeño grupo,
y sinposiciones donde al mismo tiempo se precise el país por construir y la manerade hacerlo. Pero
más grave todavía: cuando se hacen declaraciones, no se abordala problemática de conjunto, aceptando
el juego institucional de que elconflicto radica en el Congreso. ¿Incomprensión de la realidad o
simpleconveniencia de la política sin ruptura, con enredo de politiquería?
Almirar similares experiencias
internacionales, cuando los regímenes políticosestán cuestionados, así como los gobiernos que los
encabezan, encontramos pordoquier que la iniciativa política de sus contradictores y la acción
callejerade la ciudadanía aceleran la crisis y obligan al cambio. Así ocurrió en Ecuadoren los años
97, 2000 y 2005, y en Bolivia en 2000 y 2003. Pero ¡ojo!: en todosestos casos la ausencia de
opciones nuevas, tanto de los partidos como de laciudadanía, facilitó que todo siguiera igual.
Salieron los presidentes perorelevados por su segundo (vicepresidente) o el presidente del Congreso,
lo quepermitió la continuidad del conflicto. Es decir, ‘cambiar para que todosiguiera igual’, en lo
cual tienen gran experiencia los grupos en el poder.
Entonces,de este tipo de ‘cambio’ se empieza a hablar
en Colombia, pese a lo cual elPolo persiste en su silencio. ¿Incomprensible? ¿Ausencia de
liderazgo?¿Inexistencia de vocación de poder?
Enpolítica hay una máxima que reza: “El espacio que
no es llenado por uno de losprotagonistas lo copa el contrario”. En este caso, el contrario son
Uribe, suproyecto de sociedad y sus aliados. El silencio de la oposición, su ausencia devocación de
poder, les permiten tomar un segundo aire, recomponer el escenarioy salir con iniciativas mediante
las cuales distraen a la opinión pública eimpiden que las fuerzas se concentren en contra
suya.
Loshechos lo confirman: si la crisis no se ahonda,
ello se debe a que la oposiciónsin norte de poder no hace escuchar su voz, y su mano no muestra
norte algunopor alcanzar.
Gobierno de Unidad
Nacional por la reconstrucción de lademocracia y la paz
Sectores sociales quehabitamos en el
departamento del Cauca, teniendo en cuenta ladesistitucionalización que vive el país, consideramos
pertinente llamar a laconstrucción de un Gobierno de Unidad Nacional por la reconstrucción de
lademocracia y la paz.
Fundamentamos lapropuesta, en:
– Elreconocimiento de la incapacidad
de las fuerzas democráticas para derrotar, enla actualidad, el proyecto antidemocrático que encabeza
el presidente Uribe.
– Laexistencia y pugna de dos grandes
sectores en la nación: quienes buscamos unasalida democrática y pacífica a la crisis, y quienes
están interesados enpropiciar y aprovechar el caos.
– Ladisposición del gobierno
colombiano, siguiendo la agenda del Imperio querequiere un gobierno autoritario en esta parte del
Continente, para continuarutilizando el conflicto armado para desestabilizar la
región.
– Esegobierno autoritario puede
devenir de dos formas: con apariencia institucional,mediante un referendo, constituyente, u otra
forma legal, o las salidas defacto, aprovechando acciones aventureras que llaman a “tumbar a Uribe”
(sintener realmente con qué reemplazarlo).
En el Cauca, las tareasestán trazadas: Construir la unidad de todo el
movimiento indígena, unidad detodo el sector agrario, unidad de todo el sector social y construcción
delsujeto político regional de carácter democrático que está a la cabeza de
esteproceso.
El
programa de gobierno
El germen de gobierno seconstituiría en la representación de un amplio
espectro democrático (¿lasfuerzas sanas de la nación?) que deberá integrar los partidos, tendencias
ypersonalidades que quieren salirle al paso a la actual
desistitucionalización.
El programa de esegobierno en formación debe convertirse en la hoja de ruta
para los colombianospara los próximos 10 ó 20 años.
Algunos puntos de acuerdoque debe trabajar el nuevo gobierno en
formación, que proponemos, son:
– Defensade la Constitución de 1991 y desarrollo de dicha Carta
Política en su espíritudemocrático y participativo.
– Apoyo ala Corte Suprema de Justicia y fortalecimiento de un poder
judicialabsolutamente independiente del Ejecutivo y del Legislativo.
– El gobierno en construcción
deberá analizar a fondo la problemáticadel narcotráfico y el conflicto armado colombiano, y abrir un
amplio debatepara abordar las salidas a estos graves problemas. Se debe contemplar -conurgencia- una
acción internacional sobre ambos temas, por cuanto éstos sonregionales y continentales.
– Losasuntos que no obtengan consenso
en el interior del nuevo gobierno (TLC,reforma agraria, política económica, etcétera) deberán ser
discutidos amplia ydemocráticamente con el pueblo colombiano, y una vez el nuevo gobierno
puedaejercer su acción estatal, habrá de realizarse una consulta popular
paradefinirlos.
Necesidad de una visión geopolítica
Hay que entender que elgobierno de Uribe está
enredado en sus propias contradicciones, como son laabsoluta subordinación a la agenda de Bush, la
crisis de la parapolítica, losamplios niveles de corrupción y clientelismo, las apetencias
personales de los‘herederos’ de Uribe. Sin embargo, no podemos engañarnos. Con los resultadosreales
y mediáticos sobre seguridad que ha obtenido el Gobierno en estos seisaños, amplios sectores de
nuestro pueblo lo apoyan.
Todas las acciones criminales y
terroristas quedesarrolle la guerrilla lo único que consiguen es fortalecer ese apoyo. Porotro lado,
errores políticos de gobiernos como el de Venezuela y Ecuador (enmenor medida) les permiten a Uribe
y a Bush jugar fuertemente en Colombia conlas supuestas amenazas de expansionismo bolivariano, en
auxilio de las farc.Una de las acciones del gobierno en formación deberá abordar con muchacapacidad
política y diplomática este tema.
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