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Del silencio a la búsqueda de la memoria

Enfrentanto la impunidad y el olvido, a 10 años del asesinato del padre, su hijo Camilo Eduardo Mendoza Hernández publica un libro en el cual nos da el perfil de la memoria de su padre. Las altisonancias del silencio evoca a ese ser humano tan entrañable y comprometido como el abogado Umaña Mendoza, quien se atrevió a confrontar el modelo neoliberal del saqueo, y evitó que algunas empresas públicas nacionales y municipales fueran privatizadas. Defensor de presos políticos, de sindicalistas acusados de terrorismo y sabotaje, como en los casos de los trabajadores de Telecom y Ecopetrol, episodios en los que logró la liberación de sus defendidos, demostrando cómo la justicia sin rostro, y sin rostro de justicia, era un burdo montaje represivo contra trabajadores y luchadores sociales.

En palabras de Javier Giraldo S.J., en el homenaje y despedida a José Eduardo Umaña Mendoza en la Plaza Che, de la Universidad Nacional, “sabemos, de antemano, que estará prohibido hacer hermenéuticas del crimen desde los intereses del juego; desde sus contextos; desde el perfil de la víctima y desde los dinamismos objetivos que se quieren destruir. Sabemos, de antemano, que estará prohibido hacer hipótesis sobre autorías intelectuales […] Sabemos, de antemano, que el Establecimiento y el Estado condenarán el crimen en términos enérgicos, amparados en las consolidadas estructuras de encubrimiento que rigen hoy las relaciones entre lo institucional y lo parainstitucional”.

Quién mejor para saber de los riesgos y ser consciente de la situación que el propio José Eduardo Umaña. Se preocupaba por la seguridad de los amigos, defendía a los presos políticos, a los trabajadores que bajo su asesoría defendían el patrimonio público. Con gran conocimiento de causa, este paladín de la justicia confrontó el modelo neoliberal e impidió en arduos debates en el Congreso y frente al Fiscal General de la Nación que la protesta social fuera criminalizada, tal como ocurrió con los trabajadores de Telecom y Ecopetrol en el gobierno de César Gaviria. En una de esas ocasiones vimos al insigne abogado desmontar uno a uno los cargos contra los trabajadores y demostrar que el modelo neoliberal es un brutal saqueo de jugosas propinas para los testaferros que facilitan la enajenación de las entidades del Estado.

Gracias a la reflexiva semblanza que Camilo Eduardo Umaña hace de su padre, podemos conocer algunos de los discursos y escritos relacionados con los procesos en que defendió a los trabajadores, o sus intervenciones durante la campaña a la Asamblea Nacional Constituyente, cuando proponía: “En Colombia tiene que prohibirse constitucionalmente el servicio militar obligatorio en los niveles medio y universitario, para que los jóvenes con cierta educación y conocimientos puedan generar propuestas de cambio y progreso para el país. A la juventud no le deben dar como opción las armas sino plantearle la posibilidad de prestar un servicio social dirigido a las clases populares”. Mucho más directos fueron los debates en que afirmaba que “en cualquier país del mundo, los trabajadores de la USO estarían libres, y estarían detenidos los funcionarios judiciales que han cometido todas estas irregularidades”.

Las altisonancias del silencio es más que un libro testimonial de evocación; es una propuesta de vida que rescata, sin lugar a dudas, una de las voces más emblemáticas de finales del siglo XX en Colombia. Con éste, su primer libro, Camilo Eduardo Umaña Hernández consigue no sólo mostrar al abogado incansable de las causas justas sino asimismo a ese hombre comprometido y humanista, quien un mes antes que lo mataran escribió: “La paz no puede surgir del desorden, de la guerra sin cuartel del crimen organizado, de las estructuras caducas, de la economía sin rumbos, de la injusticia social, del abandono de la eticidad”.

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