“¿…supiste lo último?”, parece ser la sentencia coloquial que marca el ritmo de los más acertados comentarios políticos de los últimos tiempos. Sólo basta con mencionar el referendo y surgen inmediatamente variadas hipótesis, todas ellas, claro está, con elementos de juicio y análisis que las hacen a cual más plausibles y emitidas siempre por voces ilustradas y autorizadas. Así que transcribiremos aquí algunas para enriquecer el mosaico de certezas y perplejidades que componen este interminable debate.
¿Qué tal ésta, que refleja la más genuina expresión de nuestra cansada democracia?: “…el referendo ya es un hecho, el Presidente tiene que reelegirse, así lo dice y lo exige el pueblo, y no importa lo que se haga, hay que lograrlo”. ¡Claro! De aquí se desprende toda suerte de hipótesis que van desde el fraude electoral hasta un milagro de la ‘divina providencia’.
Pero la fuente de mayor inspiración es la inagotable capacidad interpretativa de nuestros más ponderados juristas y constitucionalistas. De una parte, quienes insisten en que aún hay tiempo para culminar el trámite legislativo exigido para tan importante tarea sin necesidad de ampliación de las sesiones del Congreso, y sin el desgaste propio de los consabidos favores y prebendas clientelistas, claro, todas ellas con registro notarial. Además, el pasado enseña, o, si no, pregúntenselo a Teodolindo y Yidis.
Otros afirman que no es posible aprobar el referendo y las modificaciones propuestas en sesiones extraordinarias, ya que el carácter y naturaleza de tal reforma, en tanto que toca la esencia del texto original de la Carta Constitucional, sólo puede ser tramitado en sesiones ordinarias.
Claro, la urgencia por salvar el país de parte de algunos congresistas, y, por ende, a sí mismos, los lleva a alucinadas propuestas como la “convocatoria de una Asamblea Constituyente” de impensables alcances y proporciones que se agotan en un artículo único: viabilizar la reelección del presidente Álvaro Uribe Vélez. Bueno, no importa que la Constituyente de 1991 haya tardado cerca de un año en su preparación, con diversos debates, acuerdos y aun discrepancias de las diversas fuerzas políticas y ciudadanas del país, y su aprobación y la puesta en marcha, cerca de seis meses adicionales. Claro, lo que pasa es que debe haber ya algún estudio jurídico, de orden público o de conveniencia nacional, que sustente la posibilidad de aplazar un poco las elecciones y así el Presidente pueda reelegirse, en principio por cuatro años más, sumados al tiempo del necesario aplazamiento de elecciones.
Pero nuestros recursos imaginativos no se agotan aquí. Ya se escucha que la Corte Suprema de Justicia llamará a juicio, con órdenes de captura, a cerca de 80 parlamentarios que votaron en el periplo anterior del referendo, y que ante esta casi extinción de materia (humana) del Congreso, sumada a la farcpolítica, reanimada en los últimos días por el Fiscal General de la Nación, sólo le quede al señor Presidente una salida ‘democrática’: el cierre del Congreso. Si atendemos a los resultados de la última gran encuesta de los medios, esta salida sería de buen recibo por parte de la opinión pública, ya que la institución más desprestigiada en Colombia parece ser nuestro ‘honorable’ Congreso de la República.
Aunque también se han escuchado algunas hipótesis que aseguran que el referendo reeleccionista es la única solución a preocupantes realidades como el calentamiento global, la erupción inminente del Volcán Galeras, la crisis económica mundial, las pirámides financieras (DMG); el desplazamiento forzado de campesinos, indígenas y afrodescendientes, la gripe A(H1N1), los negocios inmobiliarios de los hijos del Presidente, los falsos positivos, el empobrecimiento progresivo de las y los colombianos, y la ahora sí segura clasificación de la Selección Colombia al próximo Mundial de fútbol. Aquí no nos referiremos en particular a cada una de las hipótesis porque, entonces, ¿de que se hablará en las calles?
Colombia, hambre y desnutrición
Las declaraciones del representante de Unicef para Colombia, Paul Martin, el pasado 27 de mayo, fueron contundentes: “El 12 por ciento de los niños de Colombia, según cifras de 2005, que son las cifras disponibles (presentan) un problema de desnutrición crónica, es decir, no van a morir de desnutrición pero sí van a sufrir física y mentalmente, y por ende este 12 por ciento nunca van a tener la posibilidad de contribuir al ciento por ciento de su capacidad humana al desarrollo del país.
“¿Por qué? Porque sabemos que el 90 por ciento del ser humano, de su capacidad, se desarrolla en sus primeros 3 años, y sabemos que niños o niñas desnutridas antes de los 3 años nunca van a poder recuperar esta parte de su capacidad humana. Incluso hay radiografías del cerebro de un niño bien nutrido que se ve muy densa, muchas interconexiones, y al lado la radiografía del cerebro de un niño desnutrido severamente, se ve delgado, se ve huecos, incluso en el espacio del cerebro, es un daño físico causado por la desnutrición que no se puede recuperar […].
Los extraños
Sucedió a finales de 2008 en Campo 2, nombre que ostenta una de aquellas localidades creadas alrededor de la explotación del petróleo. Situado en plena vía que comunica a Cúcuta con Tibú, zona de guerra desde hace varias décadas, y, como lo testifican multiples denuncias, zona de control paramilitar.
Control total. La masacre de perros lo comprueba una vez más.
Como en cualquier lugar del país, con ladridos, los perros recibían a propios y ajenos (más a éstos que aquéllos). Ladridos contestados, multiplicados, por los canes vecinos. Una jauría infinita, ladrando cada día, ante la presencia de los armados que intimidaban a los habitantes de aquella esquina del país.
Como en cualquier otro lugar, cuando los ajenos no estaban, los perros jugaban con sus ‘amos’, mejor decir, con sus amigos, con sus hermanos: los niños de cada casa. Perro compañía, perro juego, perro ayuda, perro protección. Amigos que se cuidan. Juego, protección, cariño, destruido por la neurosis que ‘rompe’ los tejidos nerviosos.
Y sucedió lo que nadie imaginaba. Los camiones llegaron un domingo en horas de la mañana, coparon poco a poco todos los alrededores de Campo 2, como si quisieran reproducir una corraleja. Cercaron el paso a cualquiera que quisiera salir. De su interior se bajaron cientos de personas armadas. Los ladridos coparon el ambiente. De casa en casa, uno a uno, los canes anunciaban que los extraños habían llegado. Sin saber su propósito, su ladrido solidario anunciaba, denunciaba.
Aullidos que, como siempre, exasperaron a los extraños. Uno a uno, todos ellos fueron cerrando el cerco, se acercaron e ingresaron en cada casa. Esta vez no buscaban ni preguntaban por nadie en particular; simplemente acorralaban a los amigos de niños y niñas, a los compañeros de adultos, a los protectores de la casa.
Así empezó la orgía de sangre animal que se tomó varias horas. Una a una, cada casa fue revisada, y de su interior salían, amarrados, los perros. El cuchillo daba el último veredicto.
Fue una mañana de horror. Horas de llanto para todos los infantes, y de dolor para todas las familias: 500 perros asesinados. Al final, el silencio se había impuesto en Campo 2.
Ahora, ningún perro anuncia ni denuncia la llegada de los extraños.
“Estos son los problemas pero las causas son múltiples, por ende no podemos hablar solamente de la desnutrición sino también de la seguridad alimentaria. El problema de nutrición no solamente es comer los alimentos, hay que comer los alimentos correctos, hay que cocinar estos alimentos en la forma que mantienen su valor nutritivo. Hay otras causas de desnutrición: la diarrea, causada por agua potable insuficiente, por no lavarse las manos […] hay otros factores por supuesto más de contexto: la producción de alimentos adecuados, la repartición de estos alimentos en una forma equitativa en el país”.
Ya lo había reconocido la directora del Instituto Colombiana de Bienestar Familiar, Elvira Cuervo: “Cinco mil niños mueren al año por desnutrición, ocho de cada 100 presentan disminución de su peso y 12 de cada cien sufren de hambre en Colombia”.
Y con semejante panorama, luego de 7 años de gobierno ininterrumpido, dicen que la ‘seguridad social’ ha sido efectiva. ¿Demagogia? ¿Contrainformación?
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