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¡Por vida digna! Encuentro Nacional Popular (2da fase)

Frente al poder: Todos con todos y para todo el país

Descolorida. Durante las últimas décadas, la izquierda colombiana –como la de buena parte del mundo– se debate entre la confusión, la resignación y el pragmatismo.

Es una tríada mental que tiene relación con la situación de la izquierda en el mundo, afectada, por una parte, por su derrota sufrida en Oriente y Europa (producto de infinidad de errores, entre ellos: el ejercicio de una política que relegó al pueblo de la dirección de su destino) y por otra, por la imposición de un modelo devastador –el neoliberalismo– que potencia la descomposición social, la disputa entre vecinos, el consumo desaforado, el culto a la mercancía, en fin, el individualismo a ultranza.

De esos tres estados mentales, reflejo de la pérdida de horizonte de la izquierda, sometida a la inacción alternativa (luego de ser el referente de la humanidad), se derivan unas prácticas sociales y políticas que terminan por confundir aún más e interferir en la conciencia y movilización de los sectores sociales anhelantes de justicia y deseosos del cambio social.

Un comportamiento político cotidiano que en no pocas ocasiones se justifica con expresiones derrotistas como: “No hay nada más que hacer”. ¿No hay nada más que hacer? Expresiones y prácticas con un costo social tan grande para nuestra sociedad como el de llevar al ciudadano común y corriente a no poder diferenciar entre la derecha y la izquierda, y a perder de vista cuál es el sector más progresista de la humanidad. Superar tal realidad es un reto de primer orden. Así lo entendimos y somos concientes en el equipo desde abajo.

I

Dada esta situación, propusimos –y proponemos con insistencia–, la puesta en práctica de un método de reconstrucción social –incluida la teórica– y de buscar la unidad nacional con hegemonía popular, para ser gobierno y ser poder con justa paz, que denominamos Encuentro Nacional Popular.

Un Encuentro… como proceso y como método para repensar, redibujar, escucharnos, debatir, transformar, ensayar, hacer, reconstruir, sembrar, enraizar, acercar y unificar. Legitimar los liderazgos crecidos y provenientes de sus bases. Todos con todos y para todo el país.

Luego de diversos procesos y de acciones comunes, que tomaron varios años, en 2008 realizamos una primera fase del Encuentro.

Como era de temerse, no logramos todos los cometidos pero avanzamos. Ganamos en sensibilidades. Avanzamos en diagnósticos y tejimos relaciones, además de reconstruir tesis y propósitos del quehacer popular con sentido antioligárquico y revolucionario. No ha sido fácil el esfuerzo, con resultado un tanto escaso en la sintonía encontrada; por aquello del pragmatismo institucionalizante y/o las ambiciones vanguardistas, hegemonizantes y excluyentes, con descalificación, de cada organización política o de grupos de poder sindical, como también, por el efecto de las miradas localistas del activismo social.

II

Sin perder la esperanza, en un arar en semidesierto, como un adicional y alentador signo de oasis hacia el futuro, demostramos que la importancia de una convocatoria no es realizar encuentros por encuentros, ni asambleas por asambleas o cumbres por cumbres. Si buscamos una urgente y necesaria recuperación de la iniciativa y la confianza populares, lo fundamental es proceder entre todos, de manera común y con respeto.

Sustancial es el proceso. Ante la prolongación y riesgo de un paramilitarismo institucionalizado y en avance urbano, y el país en vilo de los efectos negativos de la crisis económica mundial, si de verdad se pretende proponer un nuevo referente para el conjunto social; además de claridad en el propósito estratégico, se hace imperioso determinar el método y la forma de organización amplia, abrir discusiones, reelaborar teoría. Al obrar así, quizá no se logren puestos dentro del andamiaje estatal ni ‘representativo’ ni se hegemonice aparato alguno, pero con toda seguridad se reconstruyen sintonías con las mayorías nacionales, fundiendo así bases para los saltos posteriores de la historia. Hay que retomar la iniciativa, seguros de que la izquierda irá recuperando los conceptos básicos que sustentan la posibilidad y la necesidad de una sociedad deseable.

Parte de esos conceptos encuentran sustentación en las tesis que en esta edición nos presenta Libardo Sarmiento Anzola, al precisar que la conciencia “es la capacidad humana de percibir totalidades llenas de sentido y significado en cada situación concreta de la vida”. Pero también, hallamos luz en el ámbito conceptual que nos interesa, cuando escuchamos de Rafael Uzcátegui, dirigente de Patria para Todos (PPT), partido de izquierda venezolano: “El socialismo es la gran confrontación horizontal”, un pensamiento que se complementa con Sarmiento en otros escritos suyos, al referir al socialismo como la “opción consciente de valores”.

III

Es hora del Encuentro. ¿Cómo avanzar hacia este nivel de conciencia si las mejores energías de gran parte de los integrantes de nuestra sociedad están concentradas en resolver día a día lo biológico, lucha en la cual se pierde la posibilidad de gozar a plenitud la vida y la condición de seres humanos? No de otra manera, y como reto inmenso para la izquierda, que construir un referente de vida plena, como el que los ecuatorianos resumen en su reciente Constitución Nacional: “el buen vivir”.

¿Y cómo lograr que, además de la lucha diaria por la supervivencia, las mayorías puedan otear su entorno, procesar, reflexionar y decidir con los suyos “qué hacer” para cambiar la realidad que nos oprime y que nos niega? ¿Cómo conseguir que cada hombre, cada mujer, perciban en sus luchas el caminar hacia una sociedad realmente democrática, por alcanzar mediante una disputa horizontal, es decir, con el participar de todas y todos, disponiendo para ello de sus mejores energías?

La respuesta, el proceso esperable tiene que ver con el lugar principal o secundario y con la dinámica que se les otorgue a las pugnas sociales. Un desafío de valoración que obliga a la izquierda a romper –dentro o fuera del gobierno– con las visiones inmediatistas. Esas de soluciones simplemente biológicas a los graves problemas que sobrellevan los sectores populares, así como a acometer luchas y puestas en práctica que retomen al ser humano en toda su grandeza y sus implicaciones.

No significa esto que llamemos a la comunidad a no asegurar los subsidios inaplazables que ahora recibe para paliar, obvio que en un mínimo, sus angustias. Pero sí convocamos, desde la necesidad del cambio social que anhelamos profundamente, a que la gente no se deje desmovilizar por los sostenedores de la injusticia. Por el contrario, a que en la dura cotidianidad sostenga una disputa constante por vida digna. Entendemos que nuestro carácter de humanos procede precisamente del hecho de que podemos reclamarla –esa condición de dignidad– en cualquier momento.

En el propósito de llegar a estos puertos de justicia, es indispensable tener claro que las dificultades, en tal sentido, descansan en buena medida, pero no únicamente, en los velos que el orden imperante tiende sobre nuestra capacidad de comprensión de lo social.

IV

En la perspectiva planteada, en algún momento habrá que poner de presente a los candidatos y gobernantes alternativos que al momento de postularse como de llegar a los escenarios de gobernabilidad, que su deber será superar el determinante cuantitativo de sus políticas sociales, para abordar los factores cualitativos como la solución estructural del desempleo que roba la dignidad del ser humano a miles y millones sin ingreso fijo.
 
* Comida, sí. Desde luego, pero también alimento. Y cuando decimos “alimento”, no nos referimos sólo al estómago sino sobre todo al sustento de una nueva concepción de la vida.

* Viviendas de interes social, sí. Pero planeando la ampliación de su área construida, con la posiblidad de gozar intimidad en su interior por la pareja, como por los hijos con sus amigos, construyendo espacios humanos, tejido social, no simplemente casas adquiridas mediante subsidio. Una forma de habitar que, en vez de generar la construcción de un “nosotros” –determinado en principio por un conglomerado físico común–, estimula la masificación y el anonimato deshumanizante. Un adefesio inaceptable para los sueños acerca de lo comunitario, del hombre, la mujer, el ser humano.

Llegar a este reto de poco a mucho, requiere un espacio nacional para decidir el contenido, significado y nivel popular alternativo; en la situación concreta de hoy. Así, con una decisión popular, podemos arribar a nuevos referentes de una sociedad posible, sustentados en los avances técnico-científicos de la humanidad, transformados por las luchas sociales en derechos, pero también en las capacidades de producción y ahorro de cada comunidad, en un salir de las  luchas del mero resistir y sobrevivir, pasando de lo biológico –la necesidad– a lo político –lo posible.

Un desafío pues y una posibilidad de conexión con la sociedad: recuperar el carácter y la calidad del ser humano. Todos sin excepción. Eso propone la segunda fase del Encuentro Nacional Popular, finalidad resumida en la consigna y la campaña ¡Por vida digna!

***

Estos referentes, fundados en el respeto por todo ser humano, asume como sustancial que la negación de cualquiera de sus derechos fundamentales, así sea en la persona de un solo ser humano, niega y violenta o, mejor, se debe comprender como negación y violencia por el conjunto social. ¿Qué decir cuando esos seres son miles de miles, deambulando sin motivaciones de vida? ¿Qué decir cuando millones carecen de ingresos fijos?

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