La luz del día es cada vez más clara, el reloj marca las 5,30 a.m. y ya estamos en la parte trasera del circo de los Hermanos Gasca. A esta hora ya somos seleccionados para lo que será nuestro trabajote de extras durante los dos días en que grabaremos el comienzo del seriado televisivo Los Victorinos, en la nueva versión que RTI realiza para Telemundo Internacional.
Sueños y realidades. Apenas empezamos pero, como de costumbre, ya hay incumplimientos laborales: contratados desde hace tres semanas para un trabajo de tres días, ahora nos enteramos –por explicación del encargado de esta parte de la producción– de que sólo habrá grabación para dos días.
Un día menos de trabajo, algo de preocupación recorre nuestras mentes. Vamos entonces a los respectivos lugares de preparación para entrar en escena, de nuevo con improvisaciones, dada la cantidad de personas que llenan los alrededores (han transcurrido dos horas y son las 7:30 de la mañana), deseosos de entrar en escena, ganarse los 60.000 por los dos días de camello o simplemente codearse con los famosos de la televisión que participan en el rodaje.
Las horas transcurren y, a pesar de los anuncios, no empieza la grabación. Un consuelo regocija mis pensamientos: “El premio para quienes madrugamos fue haber desayunado con el personal de producción”. A las 10 empezó el rodaje en exteriores.
Un pedazo de país
La serie de Los Victorinos se caracteriza por reflejar de alguna manera la época de los años 70-80 del sigilo XX en nuestro país. Parodiando la caricatura de Quino de tres escenas, en un teatro cualquiera, donde un actor se come un zapato, representación que para los del primer palco sintetiza una obra de arte; para el público del segundo palco, que mira y mira al actor, la sensación es diferente; mientras para el más distante, el que está sentado en galería, la imagen se ha distorsionado y cree que el actor tiene la boca llena de agua.
Reflejando este mismo sentido, la trama de Los Victorinos permite apreciar, por un lado el niño rico, hijo de papi y mami, que representa la minoría privilegiada de la sociedad colombiana; por otro lado, el niño que quiere salir adelante, tener una “buena educación”, y por último el que sólo lucha por sobrevivir, contrastando con la sociedad que despilfarra a manos llenas mientras se presenta un conflicto armado en zonas marginales, copadas por la miseria.
Esa es Colombia, país de profundos contrastes. En sus primeros capítulos el seriado muestra a un hombre del común que se ganó la lotería, quien después de despilfarrar su premio solo busca reencontrarse con el mago que le pronosticó el premio mayor de la lotería para que una vez más le brinde los números del próximo premio mayor. También se ven en estos capítulos, la consabida masa popular que también desea la misma suerte, sin sospechar siquiera lo que se avecina: el porvenir fatal vaticina a las tres madres de diferente estrato social así como la muerte del mismo mago.
Las situaciones cambian y cada época es totalmente diferente a la que le antecedió. Pero hay cosas que dentro del contexto general de una sociedad en constante crisis, como la nuestra, continúan presentándose. Nosotros, como parte de la sociedad, en una ciudad como Ibagué, con el mayor índice de desempleo nacional (19,8%), la oportunidad de un trabajo ocasional y de un poco de dinero nos permite un leve alivio económico, además de vivir por una cortísima temporada uno de nuestros más grandes sueños: ser “actores” de televisión, estar al lado de los vedetes de la pantalla chica, tomarse fotos con ellos, etcétera.
“Trabajo” al que se puede acceder pero en condiciones de mala paga, toda vez que el total de horas laboradas durante los dos días fue de 44, lo que equivale a una semana si tenemos en cuenta que cada día laboral es de ocho horas, al dividir éstas por los días de trabajo en la semana (5), sin tener en cuenta el recargo nocturno, además de los dos días (jueves y parte del viernes) que nos implicó a la mayoría de los 500 extras poder cobrar. Claro, nunca se nos dijo la hora en que saldríamos del rodaje.
En resumen, lo que siempre se presenta como una obra más de entretención pública, dadas las condiciones en que vivimos, para los de abajo, el rebusque es una manera de mitigar en mínima parte nuestras dificultades económicas, mientras para los realizadores del seriado significa realizar una producción barata, aprovechando para ello la paupérrima situación y el multiplicado desempleo que padecen en Colombia millones de personas, en especial la que se vive en la ciudad de Ibagué.
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