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Chile. Terremoto y protesta popular

Que la gente se pregunte por qué, si el terremoto chileno de 8,8 grados en la escala de Richter fue superior en un punto al de Haití, de 7,8, murió menos gente en Chile que en Haití es normal y tiene explicación. Que la gente vea los saqueos a supermercados en las ciudades chilenas no es un ‘invento’ y tiene su explicación, como los saqueos en Haití.
 
Chile fue sacudido el sábado 27 de febrero a las 3:34 de la madrugada por el quinto terremoto más poderoso de los ocurridos en el planeta en los últimos 50 años; y el segundo más potente luego del de Valdivia, de 9,5 grados (1965), que fue seguido de maremoto.
 
El largo y angosto territorio chileno sufrió en el 80 por ciento de su territorio, con daños para 10 de las 15 regiones del país; de los 17 millones de habitantes, fue afectado el 80 por ciento, de 10 a 12 millones. El 40 por ciento de la población se concentra en el área metropolitana del Gran Santiago (6.527.000 habitantes), que tiene 4.668.473 habitantes.
 
El saldo hasta ahora: 700 muertos, más de 500 desaparecidos, 400 heridos y un millón 500.000 viviendas afectadas, destruidas o averiadas. Si se calculan cuatro personas por vivienda, habrá 6.000.000 de habitantes damnificados, más que el dato oficial de 2.000.000. El terremoto afectó gravemente la infraestructura vial (carreteras, autopistas como la Panamericana), aeropuertos (Concepción, Santiago); puertos, incluyendo el principal de la Naval; hospitales, colegios, universidades, cárceles, iglesias, centros de diversión, edificios de apartamentos, centros históricos (Viña del Mar, Concepción).
 
Afectó gravemente los sistemas de agua, alcantarillado, luz, telefonía local, comunicaciones en las regiones del Maule, Biobío y Araucania, y la parte insular de Chile en el archipiélago de Juan Fernández. El tsunami borró literalmente lo existente en esas islas y los balnearios de las zonas costeras. Lo peor: casi colapsa la seguridad alimentaria y ciudadana, situación que produjo la destrucción parcial del tejido social en varias poblaciones chilenas.
 
El país austral estuvo durante los días 3 y 4 de este mes de marzo a las puertas de una insurrección popular en la Gran Concepción, el Gran Santiago, el Gran Valparaíso y Talca, capital de la región del Maule. Se produjo un verdadero levantamiento popular llamado por la prensa oficialista “saqueos de vándalos y delincuentes”. En realidad, fue el pueblo, y lo hizo por desesperación, hambre, falta de servicios y comunicaciones, en una situación que involucra a más del 75 por ciento de la población, urbana en un 85 por ciento.
 
En regiones como Valparaíso, Biobío y el Gran Santiago se concentra la producción económica de Chile. En Valparaíso se destacan el turismo; y los sectores portuario, frutícola, de yacimientos de cobre y lavaderos de oro, así como la pesca de merluza, el jurel, las carnes y los lácteos. Además, la agroindustria, los complejos de cobre en Ventanas y de petróleo en Viña del Mar.
 
La VIII región de Biobío es conocida por su desarrollo económico: trigo, cebada, avena, remolacha, espárragos. Es la cuarta parte del territorio nacional plantada en viñedos; de las principales regiones ganaderas del país, la mitad de los bosques del país se encuentra en esta región. La agroindustria del pescado, y las conservas y congelados son importantes, así como las industrias siderúrgica, química y papelera.
 
Las fotos que ruedan por la web, los periódicos y los noticieros muestran los saqueos de supermercados (Mall) y mujeres recogiendo sobras de comida, muestra no de vandalismo sino de pobreza. Lota es una comuna de 90.000 habitantes, de las más pobres y mayores índices de desempleo, donde el terremoto los dejó en la calle, sin empleo, comida y vivienda. De modo que era obvio el recurso desesperado de buscar comida como fuera. Muchos vivieron dos veces al día con la comida ‘recuperada’.
 
El primer puerto de la región de Biobío está en Talcahuano, población casi arrasada y con el puerto seriamente dañado. Resultó averiado el segundo aeropuerto del país, el de Concepción, presa de la muchedumbre de pobres y desempleados, pues por el avance capitalista de la región el índice de desempleo es alto. Es ésta la ciudad universitaria, patria del rock en español de los chilenos; allí nacieron bandas como Los Tres y Los BunKers, y se iniciaron Los Prisioneros. La carretera Panamericana es la clave para unir a Santiago con esta región y todo el valle central al sur.
 
En la región del Maule, donde el terremoto lo arrasó todo, están localizadas unas siete centrales hidroeléctricas, las más importantes del país; por allí cruza el ferrocarril Santiago-Puerto Montt y la carretera Panamericana. Es una región productora de pera, manzana, kiwi, cereza, vino, trigo, remolacha, legumbres, arroz y porotos (frijoles), tabacos, lácteos, procesamiento de celulosa, etcétera. En Talca, moderna capital con centros comerciales y sectores financieros, se vivió la acción popular por comida y servicios públicos. Allí, la comuna de Constitución fue arrasada por el tsunami y se sintió la furia de los pobladores. Las aguas del mar penetraron por un trayecto del río Maule, afectando muchas poblaciones.
 
En Araucania, región importante en agricultura extensiva de trigo, centeno, cebada y avena, papas, frutas, ganadería vacuna, bovina y ovina, hace presencia la agroindustria molinera, aserraderos y fábricas de muebles. Falta saber si se averiaron los centros de esquí y otros deportes de invierno de Chillán y Andes en Biobío, y de Río Blanco en Araucania. Quise mostrar “a vuelo de pájaro” algo de la economía chilena para ubicar las zonas de catástrofe. Allí los pobres, desempleados e indigentes buscan comida y necesitan ayudas.
 
Es claro que Chile está mejor preparado que Haití para enfrentar eventos como este en lo económico, político, psicológico, social, logístico, a pesar del pánico. Los psicólogos de emergencias y riesgos tienen un catálogo de seguimiento, además de simulacros programas de preparación. Todo esto mitigó el número de víctimas pero pudo ser menor sin errores del gobierno como bajar el riesgo de tsunami por la Armada o las demoras de ayuda, más allá de problemas de carretera, y diferencias entre los gobiernos saliente y entrante. Se debe anotar la capacidad de resistencia de los chilenos ante la adversidad, su solidaridad y su capacidad de respuesta frente a las más de 100 réplicas de 6,0 y hasta de 6,8 grados.
 
En los debates se plantea que era “un terremoto anunciado” en la medida en que la zona costera de Concepción-Constitución es una “laguna sísmica” según los geólogos-sismólogos, zona que ahora pasó al norte de Chile, entre Antofagasta, II región de 268.700 habitantes, zona de producción del 50 por ciento del cobre, y la XV región de Arica y Parinacota, de 200.000 habitantes, zona de pesca y agroindustrias derivadas, así como turismo. Esta región limita con Perú y Bolivia.
 
Este terremoto deja en evidencia los dañinos efectos del modelo económico y político de la Concertación Chilena: privatización de servicios esenciales de comunicaciones, la distribución de electricidad y agua potable, de seguridad pública, lo que acreciente el colapso social post terremoto.
 
El 11 de marzo, la derecha de la gran burguesía asumió la conducción del Estado y tendrá una gran responsabilidad en la reconstrucción de la infraestructura. Su modelo de reconstrucción, ya proclamado, busca profundizar la aplicación del cuestionado modelo, llamando a privatizar las empresas que quedan bajo propiedad estatal, con el pretexto de tener mayores recursos para la reconstrucción, en vez de redistribuir la renta del cobre, acumulada a lo largo de los años por el alto precio del metal, o recurrir a impuestos para los monopolios y el sector financiero, verdaderos dueños del país.

*Analista político e investigador independiente.

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