El evento da inicio, el mancito vacila, sube lento a la inmensa tarima emplazada a la mitad de la glorieta. Nos deslumbra con su gran aureola de cabellos algodonados flotando al viento, como una bandera. Empuña el micrófono. Me pregunto qué va a pasar. De repente, la música rebota a mi alrededor. Un sonido nítido de acordes sinuosos, acompañado de letras acerbas y directas, envuelve al público, un auditorio de raperos que lo aplaude en señal de aprobación. El man se llama Alejandro Rodríguez, El León, un artista de rap-folck-blues-balada urbana-rock-dub-dance hall-reggae-hip hop. Con líricas ásperas que nombran con claridad los crímenes e injusticias sociales y sus autores, pero aun así su música no es sólo política; es también poesía meticulosa y muy personal, reclinada sobre ritmos universales.
Llevaba años escribiendo y creando en la intimidad de su casa, y, a la final, el voluntarioso muchacho de voz ronca logró que alguien le diera la oportunidad, y El León pudo cantar a sus anchas por vez primera y los dejó a todos asombrados.
León: “Era la ocasión precisa, tal como la había soñado, con la adrenalina de un guerrero de primera línea, la ansiedad que produce cantar ante tantas almas, subí esos escalones apresurado, tomé el micrófono, ya sonaba la pista. Recordé aquellos lejanos días cuando empecé a escribir canciones en el colegio, cuando yo era como una oveja descarriada en medio de un ganado manso y domesticado. En ese tiempo (y buen tiempo que sí era), me lance a la calle y encontré el hip hop y por ahí derecho la poesía… eso fue a los 16 años. Llevaba ya tiempo escribiendo temas y quería cantarlos, así que necesitaba orientación en técnica vocal y manejo de escenario, e ingresé de aprendiz a la escuela de hip hop Universal Rimas Colombia de mi parcero Mc Litos”.
Al final de su paso por la escuela de Litos, León, junto con otros raperos de Tunjuelito, crean la escuela Fusión Tunjuelo y el Festival Local de Hip Hop de Tunjuelito (arte, mente y conciencia). Con los días se vincula al colectivo Ciudad Clandestina, que reúne diferentes expresiones musicales, académicas y políticas. Camella con L-Mental, de Ciudad Bolívar, en procesos de capacitación en Derechos Humanos, y el Centro Experimental Juvenil de la localidad de Tunjuelito participa del Contrapeso Distrital para frentear el Hip Hop al Parque, que siempre ha ignorado la escena local. Pero su verdadero territorio es la cuenca del Tunjuelo.
León: El Tunjuelo es mi territorio, el suelo de mis antepasados, y es el espacio de mis familiares y amigos. Es un territorio de gran disputa y de lucha por la tierra. Las multinacionales mineras tienen intereses en la explotación de los recursos mineros y para eso han pasado por encima de todos. Contaminan, desvían el río, afectan la salud de los vecinos, acaban con los barrios, dividen las comunidades, destrozan las calles. Alguien tenía que difundir y explicar esta problemática a los bogotanos“.
Sus composiciones tienen Influencias de: Stradivarius, Aldeanos, Zona Ganya y Resistencia Urbana. Pero no existe un León único y monolítico sino que, mientras escribo sobre él, su obra cambia cada noche, y cada día es distinta. Una labor musical que se renueva, se carga de sonidos frescos, de nuevos matices y colores. Es un León que muda y permanece, con esa actitud insobornable que lo caracteriza, revelando las injusticias en festivales locales, con indígenas, jóvenes y los más excluidos del territorio sur.
Lo conocimos por su tema: El Muro, donde le rapea al río Tunjuelo, con dos guitarras, dos capachos y un tambor Y´mbe; una obra exquisita de sonidos alegres donde esclarece la problemática del río. Y ahora se nos vino con su nuevo CD. Señalamientos peligrosos, con 15 temas en los que denuncia la estigmatización de los jóvenes, los panfletos amenazantes, las intimidaciones a los líderes populares, las víctimas de la “limpieza social” y los falsos positivos.
Te llevamos en la buena, León.
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