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El proyecto Angostura, sin licencia social

Poco a poco, los santandereanos y los colombianos en general hacen conciencia sobre lo inconveniente de explorar, especialmente en los páramos, con fines de obtener oro en las montañas del país. Los ambientalistas han ganado un paso en la defensa de la riqueza hídrica colombiana. Pero las transnacionales siguen ahí, pendientes de avanzar en el momento oportuno, poniendo en riesgos importantes fuentes de agua para gran parte de algunas ciudades y poblaciones.

El pasado 17 de marzo, el ministro de Minas y Energía Carlos Rodado le informó al país que la empresa Greystar (1) retiraba la propuesta técnica y la solicitud de licencia ambiental del proyecto Angostura, en el páramo de Santurbán. La noticia, sin precedentes en el país (2), motivó la satisfacción de ambientalistas, organizaciones sociales y ciudadanía, que habían manifestado su desacuerdo con la minería a cielo abierto, en el corazón del páramo que provee de agua a más de 2,5 millones de personas. No pasaron 24 horas para que la empresa canadiense desmintiera las declaraciones de Rodado y aseverara que no renuncia a extraer el oro de las entrañas montañeras del Gran Santander, aunque reconocía que su proyecto Angostura tiene fallas técnicas y ambientales. La conclusión de su pronunciamiento fue que se dedicaría a la minería subterránea.

La actitud de la trasnacional tuvo diversas interpretaciones: algunos la vieron como una trampa, mientras otras la consideraron como señal de un primer round ganado por el movimiento social en pro del agua que obligó a la empresa a echar atrás su proyecto emblema y también a admitir sus flaquezas; a la vez, condujo al Ministerio del ramo a aceptar que no puede adelantarse minería en páramos y puso a Colombia a hablar en otros términos sobre el tema, mostrando que la solidez de un movimiento con amplio respaldo social y ciudadano es decisiva en la defensa del territorio. Este reversazo de los canadienses es resultado de la fuerte presión social.

Lo cierto es que los santandereanos ya habían tomado una decisión: no concederle licencia social a la megaminería en el Páramo de Santurbán. Esto fue claro con la masiva manifestación del 25 de febrero, cuando más de 30 mil personas marcharon en Bucaramanga bajo la consigna “Agua si, oro no”. Era la cuarta movilización en menos de un año en esta ciudad. También hubo movimiento en Cúcuta, Pamplona, Bogotá y Cartagena, donde los activistas y líderes sociales rechazaron la política minera del gobierno de Santos. La lucha por Santurbán abrió el debate nacional sobre la minería y con ello transformó el panorama anterior, en el que no aparecían reparos ante la locomotora minera.

Pero, bien. Las amenazas están latentes para el Páramo, el subpáramo y las formas de vida locales, porque la Greystar sigue allí y hay otras empresas con títulos mineros –entre ellas Ventana Gold– que otorga derecho a explorar las montañas de la provincia de Soto Norte, también en Santander. No obstante, se destacan algunos elementos de las jornadas que llevaron al cambio de posición de la Greystar y que hacen parte del balance positivo con el que hoy cuenta Santander.

Agua o minería, un debate nacional

El primer gran aporte del movimiento social y ciudadano es que abre las puertas a un gran debate: agua o minería. El Comité en Defensa del Páramo de Santurbán puso el dedo en la llaga al anteponer el agua a una actividad efímera y que sólo beneficia a unos pocos. A los argumentos de lucha ante la minería (renta, empleo, regalías, desarrollo, progreso) se incorporaron otros a partir de la defensa de Santurbán. El movimiento de Santander por el agua sacude el pensamiento para imaginar el camino de un país que hoy se debate entre dos fuerzas: las del extractivismo y las del futuro construido desde el agua y la megadiversidad, las riquezas esenciales del país.

Colombia, país con una de las mayores riquezas hídricas del mundo, está hoy amenazada por el boom minero. Está solicitado más del 40 por ciento del territorio nacional, en buena parte alta montaña, por empresas mineras que ponen en riesgo las fuentes de agua, y la soberanía alimentaria, la megadiversidad y las formas de vida tradicionales. El tema minero está hoy dentro de las preocupaciones colombianas y a ello contribuye la lucha por la defensa del páramo de Santurbán. Así lo evidencian los grupos creados en las redes sociales, blogs, videos, noticias, comentarios que levantan la voz mientras en los medios regionales y nacionales el debate continúa.

Greystar, empresa desacreditada

La legitimidad de la empresa minera quedó en entredicho; su credibilidad se resquebrajó. La Greystar siempre ha tenido un discurso soberbio y arrogante, con pretensiones de superioridad: quisieron mostrar su proyecto como infalible y perfecto, y sus técnicos se ufanaban diciendo que “ni por accidente podría tener alguna falla su proyecto”; se negaron los rigurosos argumentos de los ambientalistas, que siempre advirtieron sobre las debilidades del proyecto y la falta de importantes consideraciones técnicas en el estudio de impacto ambiental, como la presencia de arsénico en la roca y el riesgo de la ubicación de las pilas para el agua de consumo de la ciudad de Bucaramanga.

Reiterando los argumentos del Comité en Defensa del Páramo de Santurbán, el propio Ministerio de Minas y Energía manifestó: “La decisión de la empresa Greystar de retirar las solicitudes de licencia ambiental y de aprobación del programa de trabajos y obras, presentadas a los Ministerios del Ambiente y Desarrollo Territorial, y de Minas y Energía, respectivamente, es la aceptación por parte de dicha empresa de la imposibilidad legal de adelantar actividades mineras en ecosistemas de páramo, y de las falencias técnicas y ambientales del proyecto formulado, que en forma reiterada ha venido planteando el Ministro de Minas y Energía. El proyecto presentado para explotación minera en zona de páramo se descarta por completo” (Comunicado del Ministro de Minas y Energía del 23 de marzo de 2011).

En otro aparte del Comunicado, el Ministro resalta la poca seriedad de la empresa: “La compañía Greystar ha manifestado públicamente que ha tomado la decisión de retirar las solicitudes de licencias de su proyecto minero, pero simultáneamente anuncia su intención de ‘no retirarse del proyecto de Angostura’. Estos dos enunciados generan confusión si lo que quieren significar es que desean permanecer en la zona donde tienen títulos mineros para presentar una nueva solicitud de un proyecto totalmente diferente”.

Son muchas mentiras en muy poco tiempo. Al retirar su proyecto de minería a cielo abierto, reconoció que lo que antes había afirmado no era cierto. Le mintió al pueblo santandereano y colombiano, y volvió a mentir el 17 de marzo, cuando le anunciara al ministro Rodado que retiraría el proyecto y sin embargo, antes de 24 horas, salió a contradecirlo.

¿Costos económicos para Greystar? Sin duda. Y de otro tipo. En los días de la audiencia pública, la empresa ya había perdido más del 30 por ciento del valor de sus acciones, mientras su imagen caía luego del bochornoso caso de agresión a los periodistas de CMI por parte de trabajadores de la empresa y un concejal cuando fueron a registrar la noticia desde el municipio de California.

Prohibida la entrega de títulos mineros en los páramos

“Debe quedar suficientemente claro, dijo también el Ministro en el mismo comunicado, que de ninguna manera es viable un proyecto de explotación subterránea que comprometa el ecosistema integral de páramo y subpáramo”; Y había afirmado el 17 de marzo que “no emitirá ningún nuevo título minero para explotar recursos en zonas de reserva, mientras se analiza qué hacer con títulos emitidos antes de la vigencia de una nueva ley” (Agencia AP, 17 de marzo de 2011).

Siete días antes, el 10 de marzo, el Instituto de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt3 expidió un concepto que recomendaba no otorgarle licencia ambiental al proyecto Greystar en Santurbán, ratificando que el páramo, en esa zona, empieza a los 3.100 metros sobre el nivel del mar y que el 60 por ciento del proyecto está dentro de estos ecosistemas. Han sido varios años de advertencia de los ambientalistas sobre la ilegalidad de otorgar títulos y licencias ambientales en los páramos. Defensores férreos de esta prohibición son, entre otros, el ex ministro Manuel Rodríguez Becerra, el profesor y ambientalista Joaquín Molano, y el geólogo y experto en minería Julio Fierro, que han denunciado la situación en cuanto foro público al que son invitados.

La exclusión de la minería en los páramos está reconocida en el Código de Minas, en la legislación ambiental nacional y en los tratados internacionales. Sin embargo, desde hace años, el Ministerio de Minas y Energía, desacatando las normas y violando el propio Código que ellos impulsaron, viene otorgando títulos en páramos y otras áreas protegidas. Refiriéndose a lo que ocurría, ya en 2008, dice Julio Fierro que “el cruce del Catastro Minero […] con el Atlas de Páramos revelaba que, a esa fecha, el 9,5 por ciento de los páramos ubicados por fuera del Sistema de Parques se encontraba titulado y el 46,8 había sido objeto de solicitudes de títulos mineros”4.

La declaración de Rodado confirma la solidez de los argumentos de los defensores del agua. La contundente defensa de la directora del Instituto Humboldt, Brigitte LG Baptiste, es garante de su protección. El reto está ahora tanto en estar pendientes de que esta exigencia se cumpla como en vigilar el proceso que delimitará los páramos, labor que el Instituto ya comenzó.

Una última reflexión

El caso de Santurbán logró trascender, y son numerosas las luchas de resistencia a la minería en el país, que avanzan silenciosamente y quizás invisibilizadas por quienes promueven la gran minería. Mientras el gobierno pinta pajaritos de oro, la megaminería no logra recibir de la gente su licencia social. En la provincia de García Rovira (Santander) persiste la iniciativa de grupos campesinos que han detenido por dos décadas el avance minero; la resistencia avanza también hacia el Norte de Santander; en Nuevo Colón y Vijagual (Boyacá), una fuerte movilización frenó los proyectos carboníferos de la Drummond sobre los páramos del nororiente departamental; en el Pacífico, indígenas embera y afrodescendientes se resisten contra la explotación de oro en el Cerro Careperro, donde tiene intereses la estadounidense Muriel Mining; en Cajamarca, campesinos y otros pobladores locales se oponen a la AngloGold Ashanti. Estos son algunos de los casos.

Los defensores del agua en Santander les han dado una gran lección a los colombianos, pero la defensa del territorio sigue porque otras trasnacionales ya exploran este rico territorio del gran Santander. Por ahora, las ganancias son muchas, pero los retos son aún mayores.

1    Según comunicado del 18 de marzo de 2001, del ministro de minas y energía Carlos Rodado, “durante los últimos años la empresa Greystar ha venido adquiriendo derechos mineros y el 18 de febrero de 2007 suscribió un contrato de concesión que integró varios títulos mineros para un total de 5.245 hectáreas, que abarcan áreas de los municipios de California, Vetas y Suratá, en el departamento de Santander, y el de Cucutilla, en Norte de Santander”.
2    Que se recuerde, es la primera vez que una empresa minera retira su proyecto y la solicitud de licencia por presión social.
3    El Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt es una corporación civil sin ánimo de lucro, vinculado al Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial (MAVDT), que se constituye en el brazo investigativo en biodiversidad del Sistema Nacional Ambiental (Sina).
4    Fierro, Julio. Minería en los páramos. El agua vale más que el oro. En http://razonpublica.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1917:mineria-en-los-paramos-el-agua-vale-mas-que-el-oro&catid=20:economia-y-sociedad&Itemid=29.

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