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Minga Metal

A la mitad del siglo pasado, Bogotá era una aldea gélida y melancólica perdida en la cima de los Andes. A esta ciudad de atmósferas taciturnas le llegó el rock and roll en 1957 con el estreno de la película Al compás del reloj con música de Bill Haley. Para mayor desconcierto de las beatas, en 1962, el mismo Bill Haley interpretó sus tonadas en el Teatro Colombia (actual Teatro Jorge Eliécer Gaitán) ante una muchedumbre que había desoído el sermón del Arzobispo, quien les recordó que el demonio tenía la costumbre de recurrir a artificios de carnaval para confundir a los incautos.
 
Este febril sonido despertó la imaginación de hábiles compositores domésticos como Antonio Fuentes, un intérprete de cumbias y merecumbés, que con su éxito Very, very, very well puso a gozar al gentío que concurría a los bazares de barrio; o los Golden Boys con sus arrebatadores Twist del esqueleto y Twist del guayabo. El nuevo ritmo creció como espuma y un año después se disolvió como si nada. El primer acetato colombiano de rock apareció en 1965; fue un sencillo de 78 rpm de los Speakers, impreso por Discos Vergara con La bamba (tema de Richie Valens, de 1958) y El golpe del pájaro (de los Trashmen). En un LP posterior de los Speakers se incluye El rey del surfin, también de los Trashmen, y completan el disco Ciudad sumergida y El twist de los siete hermanos, del grupo español Los Relámpagos. Se cerraba con dos composiciones originales: la instrumental MS 63-64 y Tendrás mi amor, compuestas por Rodrigo García. Sin embargo, será La casa del sol naciente, de Animals, en su segundo LP, el gran éxito, acompañado de Satisfaction de los Rolling Stones, Juanita Banana de los Peels, Todo está bien de Gerry and the Pacemakers, Campanas de libertad de Bob Dylan, cuatro temas de Los Beatles y una balada de Luis Dueñas, El profeta habla del fin. El disco logró vender 15.000 copias, todo un récord en ese momento1.
 
Para la década de los 70 surge una hilada de nuevas bandas: Génesis, Columna de Fuego, Terrón de Sueños, La Banda del Marciano, Hope, Malanga, Siglo Cero, La Planta, Aeda, La Caja de Pandora, Gran Sociedad del Estado, Los Apóstoles del Morbo y la muy, muy espléndida Banda Nueva. Y con ellas los primeros conciertos: Festival de la Vida en el Parque Nacional de Bogotá, Festival de Ancón en Medellín, Lijacá, Melgar, Silvia, Yumbo, Carlos Santana y James Brown y El Gran Concierto de Génesis y Jerónimo. Sin embargo, el movimiento se diluye y para comienzos de los 80 sólo se escuchaba rock en cines de barrio que pasaban una y otra vez las mismas películas: Janis, Santana – Soul to soul, Woodstock, Tommy, Let it be, El submarino amarillo, Joe Cocker y su banda de perros rabiosos, La canción es la misma de los Zeppeling, El último vals, Fantasma en el Paraíso, Hair y Jesucristo Súper Star. Ver estas cintas era un rito místico de media noche, y los asistentes gritaban, corrían, se acostaban bajo la pantalla y metían bareta al cien.
 
A mediados de los 80, el rock toma aire y brotan nuevas bandas. En esta tercera oleada, como de la nada, sin equipos, sin conocimientos musicales, sin saber muy bien cómo era la vuelta del rock, cada noche nacían nuevos grupos que se desvanecían con la llegada del nuevo día, todos dispuestos a guerrearse un lugar en la escena marginal de los barrios populares. “Una de estas bandas era Minga Metal, que hizo parte de la Casa Cultural de Ciudad Kennedy, y cuyos integrantes militaban abiertamente en la Unión Patriótica. Sus conciertos eran famosos por su fuerte música, sus letras directas y particularmente por las batallas campales protagonizadas por cientos de sus seguidores. Siempre se caracterizaban por organizar conciertos gratuitos en espacios abiertos, y su único trabajo discográfico se distribuyó curiosamente en bombas de gasolina del suroccidente y no en las habituales tiendas de discos”2.
 
Minga Metal: “En 1986 o 1987 creamos Minga Metal, la fundamos Juancho (Juan Becerra) y Kco (Jairo Enrique García), que venían de Eclipse. La banda duró poco y se había creado por los lados del Timiza, y Francisco Castañeda, que venía de Las Ovejas Negras. Sin embargo, por ahí anduvo gente que venía de Hades, una gran banda de la época, y finalmente se descargó Gonzalo Jiménez, que cuando empezamos era apenas un peladito muy vivaz y bacano que nos seguía a todos lados. La Minga nació en lo más profundo del Keneide, el primer barrio de Tabogo con nombre de presidente de los Yunai Esteis. Al fondo del Lago Timiza, en medio de eucaliptos y sauces”.
 
Minga Metal la integraron Juan Becerra en la voz y guitarra, José Urquijo en el bajo, Gonzalo Jiménez en la guitarra marcante (empezó en la batería), Jairo García, que al principio hizo la otra guitarra pero se fue y Ómar Silva, el batero oficial de la agrupación y constructor de baterías. “Así ¿tal vez? Se formó el rock timiceño, lírico, callejero, de pelos bien puestos y dispuesto a rocanrolear; frenteros y con uñas largas para construir una leyenda, un sueño, en esa época cuando los Eclipses pasaban frente a la casa cargados con baterías, bajos y guitarras rumbo a una rumbita, esperando por ahí que unas nenitas se unieran a los rocanchos de este barrio pintado de historia. […] acá en la capital se dieron grandes encuentros de turbas unificadas; bandadas de Buitres planeaban sobre Timiza, Cavernícolas se daban al encuentro, bellas mujeres como míticas amazonas, conformaban clanes […], todos dispuestos a cubrirse del sabroso manto de la música”3.
 
Minga Metal: “Lo de Minga no tiene que nada que ver con la expresión indígena. Se trataba de poner al revés la palabra “gamín” y de esta manera reivindicar la calle, sus habitantes, los marginales, el rebelde, el excluido, los gamines. Gracias a la mamá de Gonzalo Jiménez, doña Ligia Gómez de Jiménez, grabamos el primer disco que contenía los temas: Superan – metal, Nacidos para morir – metal, Tu rostro – rock heavy, y La gran ciudad – punk”.
 
Así que, cuando muchos grupos trataban de hacer música, los Minga Metal salen con este acetato que pega duro –Ahí tienen, pa’ que afinen pelados. El gran éxito fue Tu rostro, que alcanzó el segundo lugar en el hit parade de Radio Tequendama, cuando la primera era Song Love de Tesla. El sonido social y tropero se lo imprimió Gonzalo, hijo de un sindicalista. Y aunque el man anduvo frito “La bestia del ‘suzuki’ 4 se me encaramó hace años y me persiguió como a un condenado hasta hace poco”, era el que le imprimía la causa política al grupo. Invitados especiales de bares como Abbott y Costello, Keops, Michelangelo, pero también protagonistas de grandes conciertos como aquel en La Media Torta con Kraken. O los muy destacados en los parques: San Cristóbal, Tunal, Timiza, etcétera.
 
Minga Metal: “Fuimos parte de un movimiento grande pero muy subterráneo. Había mucha banda de garaje. Todos nos iniciamos escuchando Radio Fantasía y Radio Tequendama, luego llegó a la radio Lucho Metales. Éramos pelados de 18 años y anduvimos en la música hasta los 30, algunos los 35 años, pero las obligaciones y la vida, que no perdona, nos llevaron a cerrar el proyecto en 1995”.
 
La leyenda que ronda a Minga Metal habla de más de 150 temas compuestos y alguna gira fuera del país. Otros dicen que Minga Metal reencarnó en la Minga Urbana de Techotiba. No soy quién para ponerlo en duda.
 
1 Muy importantes las investigaciones de Carlos Arturo Reina Rodríguez, que se encuentran en sus libros El Rock izó su bandera en Colombia, Editorial Aurus, Bogotá, 2004 y Bogotá: más que pesado, metal con historia, Ediciones Letra Oculta, Bogotá, 2009. David Moreno Rodríguez y su tesis de grado Rock y política en Bogotá, del go-go a la asociación Caos y Control, Facultad de Humanidades, Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, sf.
2 David Moreno Rodríguez. Rock y política en Bogotá, del go-go a la asociación Caos y Control, Facultad de Humanidades, Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá, sf.
3 Heredia Óscar Kco, Tijeras, traperos y puro rock, Periódico: A media cuadra, año 3, número 11, diciembre 2007,  Techotiba, Bogotá. Este artículo fue incluido en el libro A media cuadra, parte del proyecto ganador de la convocatoria “Un libro abierto”, en el marco de la celebración Bogotá Capital Mundial del libro en 2007. 
4 Suzuki o Bazuco, residuo que queda de producir la cocaína. Por su bajo costo, es de gran uso entre los consumidores.
 

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